Lazos de solidaridad desde Washington con campesinas guatemaltecas y salvadoreñas

Prendas de vestir y otros objetos confeccionadas por campesinas. Foto: Ramón Jiménez.

Por Ramón Jiménez

Pocas organizaciones de estadounidenses como Co-Partners of Campesinas del área de Washington, dedican parte de su tiempo y recursos económicos, para que campesinas guatemaltecas y salvadoreñas puedan tener una mejor calidad de vida, con la ayuda que reciben desde hace más de una década.

Como ya es tradición, esta semana esa organización —cuya sede está en Alexandria, Virginia— celebró un Happy Hour y venta de artesanías en el conocido restaurante Lauriol Plaza de la capital estadounidense, que por varios años ha donado parte de las ventas que tienen lugar durante el evento de dos horas.

Es que no es solamente ayuda económica la que reciben las mujeres y adolescentes, sino adiestramiento para que puedan aprender a confeccionar prendas de vestir, lo que representa un ingreso más en sus bolsillos. Las niñas por su parte reciben becas de estudios y útiles escolares para que puedan prepararse mejor y aspirar a una carrera en el futuro.

El guitarrista salvadoreño Carlos Rubén ha colaborado con la parte musical para ese evento benéfico durante diez años, por lo que recibió un reconocimiento especial por parte de Co-Partners of Campesinas. Foto: Ramón Jiménez.

Co-Partners of Campesinas dona fondos a organizaciones de mujeres en El Salvador y Guatemala para las becas y programas de adiestramiento que son dirigidos y organizados de forma local, aunque algunos voluntarios viajan desde Estados Unidos unas tres veces al año, para consultar con sus socios en esos dos países, para ver en qué forma están caminando los programas de desarrollo personal.

También viajan para determinar si necesitan más fondos y continuar con los programas para conducir entrenamiento sobre liderazgo a mujeres y adolescentes envueltas en los programas ofrecidos.

En el caso de El Salvador, Co-Partners of Campesinas colabora con la organización La Nueva Esperanza, de Ilobasco, departamento de Cabañas, donde en más 19 años unas 800 mujeres y chicas han aprendido a confeccionar vestidos y a ser sastres.

De igual manera, unas 100 jóvenes han aprendido a manejar computadoras o elaborar artesanías y medicina natural. Alrededor de la mitad de las beneficiadas, aseguran que tienen ingresos por sus nuevas habilidades.

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