Lenguaje como de placebos

Por Teresa Gurza

Me parece que desde hace algunos años como que hablamos rarísimo; y con el pretexto de no ofender, hemos cambiado términos que eran clarísimos.

No entiendo porque por ejemplo, decir ciego es feo y discriminatorio y no lo es invidente; o porque no debemos hablar de cojos, o de ancianos o viejos, pero sí de discapacitados y personas de la tercera edad,palabras que a mí me suenan peor.

Y ese idioma como de placebos que hemos adoptado, abarca todo.

Hace casi una semana cuando Miguel Ángel Mancera fue operado de urgencia, se dijo que al estarle haciendo un tratamiento contra la arritmia se presentó una contingencia o complicación; en lugar de claramente precisar que el médico tratante le perforó el corazón; y que por esta razón, estuvo en peligro inminente de muerte y tuvo que ser operado a corazón abierto.

Siguiendo con los ejemplos, el gobierno federal presumió como un triunfo “de inteligencia” y bla bla bla, la detención de Abarca y su esposa; pero no habló de que el escaparse casi en sus narices un mes antes, que fue lo que los convirtió en prófugos.

Y en sus abundantes declaraciones sobre el caso, los Chuchos grandes y chicos elaboran teorías y dicen disparate tras disparate y mentira tras mentira, con tal de no ser ligados al alcalde criminal; y Jesús Ortega declaró muy ufano, que asume la responsabilidad por la candidatura de Abarca,  pero se deslinda de ella; ¿por fin?.

Él y otros tendrían que estarse deslindando todo el día, porque Abarca no es caso único; según datos de prensa, hay varios más y de diferentes partidos, en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Nuevo León y Morelos, donde hasta el gobernador perredista Graco Ramírez declaró que sabe que entre sus funcionarios “hay quien tiene nexos o parientes con nexos, con el crimen organizado”; y que le han propuesto pactar para que la entidad esté tranquila. Si es así, ¿Por qué no pasa de las habladas a los hechos, y los denuncia?.

Suena ahora medio absurdo que los dirigentes partidistas se hayan opuesto con tanto afán, a la existencia legal de candidatos independientes por temor a que “dinero sucio” pagara las campañas; para en muchos casos, acabar en lo mismo.

Ojalá lo que ha pasado con Abarca sirva de algo y a partir de él, se impongan sanciones legales a partidos que no escojan bien a sus candidatos y postulen a personas ligadas con criminales.

Y que con el cambio en la selección de candidatos, cambie también el lenguaje político; que ya ni siquiera es cantinflesco.

Porque no creo que eso de no decir claramente lo que ocurre, pueda entrar en la clasificación de mentiras blancas o pro-sociales, que de acuerdo con el investigador del Instituto de Física de la UNAM Rafael A. Barrio, “equilibran las redes sociales y benefician a la sociedad”; entrarían más bien en las negras, que benefician a quien las dice, pero desencantan a la sociedad.

El último boletín de vinculación con los egresados de nuestra máxima casa de estudios informa, que Barrio encontró que la gente miente, para mantener relaciones sociales amplias y que en las redes sociales y telefónicas, como en la vida diaria, las mentiras están presentes y forman parte de la comunicación cotidiana, entre las personas.

El investigador encabezó un estudio internacional que tuvo el objetivo de analizar el papel de las mentiras en las redes sociales; descubriendo que algunas de ellas, tienen una labor importante para mantener el tejido virtual de las relaciones humanas.

Los resultados fueron publicados en la revista Proceedings of the Royal Society B., y advierten que en contraste, “las mentiras “negras” o “anti-sociales” —egoístas y útiles únicamente para el que miente— fracturan las relaciones, pues fomentan la desconfianza y desbaratan la red, porque las ligas se rompen al sentirse todos engañados; mientras que las blancas son como una goma que impide la fractura y refuerzan los lazos, especialmente entre familias”.

Recordó Barrio que el primero en estudiar las mentiras en las relaciones, tanto de humanos como de primates, fue Charles Darwin; quien al darse cuenta que monos y hombres tenían las mismas reacciones inconscientes al mentir, como sudar, desviar la vista, acelerar su ritmo cardiaco, escribió un libro que sirvió de base para la creación del polígrafo.

 

 

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