Las despiojadoras

Por Arthur Rimbaud
 
Cuando la frente infante, con sus rojas tormentas
convoca al blanco enjambre de los sueños difusos,
llegan junto a su cama dos hermanas risueñas
con sus gráciles dedos de uñas argentinas.
 
Sientan al niño frente al ventanal abierto,
donde el aire azul baña torbellinos de flores
y por su denso pelo preñado de rocío
sus dedos se pasean, seductores, terribles.
 
Él, escucha el cantar de sus hálitos tímidos
que expanden amplias mieles vegetales y rosas
y que interrumpe a veces un silbido -saliva
que los labios absorben o ganas de besar.
 
Escucha sus pestañas latir en el silencio
perfumado; y sus dedos, eléctricos y suaves,
provocan los chasquidos, entre indolencias grises,
de los piojillos muertos, por sus uñas de reina.
 
Y un vino de Pereza sube en él, un suspiro
de armónica, capaz de llegar al delirio:
y el niño siente, al ritmo lento de las caricias,
cómo brotan y mueren sus ansias de llorar.
 
Arthur Rimbaud: Poeta francés nacido en Charleville en 1854. Mostró desde pequeño un gran talento para la literatura. Muy joven se trasladó a Paris donde trabó amistad con importantes poetas de la época, especialmente con Paul Verlaine con quien sostuvo una tormentosa relación amorosa que terminó dos años después a raíz de serias disputas entre ambos. De esta época datan las primeras publicaciones «El barco borracho» en 1871 y «Una temporada en el infierno» en 1873. Su obra, de marcado tono simbolista, está profundamente influida por Baudelaire, por su interés en el ocultismo, en la religión y en la exploración sobre el subconsciente individual. La vida licenciosa lo obligó a dejar por algún tiempo la poesía, viajó por Europa, se dedicó al comercio en el Norte de África y a su regreso a Paris en 1891 ya había sido publicada su obra «Iluminaciones» en 1886. Falleció en noviembre de 1891.

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