Por Ramón Jiménez
¿Quien diría que hace casi cien años ciudadanos chinos viajaron miles de kilómetros desde su país contratados por el gobierno salvadoreño solamente para trabajar en las cortas de café?
Aunque en la actualidad eso es algo impensable, para Rogelio Shi fue una realidad a principios del Siglo XIX (1924) año en que Shi pisó suelo salvadoreño por primera vez procedente de la Isla del Ángel, donde permaneció algún tiempo detenido cuando llegó a las costas de California desde la ciudad de Cantón.
Entre 1910 y 1940 la Isla del Ángel en la Bahía de San Francisco, California —cercana a la mundialmente conocida cárcel de la Isla de Alcatraz— fue utilizada como estación de inmigración para las personas provenientes del océano Pacífico, principalmente de China. Por ello la isla fue llamada también «la Isla Ellis del Oeste».
Esa es parte de la singular historia de su padre, que narró el arquitecto Nicolás Shi, durante la presentación de la autobiografía visual “Huéspedes galopantes: A Chinese Family Odyssey”, que tuvo lugar el viernes 3 de agosto en la sede de la Embajada de El Salvador en Washington, D.C.
La exhibición de los retratos de Rogelio Shi, su hijo Nicolás, un nieto, un bisnieto y su esposa Sofía Quan de Shi (nacida en El Salvador), permanecerá abierta al público durante una semana en la Embajada salvadoreña ante la Casa Blanca y luego serán exhibidos en Berlín, la capital de Alemania.

Al igual que su padre el mismo Nicolás Shi reconoce que ha sido un huésped galopante, ya que debido a la situación inestable en El Salvador tuvo emigrar en la década de 1980 a Estados Unidos para iniciar estudios en la Universidad de Oklahoma, donde obtuvo su título de Arquitecto.
Luego tuvo que mudarse a Washington, D.C. donde empezó a trabajar en su profesión de arquitecto para luego entrar de lleno a la pintura moderna —que siempre quiso hacer— donde con vivos colores combina sus raíces salvadoreñas, chinas y estadounidense.
Rogelio Shi y Sofía Quan de Shi ya fallecieron, pero sus recuerdos de gente laboriosa y abnegada han impregnado la vida de Nicolás por el resto de su vida.