Hugo Chávez seguirá siendo el presidente de Venezuela

El reelecto mandatario venezolano debe asumir el 10 de enero su mandato 2013-2019. Difícilmente pueda hacerlo, por su estado de salud. Seguirá siendo el presidente y podría jurar el cargo más adelante.
 
Por Emilio Marín
La política venezolana es compleja y mucho más desde el 10 de diciembre, cuando Hugo Chávez anunció que debía operarse otra vez del cáncer en Cuba, dejando el gobierno en manos de su vicepresidente y canciller Nicolás Maduro. Fue operado en el Cimeq, de La Habana. Al principio los partes médicos fueron optimistas, informando que la operación había salido bien. Sin embargo, ese optimismo declinó debido a una infección y complicación respiratoria. Allí comenzó a especularse sobre si el bolivariano estaría de regreso en Caracas para el 10 de enero, para jurar el cargo y abrir su nuevo mandato.
El retorno para esa fecha se hizo más improbable. Hoy es más incierto aún. Es evidente que la operación fue muy compleja y seria, y que la recuperación del paciente es prolongada y difícil.
Esa cruda realidad fue un duro golpe al mentón colectivo. El 7 de octubre pasado la mayoría había votado por Chávez como su presidente para 2013-2019 y lo había logrado, acumulando más del 55 por ciento de los votos. El vencedor le sacó una diferencia de once puntos al candidato de la derecha, Henrique Capriles, de la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
Los venezolanos vieron en esos meses de proselitismo a un Chávez que derrochaba salud, en todos los mitines por los 23 estados, pidiendo apoyo para su proyecto del socialismo del siglo XXI. Y de golpe la gran pena, de escucharlo decir que debía afrontar una cuarta operación contra el cáncer. La designación de Maduro como su candidato, en caso que fueran necesarias nuevas elecciones, fue una forma dolorosa pero elocuente del viajero para hacer saber que en este asunto podía irle la vida.
Las cosas han tomado un cariz de real preocupación. Estuvo en Cuba Diosdado Cabello, titular de la Asamblea Nacional y otros ministros; en otro momento viajó Maduro, quien pudo verlo a Chávez en dos ocasiones. Sin menospreciar a otros dirigentes, Maduro y Cabello son los dos con más autoridad e influencia dentro del chavismo: el primero con funciones de gobierno y el segundo a cargo del parlamento. Y aunque la derecha ha apostado varias cartas a sembrar cizaña entre ambos, lo positivo es que el dúo se ha mostrado muy unido. En los últimos días volvieron a estar juntos al presidente en su lecho de operado y luego, ya en Caracas, compartieron la ceremonia en la Legislatura, donde Cabello fue reelegido como titular.
¿Cuál es la novedad que surgió de esos encuentros? Maduro lo expresó en un reportaje a Telesur desde la isla socialista: Chávez sigue siendo presidente y si no puede asumir el 10 de enero lo hará después. No hay ausencia absoluta del mandatario, ni por muerte o destitución. Cabello lo reiteró, retando a la oposición: «olvídense del 10 de enero, señores. Lean bien el artículo 231 de la Constitución y bájense de esa nube».
 
El cáncer de la oposición.
Cabello hacía referencia a la Carta Magna referida al procedimiento en caso de ausencia absoluta del presidente, que le impidiera asumir el cargo. La oposición se basa en una interpretación sesgada del texto, planteando que el 10 de enero debe asumir como presidente provisorio el propio Cabello y convocar a elecciones presidenciales en un plazo de un mes.
El plan de los más beligerantes del MUD es sacar del medio a Chávez, su peor pesadilla desde diciembre de 1998 cuando ganó la primera elección y se instaló en el Palacio de Miraflores. Eliminarlo, a como dé lugar, tal el designio opositor; con el enemigo enfermo de cierta gravedad, se ha radicalizado sin reparar en los aspectos inhumanos de tal política.
Para la burguesía y sectores adinerados del Chacao, este de Caracas, estas fiestas de fin de año deben haber sido las mejores de los últimos catorce años. A la inversa, en la popular barriada 23 de enero, del sector occidental de la ciudad, hubo tristeza y preocupación por el estado de salud de su líder. Las misas y oraciones por Chávez fueron muchas allí y en el resto del país.
Los apresuramientos de la oposición por librarse del presidente y forzar una elección en 30 días significan no sólo tener un alma perversa, como dijo Maduro, y desconocer que la figura legal de «ausencia absoluta» del mandatario no se verifica hasta el momento. Hay algo peor desde el punto de vista político: la oposición se pone una soga al cuello y se inmolaría.
Es que si tuviera éxito y se realizaran nuevos comicios en el corto plazo, la suya sería una derrota segura, aún más contundente que la del 7 de octubre pasado, cuando el chavismo la derrotó con 8.5 millones de votos.
Hay dos elementos que así lo permiten suponer. Uno, la gran división que impera en la MUD. Su último presidenciable, Capriles, ha cultivado en este tópico un perfil semi-humanitario, de no agitar rumores sobre la muerte de Chávez, de cierta preocupación por su salud, etc.
En cambio, Ramón Aveledo, el secretario ejecutivo de aquella mesa, ha reclamado la formación de una comitiva integrada por funcionarios, miembros de la oposición y médicos de parte, para viajar a Cuba y reclamar información, como si la que se ha suministrado hasta ahora fuera falsa.
El otro motivo que permite calificar de suicida la táctica opositora es que si hubiera una consulta a las urnas, si Chávez muriera o quedara definitivamente incapacitado, el voto popular para Maduro -tal cual aquél lo indicó el 10 de diciembre pasado- podría ser más arrasador que en octubre. El factor emoción, lealtad, luto, pertenencia, agradecimiento, etc, impulsaría a concurrir a votar al 90 por ciento de los venezolanos, o sea más de diez puntos de asistencia que la última vez.
Chávez lidia con su cáncer, pero la oposición es un cáncer en sí misma.
 
Cuba hospitalaria.
Además de esas alternativas electorales, por ahora meras hipótesis, también se discute sobre el hecho en sí de la enfermedad presidencial. De parte del gobierno hubo una veintena de informaciones, dando cuenta de las novedades buenas y malas, desde la operación hasta la actual insuficiencia respiratoria.
Desde la oposición y medios venezolanos, europeos y estadounidenses, en cambio, siempre se apostó a la muerte. Los rumores arreciaron sobre fin de año, asegurando que el paciente había muerto. Sin llegar a tanto, el diario español ABC aseguró que aquél había sido sometido a una traqueotomía y estaba conectado a un respirador artificial. «En los últimos cinco días el mandatario no ha respondido adecuadamente al uso de antibióticos», sostuvo el diario monárquico, sin citar fuentes.
«El médico venezolano Rafael Marquina tuitea todos los días religiosamente desde Miami», comentó «La Nación» de Buenos Aires, al presentar un reportaje al antichavista. El diario se vio obligado a aclarar que «a veces sus predicciones resultaron erróneas. Meses atrás había dicho que en julio Chávez no podría ocultar su enfermedad, pero al mandatario se lo vio enérgico durante la campaña».
Cada cual puede elegir a quién creerle. Entre Aveledo de la MUD, Miami, ABC y otras colaterales de la CIA, de un lado, y el gobierno bolivariano, por el otro, el cronista elige sin dudar la segunda opción.
Este tema tiene mucho de salud pero mucho más de política venezolana y regional. Y es necesario también fijar posición en esa área, por ejemplo respecto al rol de Cuba en la enfermedad de Chávez y las opciones políticas que viene tomando Venezuela.
Para el MUD, los cubanos tendrían casi secuestrado a Chávez y no permiten que nadie pueda verlo. Raúl Castro sería el responsable de la falta de información, una acusación desmentida por la cantidad de partes emitidos desde el 11 de diciembre. «Ya basta de misterios. Venezuela no es una colonia de Cuba, lo planteo por la memoria de Bolívar» acusó Antonio Ledezma, alcalde mayor de Caracas,
Ricardo Trotti, columnista de La Voz del Interior y del Grupo de Diarios de América, de la SIP, editorializó en ese matutino el 6/1 que el «El peor mal de Venzuela» es la manipulación y secretismo sobre la salud de Chávez. Y acusó de eso al enfermo y a Cuba, elegida «porque el régimen promete hermetismo informativo estatal propagandístico».
En la misma línea anticubana, El Nuevo Herald de Miami, publicó el 5/1 un artículo de Antonio María Delgado, titulado: «El gobierno de los Castro interviene en las negociaciones por las nuevas jerarquías». Aseguró que «el régimen cubano se entromete en la transición venezolana».
Toda esa es «carne podrida». Cuba es hospitalaria y no se mete en los asuntos internos de Venezuela, por criterio propio, respeto a su socio del ALBA y por estar centrada en resolver los suyos. Quien interviene en Caracas, con política imperial y fondos millonarios de la NED, USAID y propia CIA, es Estados Unidos, enemigo acérrimo de Chávez. Le negó la visa para visitar el país en la campaña electoral de 1998 y trató de tumbarlo mediante el aliento al golpe de Estado de abril de 2002.
Washington también deberá seguir esperando porque el proceso bolivariano tiene muy buena salud y muchos votos populares, mejor salud que la de su querido comandante, que aún pelea por su vida.
Fuente: LaArena.com.ar
 

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