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Por El Lector Americano
BURKE, Virginia, 11 de septiembre de 2024.- En el Chile pos Golpe de Estado de 1973, las aves que cruzaban en vuelo el cielo azul adivinaron el futuro, y no dijeron nada.
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La letra con sangre entró
A las 8.40 am, después del 16 de septiembre de 1973, era común que los niños recibieran castigos físicos en la Escuela Ex República de Bulgaria de Quinta Normal. Así comenzaban nuestros días de estudios: himno nacional, discurso del director que decía; “la letra con sangre entra”.
Esto nunca fue un eslogan fatuo. El uso de la regla de madera en las nalgas, o bofetones en la cara, era la máxima expresión de la escuela pública en dictadura, para disciplinar niños vulnerables.
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No piense mucho
En aquellos días, alumno con gestos de imaginación, sacaban de quicio a profesores deprimidos. ¿Qué clases de “educación” enseñaban? ¿La no expresión?
Ellos decían que nosotros no teníamos futuro, que no soñáramos con pajaritos preñaos.
“No piense, solo respire”, decían.
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La Fe de los famosos
Algunos cantantes de moda de esa época, cantaban, y sonaban como si el intérprete lo hiciese en un español mal pronunciado de un cantante angloparlante. Mientras tanto en la iglesia evangélica, la Biblia Cristiana (bueno, la biblia siempre es Cristiana) hablaba de “una Tierra única, con un solo lenguaje”. Claro, para la mayoría del país, no. Sobraba la tristeza para andar pensando en el habla, si no se hablaba nada.
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Víctor está en el cielo
El 11 de septiembre, Víctor Jara había cantado, se presentó en la Universidad Técnica del Estado, donde era profesor de teatro. Y allí les pidió calma a sus colegas.
“Ves —le comentó un militar gordo a otro, cuando arrastraban a culatazos a Jara afuera de la universidad— te dije, alguien lo iba a convencer de venirse para acá… ¡Y lo mejor de todo, es que nadie se acordará de él en un año!
Al término de una sesión de tormentos, uno de los hombres de la DINA le pide a Jara que le firme un afiche suyo “para un vecino”, y lo retiran del Estadio Chile, sin más. Todo termina con Víctor Jara con 33 balazos, y su cuerpo es arrojado en la basura.
El 22 de septiembre de 1973, once días después de la muerte de Jara, el astrónomo Nikolai Stepanovich Chernykh descubrió un asteroide que nombró, Asteroide “2644 Víctor Jara”, en honor a la vida y obra del artista. Este asteroide se encuentra en el Cinturón de Asteroides entre los planetas Marte y Júpiter de nuestro sistema solar.
«Mi canto es de los andamios, para alcanzar las estrellas», dice el tema El Manifiesto, uno de los temas emblemáticos de Víctor Jara.
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Guitarra mía
Como acto temerario, a los 15 años, en plena dictadura, me compré una guitarra. Quería hacer algo productivo. Canté en iglesias, poblaciones y barrios populares y, de repente, ¿qué es este extraño sentimiento que me sobrecoge cuando la gente aplaude? Una descarga emocional y física —que no es de los milicos, sino mía. Mi amigo JM toca bien, yo canto afinado y con energía, los aplausos estallan, y así pasan mis días, sobretodo los inviernos. La experiencia me atrapa durante mucho tiempo, y ahora, 35 años después, me desvelo recordando. Solo por eso mi emoción sigue siendo gregaria, y no puedo dejar de pensar en lo que sintió Víctor Jara durante toda la campaña de la Unidad Popular.
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Pura maldad
Imperturbable y perverso, Pinochet inoculó su felonía y maldad a una parte de la población de Chile. Pero el resto, el hombre y la mujer que defendió con puro corazón la democracia derrotada, protagonizó una agitación social en un país orgulloso y humilde. Aún cuando le quitó el vaso de leche que daban en todas las escuelas públicas del país a los niños. ¿Has escuchado el desmayo de hambre de niños de 8 o 9 años en un salón de clases? Es un ruido extraño, pues los niños pobres y famélicos ni lloran ni se quejan. Solo se caen y suenan en el piso.
Es un ruido que avergüenza.
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Muertos vivos
“Ya nos habíamos visto antes, sabes”, me dijo un compañero que me encontré en 1989 en Baires. “Me alegro de que no te acuerdes.” Mmm, “pero yo sí que me acuerdo”, le respondí.
Se llamaba Raúl, pero en esos tiempos su nombre era Ernesto. A veces la vida se desdobla en cualquier esquina del mundo. Un día en Santiago, otro día en Baires o Lisboa.
A veces un traidor puede con mil valientes.
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Paredón y después
Jorge Pinedo se inclina hacia adelante y se quita sus anteojos. “¿Sabés por qué las cosas no cambian lo suficiente?” No —digo— no sé nada. La pregunta es amplia como la 9 de julio, y tímido digo: “¿Por qué no son lo suficientemente valientes los que salen a la calle?”. Jorge se pone otra vez los anteojos y mira alrededor de su oficina, en busca de un hacha. La apunta con su dedo, y dice: “hay ciertos crímenes que merecen que uno purgue el tiempo o que se lo condene en solitario en una cárcel de alto riesgo.”
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Inti Illimani
Los Inti Illimani fueron mi cortina musical después que me tuve que ir de Chile, y me dio una pena profunda en los ‘90, cuando el grupo se separó. Justo bien se quebró cuando sus poderes musicales aumentaban entre los jóvenes pos dictadura. También se destruyó o disolvió la idea de la unión forjada en el exilio cuando regresaron a Chile. Como si la separación del grupo, era El curso propio en el país de la Concertación Democrática.
¿El mundo de hoy tendrá necesidad de otro El pueblo unido jamás será vencido?
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Costos y beneficios
En dictadura proliferaron los Institutos de dactilografía y peluquería. Hay que estudiar.
Las caras siempre rajadas por el sol de invierno, se alimentan con sopa de pescado y pan negro.
Gases lacrimógenos, zapatos con plataformas, pantalones Oxford. Telas escocesas para el frío.
Festival de Viña del Mar para extranjeros que llegan poco. Pero Julio Iglesias recibe la Medalla Cultural de la mano de Pinochet.
Rechina la zona vip de la Quinta Vergara, con canciones de Neil Sedaca y su enterito verde.
La “Maripepa” derrite con su culazo a la farándula chilensis.
Noches largas y frías auspiciadas por los traficante de droga con doble apellido.
Octavo año en Dictadura, desfile con banderitas chilenas y antorchas frente a La Moneda derruida.
En clase turista, Los Illapu, van caminito al exilio.
Regresaban desde Europa y no los dejan entrar al país.
Por la zona de la Estación Central, un pelotón del Regimiento Buin toma café. Al día siguiente El Mercurio desinforma, “enfrentamiento entre “terroristas”. Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas aún huelen a gasolina, pero esto, ¿a quién le importa? …
Colo Colo, el equipo del General, por fin ganó el torneo local.
Al día siguiente los noticieros hablaban de que Chile es un país en paz.
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Baires 1987
En Buenos Aires a las diez de la mañana al final el problema no es la tristeza. La tristeza era una primera causa, por mucho, pero pronto dejó paso a otra cosa, algo más tangible: pobreza y necesidad con efectos más calculables, más violentos. También entendí que nos matábamos de ganas de vivir, y no dormir era más dulce que soñar y envejecer viendo TV.
Todavía no existían los conversos a la fe del hombre nuevo, el Muro de Berlín no había caído ni reventado Yugoslavia. Y desde ya se adivinaba que la revolución democrática de Salvador Allende tenía un Talón de Aquiles, que las aves que cruzaron los cielos en 1973 lo dilucidaron cincuenta y dos años antes.