Por Enrique Campang Chang
Los Ninisifa son los que pudiendo trabajar y estudiar no lo hacen, pero si se divierten y fastidian en las universidades. Diferentes a los jóvenes ni ni de Europa que por la crisis económica ni pueden trabajar ni estudiar. En cambio aquí tenemos a los que Ni estudian, Ni trabajan y Si Fastidian…
Unas universidades ya se parecen a las ciudades mayas; ya no están sus habitantes originales, invadidas por monos aulladores, guacamayas y los ruidos de la selva; como el proyecto de 4 Grados Norte que fue abandonado por la invasión de consumidores y traficantes de drogas. Varias zonas del país son desalojadas por sus residentes y ocupadas por extorsionistas, ladrones o mareros.
Las universidades se están quedando sin universitarios por un desplazamiento ecológico, se están convirtiendo en centros vacacionales de semestres enteros, con una población flotante de ninisifas que no está realmente interesada en estudiar, pero si a divertirse o conseguir pareja, gritando como si estuvieran subidos en la montaña rusa de Xetulul.
En mis dos décadas de docencia universitaria, he visto la transformación del ambiente para mal. En las aulas se vuelve cada vez más difícil para dar clases y encontrar a estudiantes con verdaderas intenciones de superación, jóvenes con vocación, inquietos, respetuosos, disciplinados, dedicados, ellos son cada vez más raros. Posiblemente relacionado por la distracción que causa el uso descontrolado de los gadgets electrónicos y redes sociales con fines de diversión.
En las conferencias en el auditorio es notoria la mala educación, no dejan sus aparatos, entran y salen, platican. En un acto cívico por la independencia se le faltó el respeto al Himno Nacional, no guardaron la compostura.
Gradualmente se transforma en un conveniente lugar de encuentro, lo tienen todo: comida, amigos, ambiente agradable, todo pagado por los padres, buena ropa, show de modas, carro, tiempo de celular, laptop, y a escondidas sexo y drogas. Son vacaciones más alegres que las de fin de año, se mantienen los contactos, se puede gritar, conversar en cualquier parte; esperan aquí mientras abren las discotecas y bares de la zona viva. En enero hay desesperación por continuar las alegres fiestas.
Se camina elegantemente al ruido de los tacones, sin importar que haya clases, salen y entran de los salones a contestar mensajitos, dizque para ir al baño o a consumir drogas. La población ninisifa en los corredores o parqueos, puede atraer problemas como ladrones, traficantes incluso violadores,
La mayoría ni tiene conciencia de su situación, no tienen idea de las secuelas entre los que quieren estudiar. No habría problema si se retiraran a un área social donde el ruido no moleste.
Unos padres lo saben, pero prefieren tenerlos en la U que en las calles, centros comerciales o lugares de dudosa reputación. La corrupción ya está en ellos, reciben el dinero para venir a estudiar, pero es lo que menos hacen; su pronóstico moral es malo.
La casa es aburrida para aguantar regaños, rendir cuentas, soportar los problemas de los padres, tener que limpiar el cuarto o bajar el volumen de la música, nada de esto tienen que hacer aquí en la Universidad.
Ya los patos le disparan a las escopetas, no se les puede llamar la atención, los docentes somos amenazados y casi extorsionados en las evaluaciones si somos exigentes, como me pasó con un grupo en la sede de la Antigua. No sería raro que se quejaran a Derechos Humanos por prohibirles que hagan lo que se les da la gana.
El desplazamiento ecológico es posible si la especie invasora no tiene controles en el lugar, atraen a otros, se reproducen; aquí institucionalmente no se les controla, ni hay capacidad de ejecución de la buena convivencia. Cada quién podrá manejar sus excusas.
Varios agentes de seguridad me han comentado los insultos que reciben ante la menor insinuación de pedir orden. El personal de limpieza sufre de de quienes dejan la basura tirada y dejan los baños atascados de papel.
Unos estudiantes lucen su arrogancia y prepotencia por ser hijos de a saber que poderoso empresario, funcionario, banda criminal, es mejor no averiguar. Usted no sabe quién soy… es una respuesta amenazadora que le han dado a varios catedráticos.
No sería raro que el regañado sea yo por poner el dedo en la llaga. Si los niños ninisifa se retiraran lejos de las aulas a platicar, gritar, jugar, a comer no habría problema, así como lo hicieron los fumadores que se van a las puertas a encender sus cigarrillos. Al menos que se retiren de los corredores durante las clases, ellos son los que pierden. ¿Es mucho pedir?
No sirve de nada advertir sobre las secuelas a largo plazo, no les interesa. Confían en el oportunismo y forcejeo para ganar las clases. Y como dijo Jesús en la cruz, perdónalos señor porque no saben lo que hacen. Pero alguien debe decirles lo que están haciendo… luego de eso no hay perdón.
Las universidades reciben el producto con todas las deficiencias de la formación en el hogar, la escuela, colegios e institutos; es el resultado de una cadena con fallos estratégico en la educación centrada en lo productivo, rentable, pero no en lo formativo en valores; cuando vienen ya es tarde para cambiarlos.
Comprendo que los ninisifa son un recurso económico importante. Pero las acreditaciones se pueden poner en peligro por el ambiente y calidad entre los estudiantes. Los resultados académicos se pueden adulterar con alegatos, chivos, copias vía electrónica, el gran perdedor es el país ante la mala calidad de los profesionales.
Lo ideal para los jóvenes es sí estudiar, si trabajar y si divertirse (la condición sisisi), el estudio y el trabajo no riñen con la diversión, pero cada cosa en su tiempo y lugar. Para las personas maduras el trabajo y el estudio es privilegio, no castigo ni aburrido, es cuando se tiene la vocación para ello.
Enrique Campang Chang escribe desde Guatemala.