Mientras menos burros…

Jorge Castañeda.
Jorge Castañeda.

Por Teresa Gurza

Ese refrán que todos sabemos termina en “más olotes”, es la tesis esgrimida por Jorge Castañeda para impulsar su campaña a favor de un solo candidato independiente a la presidencia para el 2018, de la que habla en su libro “Solo así: por una agenda ciudadana independiente”.

Hay personas a las que Castañeda les cae mal y lo acusan de narcisista; puede que lo sea, pero a mí me divierte oírlo y leerlo y lo prefiero a esos políticos predecibles y aburridos y a esas políticas santurronas que piden a Dios las haga viudas o divorciadas, llaman “hermanos” a los narcos, o amenazan con volverse “independientes”.

Además, estoy de acuerdo con él entre cosas: en que se desperdiciarían los votos con varias candidaturas “independientes”; en que sólo un candidato de verdad independiente no hará pactos como el de Peña Nieto con su antecesor Calderón, ni servirá de tapadera a desfalcos y crímenes; lo que implica que disminuirán la impunidad y la corrupción que como dice Jorge, “nos devora”; y también la violación a los derechos humanos.

Al citar párrafos escritos por Héctor Aguilar Camín, escritor y analista con quien comparte muchos puntos de vista, Castañeda copia:

«La corrupción se ha vuelto una materia innegociable para la opinión pública de México… la intensidad de este rechazo anuncia quizás, el inicio de una revolución moral… algo a lo que parecíamos acostumbrados y con lo que parecíamos conformes, empieza a ser intolerable…”

Totalmente cierto; como es así mismo intolerable, la impunidad que tienen los del poder; de la que sobran pruebas y que como dice Aguilar Camín, “sólo alimenta la irritación”.

Recuerda Castañeda que hace pocos años, en otro momento de irritación ciudadana, el sueño para terminar con el estado de cosas existente era sacar al PRI de Los Pinos; difícil tarea que lograron los millones de mexicanos que votaron por Fox; dejando la mejor opción que en mi opinión era, Cuauhtémoc Cárdenas.

Pero ya vimos la actuación del que juraba aplastaría tepocatas y alimañas con sus botas de judicial; ese “outsider” como lo llama Castañeda, “terminó negociando con el PRI y con la partidocracia existente…»; y el siguiente, “el insider por excelencia que fue Calderón, ni siquiera se lo propuso…”

Concuerdo también con sus planteamientos sobre la partidocracia y sus dineros, “bien o mal habidos”, el “mercado negro electoral”, y ese aparato electoral “inmenso, impresentable y costoso y que se erige en fuente inagotable de cinismo y de posturas apolíticas o antipolíticas”.

Tan escandalosamente oneroso es el INE, agrego yo aquí como lo he hecho en otros artículos, que deja al Estado sin recursos para asuntos indispensables, como la lucha contra la pobreza y escuelas a las que nada falte.

Habla Castañeda de los caros e inútiles spots electorales; de la necesidad de una segunda vuelta; y de la urgencia de defender desde el poder, a débiles y desposeídos que sufren cotidianamente excesos y humillaciones por la prepotencia “casi infinita” de ricos y poderosos; materia ésta, en la que “nuestro atraso como país, es patente y patético”.

Y pide hacer de los próximos comicios, un referéndum sencillo y ganador: “a favor o en contra de la partidocracia”.

Coincido en toso esto y en que un candidato sin  partido “es una condición indispensable pero no suficiente, para los cambios que requiere México”.

Pero me pregunto, cómo garantizar que el «independiente» cumpla; porque si con todas las expectativas que provocó no lo hizo Fox, ¿qué hace suponer que sí lo hará uno independiente?

 

Fui militante del PCM y del PSUM y hasta hace poco pensé, que no se podía actuar sin los partidos políticos y eran indispensables para la democracia; pero con los que tenemos ahora estoy cierta de que en el 2018 será mejor votar por un independiente que tenga los tamaños para hacer lo que no se ha hecho y también para pararse frente a Estados Unidos a defender lo nuestro, sean emigrados o fronteras.

Y aunque me tachen de tonta y discriminadora ruego que el “único independiente”, tenga buena estatura; porque ya basta de presidentes que además de que intelectual y éticamente no han tenido los tamaños, dan pena propia cuando los vemos casi de bastón de Obama o poco más altos que Isabel de Inglaterra; y lo peor es que por no llevar con dignidad su estatura, se encaraman sobre zapatos de tacones ocultos que los hacen caminar como si fueran a irse de boca.

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