Los Hurtado: el arte de la cera que trasciende generaciones en Perú

Víctor Hurtado comparte sus conocimientos con nuevos jóvenes. Foto Ángel E. Mendoza Palomino.

Por más de 50 años engalanan multitudinarias procesiones de Semana Santa.

 

Por Ángel E. Mendoza Palomino. Reportaje Especial

AYACUCHO, PERÚ.– En los andes peruanos, en la ciudad de Ayacucho aún persiste el oficio familiar del arte de la cera que da vida a todas las ceremonias religiosas del mundo cristiano.

La pasión por el arte de la cerería se ha mantenido a lo largo de 100 años. Se inició con los Límaco y continuó con Alejandro Hurtado y María Castro, el tronco familiar de Víctor Hurtado, trascendiendo hoy con los Hurtado Rivera, la tercera generación de cereros que traslada la tradición familiar a la cuarta estirpe de descendientes que son representados por los bisnietos.

Vigencia del sincretismo religioso

El arte de la cera es un pilar importante en todos los rituales, ceremonias y festividades religiosas de Ayacucho; como señala Benjamín Hurtado, la cera convertida en velas está presente en los velorios, en las comuniones, bautizos, bodas, pago a los apus y las complejas andas de las procesiones de Semana Santa y fiestas patronales de santos y vírgenes de los barrios y los pueblos del interior de la región andina. Adicionalmente, la cera convertida en flores (cerahuaytas) y choclos (saramama) sirven de adorno a las andas procesionales, que es una forma de representar los elementos andinos y vincular éste con Dios y con la naturaleza. El sincretismo religioso en los pueblos del ande siguen vigentes.

Talleres de arte de la familia Hurtado.

La cerería tradicional ayacuchana es representada por uno de los talleres de arte de la familia Hurtado. Esta actividad ha trascendido varias generaciones en las que se ven involucrados, padres, hijos, nietos y jóvenes, “ajenos a la familia”, que buscan una oportunidad de vida con este arte de la cera.

Víctor Hurtado Castro, a sus 80 años relata que el arte de la cerería lo aprendió de su madre María Castro, quien a su vez heredó el aprendizaje de su esposo Alejandro Hurtado, padre de Víctor.

Víctor, amauta ayacuchano, perdió a su padre a la edad de 8 años y en el oficio de cerero, su madre fue su principal mentora. En los años que lleva como maestro de la cera ha recibido múltiples reconocimientos y una de ellas es que su arte fue declarado como Patrimonio Cultural de la Nación, por mantener vigente el arte de la cerería en Ayacucho.

Padre, hijo y nieta, tres generaciones de los Hurtado. Foto Ángel E. Mendoza Palomino.

Hurtado padre, ha sido el principal responsable de que el arte de la cerería no desaparezca de su entorno familiar, por lo que transmitió todo el conocimiento a su esposa Marina Rivera (fallecida) y a sus 10 hijos Rosa, Yoni, Alejandro, Lourdes, Benjamín; Miguel, Jorge, Mónica, Elizabeth y Anita Hurtado Rivera; estos a su vez, enseñan a sus hijos para seguir preservando y difundiendo el arte de la cerería.

Por la cuarta generación.

Abuelo y nieta, madre e hija, la cuarta generación de los Hurtado, aprenden la técnica y todos los secretos de la cerería, que seguirán dando vida a las grandes festividades religiosas de la región Ayacucho por muchos años más.

De las manos del amauta y sus descendientes, vemos emerger diversos diseños de cera en su taller que queda por el barrio de León pampa en San Juan Bautista Ayacucho, Perú. Es así que encontramos velas de diferentes tamaños y para diversas ocasiones como la de procesión, que mide unos 50 centímetros, las que decoran las andas de aproximadamente 1 metro de largo. Las famosas cerahuaytas (flor de cera) y los saramamas (mazorca de maíz).

La transmisión de conocimientos y saberes sobre el trabajo en cera no solo se encierra en el entorno de la familia Hurtado – Rivera, sino va más allá.

Comparten su técnica y sabiduría con otros jóvenes, ajenos a la familia, que también quieren ser los nuevos cultores del arte de la cerería en la región y trascenderlo más allá de sus fronteras por muchas generaciones más.

Los Hurtado, han roto la tradición familiar al enseñar este arte a otras personas que no son del entorno consanguíneo. La cerería por años fue una actividad endógama que giraba solo alrededor de la familia, pero don Víctor Hurtado rompió esta tradición al dar cabida a otras personas porque para él es trascendental compartir sus saberes con otras generaciones de jóvenes para que se mantenga viva esta tradición.

Procesión de Cristo en su retorno a la Catedral de Ayacucho. Foto Ángel E. Mendoza Palomino.

Manos creadoras para el mundo

Ayacucho, una de las ciudades del Perú en el que el fervor religioso se manifiesta por sus 33 iglesias, sus fiestas patronales y sus espectaculares procesiones cubiertas de cirios, flores, choclos y otros adornos en base a cera elaboradas por manos creadoras de artistas ayacuchanos como los Hurtado.

Este año 2023, la construcción de la procesión de Cristo Resucitado recayó en la familia Hurtado. Esta procesión es una de la más imponentes que sale en la Semana Santa ayacuchana, y es que tiene un tamaño colosal de 15 metros de altura por 9 metros de largo, y según sus creadores es el más grande del mundo. El anda completa pesa cerca de tres toneladas y es cargada por unas 500 personas. Es en esta última procesión de la Semana Santa cuando la cera sale a relucir y se puede visualizar la creatividad de los Hurtado, quienes usan en su decoración unas cuatro mil velas, más de 10 mil flores; 2 mil parras y unos 3 mil choclos (mazorcas de maíz), para dar vida a todo el trono del Domingo de Resurrección en el que se ve a Cristo ascendiendo al mundo celestial.

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