Israel hizo fracasar otro intento de paz con los palestinos

Por Emilio Marín

Las complicadas negociaciones de paz entre los palestinos e Israel volvieron a fracasar. Tenían de tope el 29 de abril pasado pero antes de esa fecha se fueron al diablo. Como en ocasiones anteriores, Israel determinó ese fracaso.

No es que les importe mucho la paz en Medio Oriente, pero Barack Obama y John Kerry tenían algunas esperanzas en la negociación entre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas.

Washington necesitaba una apariencia de paz en esa zona de Medio Oriente, para tener las manos más libres para su intervención en Siria, contra Bashar al Assad, al que quiere derrocar mediante una rebelión donde se mezclan opositores sirios, grupos de Al Qaeda y los gobiernos de Turquía, Arabia Saudita y otras monarquías del Golfo.

Para la Casa Blanca, una calma en el frente israelo-palestino también podía aislar a Hamas, en la Franja de Gaza y neutralizar a los sectores que allí y en El Líbano, como Hizbollah, son afines a Siria y tienen buenas relaciones con Irán.

El más interesado en lograr algún grado de normalización de las relaciones entre Tel Aviv y Ramallah era John Kerry. Él logró el 29 de julio del año pasado volver a sentar a las dos partes, en Estados Unidos: la ministra de Justicia Tzipi Livni por Israel y el negociador Saeb Erekat por Palestina. Cenaron en la casa de Kerry y continuaron la negociación al día siguiente con la intervención de Martin Indyk, que fue embajador norteamericano en Israel. Podían conjeturar que ese mediador no sería estrictamente neutral, pero los palestinos dieron luz verde a un nuevo intento de negociación, teniendo en cuenta que el diálogo estaba congelado desde 2010. Había nueve meses para reflotarlo, con fecha de vencimiento el 29 de abril de 2014.

Los de Abbas pusieron dos condiciones para dar nuevo crédito a un enemigo tan peligroso: la liberación de 104 palestinos que están en cárceles israelitas desde antes de 1993, y la suspensión de las construcciones en el este de Jerusalén y Cisjordania. Como se verá, fueron defraudados otra vez y van…

25 años o más, presos

Netanyahu tenía todavía menos interés en la paz que su socio mayor estadounidense, como se comprueba en las medidas que continuó adoptando en detrimento de sus vecinos. La apertura del nuevo ciclo negociador le venía bien a los efectos de quedar bien posicionados ante el gobierno norteamericano y la Unión Europea que ante el cariz de apartheid de las políticas de Tel Aviv se veían ante la posibilidad de adoptar sanciones. De hecho algunas universidades estadounidenses y europeas han cesado en sus intercambios con sus similares israelitas a raíz de la negativa del gobierno del Likud a firmar y cumplir medianamente acuerdos de paz.

La liberación de presos palestinos anteriores a 1993, provocó alguna división en el gabinete israelí. Trece ministros, incluyendo el primer ministro, votaron a favor de la medida, pero siete lo hicieron en contra y otros dos se abstuvieron. Este detalle lo informó Radio Israel.

La ultraderecha israelí estuvo en contra de esa concesión. El ex ministro de Defensa Shaul Mofaz declaró a Radio Ejército Israelí: «creo que deberíamos liberar a los prisioneros sólo cuando no queda otra elección. Teníamos una opción. Creo que el precio que estamos pagando es excesivo y establece un mal precedente para el futuro».

Aún con esas divisiones internas, con una mayoría relativa a favor de aceptar la demanda de Abbas, la negociadora Livni emprendió vuelo a Washington para cenar con Kerry, Indyk y Erekat.

Antes de evaluar hasta qué punto se cumplió con este punto, una reflexión sobre esos 104 presos palestinos anteriores a 1993. ¿Por qué la fecha? Porque en 1993 se firmaron los acuerdos de Oslo, luego refrendados en Washington delante de Bill Clinton, entre Yasser Arafat y Yitzhak Rabin. En cinco años de autonomía palestina se quemarían las etapas para el establecimiento de un estado Palestino, pero ese sigue siendo un sueño incumplido.

Palestinos detenidos, supongamos en 1990, daría que el lote a recuperar la libertad estuvo 24 años en prisión. Seguro que debe haber quienes han estado 25 y hasta 30 años en la cárcel, por lo que un gobierno decente y algo democrático debería haberlos liberado como una cuestión humanitaria, no atada a un pacto con un país vecino. A propósito, se la ve un tanto acallada a Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otras entidades de derechos humanos actuantes en EE UU y Europa sobre esta cuestión de presos palestinos cuya libertad venía siendo exigida por las autoridades de Ramallah.

 

La provocación

A fines de marzo el gobierno israelí puso un primer cartucho de dinamita a lo acordado en julio del año anterior: la última tanda de 29 de esos palestinos no fue liberada. Eso y decirle a Abbas que los acuerdos eran letra muerta era lo mismo.

Pero el ultraderechista Netanyahu hizo algo más: en la misma fecha, marzo, reanudó los permisos de construcción de barrios en el este de Jerusalén y en colonias ilegales en Cisjordania. Esta fue una provocación de mayor alcance aún que la cuestión de los presos, porque los palestinos ven con razón que Israel busca expandirse a costa de sus pocas tierras y anular su presencia en la llamada Ciudad Santa, que es de las tres religiones y no de una sola. Los palestinos tienen allí la Explanada de las Mezquitas, lugar adonde fue en 2002 Ariel Sharon con policías y militares, en otra histórica provocación, lo que generó incidentes y el inicio de la Intifada II.

Se estima que actualmente Israel tiene en Cisjordania unos cien asentamientos con una población de 500.000-575.000 colonos. El famoso retiro dispuesto por Sharon de la franja de Gaza parece haber sido para poder bombardearla mejor y en simultáneo ocupar más posiciones en Cisjordania, incluso levantar el Muro de la Vergüenza o del Apartheid, como también lo llaman los palestinos.

La paralización de aquellos asentamientos era el segundo tema planteado por Erekat, a nombre de la ANP, cuando firmó los acuerdos con Livni. Esto también fue ignorado y vulnerado a fines de marzo, después de un lapso con idas y venidas durante el cual el gobierno israelita nunca tuvo buena fe ni puso un freno real a esas colonias.

Cuando desde Tel Aviv hicieron tales anuncios, Abbas tomó algunas decisiones públicas y seguramente impulsó algunas otras acciones que venía realizando en forma discreta. Lo público fue adherirse como ANP a quince convenios internacionales de la ONU, con lo que reafirmaba su plan de pedir la admisión de Palestina en Naciones Unidas con todos los derechos y obligaciones. En noviembre de 2012 logró avanzar sólo hasta el estatus de Estado observador no miembro pleno de la entidad, por el bloqueo de EE UU y por supuesto Israel. Las adhesiones a tratados internacionales es una jugada inteligente de Abbas porque supone dar nuevos pasos hacia la membresía y poner en aprietos a Israel con cada violación que cometa contra esos protocolos.

 

Unidad con Hamas

Que conste entonces que en marzo, un mes antes de la finalización del período de nueve meses pactado en julio de 2013, Netanyahu dinamitó los acuerdos. Ante esa nueva realidad, adversa, Abbas presentó el 23 de abril ante el mundo el acuerdo alcanzado con Ismail Haniyeh, el líder de Hamas y gobernante en la sufrida Franja de Gaza. Ese compromiso lo firmaron Haniyeh y Azam Al Ahmad, en nombre de Al Fatah, la histórica organización palestina fundada por Arafat y que hoy gobierna Cisjordania con Abbas (Abu Mazen, su seudónimo de años de batallas no precisamente diplomáticas).

Las dos ramas palestinas estuvieron muy enfrentadas en 2006, cuando Hamas ganó limpiamente las elecciones en Gaza y se agudizaron hasta tal punto que al año siguiente las dos partes se enfrentaron a tiros allí, imponiéndose el sector más radical. Israel se dio entonces la táctica de bombardear a Gaza y cercarla por hambre, y negociar con las autoridades más moderadas de Cisjordania, fomentando la división.

Ahora los acuerdos interpalestinos abren un panorama distinto. Lo pautado es formar un gobierno de coalición o unidad antes del 1 de junio venidero y allí convocar a elecciones generales en enero de 2015 para Gaza y Cisjordania. De allí saldrá un parlamento de unidad nacional o al menos compartido, con las diferencias que seguramente se mantendrán entre las dos organizaciones.

Habrá que ver hasta qué punto tales resoluciones, de buena inspiración, se cumplen realmente. Es que ya en 2011 hubo un arreglo similar que se fue deshilachando, sin llegar a esa unidad que tanto se pregonaba.

«La reconciliación nacional pone fin a la división y tapa la brecha existente, se había convertido en una responsabilidad nacional», explicó Haniyeh.

Tales compromisos de las organizaciones palestinas más importantes (hay otras, marxistas, de menor influencia, como el FDLP y el FPLP) dio pie a que Netanyahu quisiera ponerse como víctima y no el victimario que es de lo suscripto en 2013. El primer ministro dijo que aquello fracasó porque Abbas prefirió firmar con «los terroristas de Hamas en lugar de la paz».

La paz, como quedó planteado, es una paloma pulverizada con anterioridad por los misiles israelitas, sus cárceles repletas y sus colonias ilegales.

Fuente: LA ARENA/ARGENPRESS.Info

 

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