Los muertos que no quitan el sueño a los dueños del poder

Por Carlos Alberto Parodíz Márquez
El celular de Dios volvió a sonar. Está impertinente. Creo que ambos tenemos que aclarar los tantos, sin hacernos los tontos. Hace poco concluí que Dios me debe una, vamos a ver como me va.
“Chaco chico”, el remisero “proveedor de datos” para Yon, viene de racha. Hace una semana metió al Duna, que manejaba, bajo un acoplado en Larrea y Mentruyt, eso sí, con prolijidad.
No se olvidó de nada, al retroceder, alisó el techo y “desencuadró” las puertas. Sergio “el trompa”, le perdonó la vida. Pero “Chaco chico” es ostentoso. Creyó que la vida, que había salvado, estaba garantizada.
Salió despreocupado a hacer un viaje y como no retuvo la dirección, donde debía recoger -con perdón de la palabra- al pasajero, se detuvo en el kiosco de la cuadra previa al destino y tropezó con el suyo. Se aprovisionó, total ya tenía veinte pesos ganados y a esa altura de la noche, para él, era buena plata.
Encendió “el pucho”, antes de subir al auto, que había dejado en marcha. Ahí se quedó.
“Los tres rápidos de Santa Marta”, aparecidos de la nada, lo encañonaron, se llevaron el Duna y en diez minutos, ni uno más, “lo cortaron”, cerca del Arroyo del Rey, otro cementerio, pero este de autos.
La Brigada “A”-a de apurados-, que laburan en la remisería banfileña, llegó exactamente diez minutos después del robo, para comprobar la eficiencia de los emprendedores chicos que creen en el futuro y por ello acunaron su frase de cabecera: “corto y me voy”.
El hilo se corta por lo más delgado.
Un auto menos para Sergio.
Un laburo menos para “Chaco chico” que ahora, si, pasó a ser un desocupado más.
Postales de la Argentina discreta, por lo menos del aquel domingo seis de abril del 2008.
– Pasamos a las noticias del exterior -, fue la volanta oral de Yon.
-En el cruce de acceso a Brandsen -, resultó lacónico el parte del “Nene”. Había dejado los autos y decidido viajar en “Bondi”; la SS (su seguridad), se le aconsejaba.
Su empresa y el personal, también. Una horita de reposo es una horita, parece fue argumento que lo convenció.
-¿Te dieron alguna indicación?, el vasco interrogó como si supiera de que se trataba. Tal vez su largo entrenamiento en la clandestinidad. Vaya uno a entender.
– No ninguna, solo que me entregarían el informe a las … puntualmente-, se me escapó la hora de la cita, cuando el legendario 543, cartel Bustos, que atraviesa como un estilete el paraje donde mora “la mujer dorada”, atronó ahumó y ensordeció a los parados en Boedo y la avenida.
Algunos pasajeros se zarandeaban, gozosos, en el interior y otros disputaban el estribo, con entusiasmos propios de mejores momentos, por ejemplo cuando la gente iba a trabajar. En este caso, ese vicio, ya desapareció. Otros no.
Lo acompañamos y convinimos la contra entrega.
El “Nene” no sabe que le van a entregar, menos quien se lo va a entregar y mucho menos porque lo eligieron a él.
Pero así son las cosas en este suburbio del planeta.
Además, el no sabía que nosotros sabíamos, que Brandsen tiene una semana de fiesta y ocultamos la sonrisa, por el almuerzo campestre, digno también de “mañanas campestres”, que siempre frecuentamos en algún regreso. Además, el Alfa gris estaba a punto, el sol era generoso y un poco de aire oxigenaba el futuro.
Llevé una ración de chupetines para “Maca”, porque, a veces, son necesarias las obsecuencias de vida.

“Pocos días después del atentado del 11 de setiembre, dentro del establishment corporativo financiero globalizado, había quienes sabían que estaba por suceder lo que sucedió y que hubo sectores beneficiados.
Casi un año más tarde, la prensa norteamericana reveló que la Casa Blanca fue informada por los servicios de inteligencia, respecto de la posibilidad de atentados similares a los que efectivamente sucedieron.
Ello demuestra que Bush & Ben Laden comparten sugestivas coincidencias, si se desmenuzan las relaciones económicas y corporativas existentes entre la familia Bush y Ben Laden”, fue lo que alcancé a “pispear” del voluminoso documento que el “nene” tenía en sus manos temblorosas.
-¿Viste un fantasma?-, Yon suele ser extremadamente riguroso en ciertas circunstancias. Es más, estoy seguro que conocía las razones de la palidez que lucía en las fronteras de sus mejillas rosadas, bajo la atribulada mirada gris verdosa que, ahora, acumulaba vientos de miedo.
-Esperé en el cruce, como me indicaron-, comenzó el relato el “nene”.
-Fui puntual-, nadie es perfecto.
A la hora exacta y luego de distraerse con el camión verde oliva, techado por lona impermeable, advirtió que, detrás, se detuvo la limusina negra, silenciosa como un presagio. Los vidrios polarizados rebotaban, reverberando, imágenes. Las puerta delantera y trasera, del lado derecho, según se mira desde Brandsen a Buenos Aires, se abrieron aún más silenciosamente.
El copiloto, rubio, alto cabello ¿por razones de servicio?, sin perder de vista al “nene”, se inclinó hacia el interior, desde donde dos cuidadas manos blancas, algo pecosas, denunciando mediana edad, deslizaron el sobre marrón, tamaño oficio, pero de papel color madera, impermeable, voluminoso contenido foliado y banderita de las estrellas, en el ángulo superior izquierdo.
-Como nadie le va creer, difúndalo-, fue el escueto parte de entrega, que alcanzó a escuchar proveniente del invisible pasajero.
La mirada helada –casi de agosto- y penetrante del escudero, fue convincente, tanto como el gesto cortés, para que se retirara.
El “nene” decidió –cosa extraña-, que era más seguro darle la espalda a la “corporación de la oscuridad”, que quedarse mirando desde el muelle verde y vegetal, la partida del silencio.
Con la espalda tiesa, su oído atento escuchó el súbito ronroneo, potente, que emergió desde el yuyal opuesto –como todo en esta vida-, y el helicóptero artillado se elevó para proteger el vuelo, en este caso todo terreno, de la limusina insonora.
La sensación de que todo el tiempo estuvo, bajo riesgo de fuego, lo volvió parkinsoniano.
-¿Por qué?-, me pregunté por lo bajo. Yon miró fastidiado, cuando no.
-Porque las dudas y reflexiones, hablan de eso sobre lo que nadie quiere hablar: dicen que aunque se declame y jure lo contrario, las muertes del 11 de setiembre, así como otras tantas muertes que vienen multiplicándose a lo largo de los años y las geografías, no le quitan el sueño a los dueños del poder mundial-, fue su extenso parlamento de medio tono, mientras recibía el sobre que, no sé por qué, el “nene” le entregó a Yon.
-Vos sabrás que hacer-, le dijo al vasco, algo más compuesto. Este, como siempre, propietario conspirativo del silencio, lo palmeó en el hombro antes de invitarlo a sabir al Alfa y partir en dirección al pueblo y su fiesta.
El asado estará a punto y las achuras más, pero a mi se me iban los ojos hacia el sobre marrón y lo poco que divisé del “descuido” con que Yon lo hizo descansar.

“Arabia Saudita sigue siendo el principal aliado de Estados Unidos, en el mundo del Islam. Una de las familias más ricas de ese país del Golfo, participa en las propiedades accionarias de seis empresas radicadas en los Estados Unidos y que aparecen en los registros de proveedores del Pentágono. Una de esas empresas es “Iridium”, especializada en telefonía satelital. “Iridium”, es proveedora, también, de la red de aeropuertos norteamericanos.
Los principales accionista de “Iridium”, son miembros de la familia Ben Laden. Su presidente es hermano del terrorista más buscado por el gobierno de los Estados Unidos y su directorio contó con el apoyo de Washington, cuando intentó ganar en Brasil, una licitación para la compra de sistemas de radar y monitoreo informático del Amazonas.
A esta altura de los acontecimientos es lícito decir que los atentados de Nueva York y Washington podrían formar parte de una guerra que parece no ser otra cosa que un enfrentamiento intercorporativo financiero y económico, global.
Las autoridades financieras alemanas, japonesas y norteamericanas investigaron extrañas operaciones bursátiles concretadas días antes de los ataques a las Torres.
La voz de alarma fue dada en Frankfurt, donde algunos operadores recordaron con sospecha, la caída en hasta una 15%del valor de las acciones de Munich-Re, la compañía aseguradora más grande del mundo, la semana anterior a la tragedia.
Otros datos que intrigan, son que la reaseguradora suiza Swiss Re y la francesa Axa, también hayan experimentado bruscas caídas en las jornadas previas a los atentados” (…)

Me quedé perplejo y prometí seguir el rastro al documento… justo antes de perderme ante las mollejas y rendirle honores al Cabernet que Yon sacó de algún misterioso estante situado en el club rutilante llamado “Estrella”.
 
P.D. Para remiseros “embocados”. Y para conspiradores “de carrera”.
Carlos Alberto Parodíz Márquez escribe desde Alejandro Korn, Buenos Aires, Argentina. Fuente: ARGENPRESS CULTURAL

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