
Por Tim Vickery
En medio de compromisos domésticos, el Real Madrid llegó esta semana a Marruecos para disputar la Copa del Mundo de Clubes de la FIFA. Pero quien será su rival en la final de este sábado, el argentino San Lorenzo, lleva meses esperando este momento.
Quizás desde la emotiva noche de agosto en que el club argentino ganó la Copa Libertadores, San Lorenzo de Almagro apenas ha dejado de pensar en el Mundial de Clubes.
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Pese a una temporada poco brillante en la liga doméstica que cerraron con un par de victorias moralizantes que los elevó al décimo lugar de la tabla, todo parece haber mejorado ahora.
Para ellos, como para cualquier equipo sudamericano, el Mundial de Clubes es un punto importante de la temporada, al igual que para otros muchos continentes.
Pero en Europa no comparten ese sentimiento.
El «mejor partido» de Pelé
Ese desequilibrio es uno de los problemas que enfrenta la organización del torneo que se organiza cada año desde 2005.

La competición reemplazó el enfrentamiento anual entre los campeones de Europa y Sudamérica.
La Copa Europea se inauguró en 1955. La libertadores arrancó cinco años más tarde como un intento específico de coronar a un campeón sudamericano para desafiar a los europeos.
Los vínculos iniciales eran épicos.
Según ha reconocido él mismo, el mejor partido de Pelé fue en un partido contra el Benfica portugués en 1962, cuando llevó a su equipo, el Santos, a vencer 5-2.
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Los primeros años, los partidos eran fascinantes e intensos, igualados, con gran calidad y dosis ocasionales de controversia.
Pero desde mediados de los 60, las cosas empezaron a empeorar.
Como necesitaban dinero para pagar a Pelé y el resto de estrellas de la época, Santos se salió de la Libertadores, en un gesto que replicaron más adelante otros partidos brasileños.
El turno de Argentina
Entonces llegó el turno de Argentina en un tiempo en el que tras caer estrepitosamente en la Copa del Mundo de 1958 en la primera fase.

Por entonces, el concepto del fútbol romántico de 1940 había dado paso a un juego más oscuro y cínico.
Mientras tanto, en Europa, el domininio se había desplazado al norte, empezando con el Celtic en 1967.
El choque cultural entre europeos del norte y argentinos llevó a una serie de bruscos encuentros.
La competición intercontinental perdió prestigio y algunos en Europa decidieron que no tenía mucho sentido.
En 1980, la idea resucitó como un único partido en Japón, pero aunque Europa del sur tomó más relevancia que el norte, la competición nunca generó la misma importancia que tenía en Sudamérica.
En los últimos tiempos, el desequilibrio se reforzó con la apertura del mercado global y el abismo entre el fútbol europeo y Sudamericano.
David frente a Goliat
Esto, por una parte, incrementó la indiferencia europea, pero por la parte sudamericana le añadió más alicientes : era su oportunidad para imponerse a uno de esos ricos, glamourosos y arrogantes ganadores de la Liga de Campeones.
Y hubo victorias sudamericanas -generalmente por un solo tanto- como las de los equipos brasileños de Sao Paulo (2005), Internacional (2006) y la del Corinthians hace dos años.
Pero, al contrario de los viejos tiempos, los sudamericanos llegaban al campo con una estrategia táctica que delataba inferioridad: su objetivo era marcar un gol como fuera y aguantar el resultado.
Era lo mejor que podían hacer dadas las circunstancias financieras.

Los clubes brasileños podrían tener mucho más dinero que los otros equipos del continente, pero estaban muy atrás en ese sentido de los gigantes europeos.
El desequilibrio de este año es incluso mayor.
Para completar el desastre del fútbol brasileño, ningún equipo de ese país llegó a las semifinales de la Libertadores que ganó el San Lorenzo.
El salario promedio de los equipos argentinos no llegan a una tercera parte de los de los brasileños y menos de un 10% de los de la Liga Premier o los dos grandes de la Liga española.
Y como es de entender, San Lorenzo lleva una especie de ejército de cerbatanas para hacerle frente al Real Madrid.
Ayuda divina
Los argentinos no estarán solos en Marruecos. Llevarán un contingente considerable de seguidores con ellos: unos 5000 y se esperan a algunos muy célebres como el actor de Hollywood Viggo Mortensen.

Por su parte, San Lorenzo, ha contado con algo de ayuda divina.
De los clubes tradicionales argentinos fueron los primeros en descender de categoría y los últimos en hacerse con la Libertadores.
Pero las cosas han cambiado desde que su más ilustre seguidor, el cardenal Jorge Bergoglio, se convirtió en el papa Francisco.
Sólo hace dos años, el club estaba muy cerca de ser descendido.
El cambio de presidencial también ayudó: Matias Lammens se puso a la cabeza del club, apoyado por el popular presentador Marcelo Tinelli.
El primer fichaje que hizo tenía la recomendación de Diego Armando Maradona: era el veterano centrocampista Juan Mercier, que mejoró la distribución del juego.
Eso y su disposición a aceptar responsabilidades lo convirtieron en el jugador más importante de toda la campaña de la Libertadores.
Eso, sin embargo, dice mucho de las limitaciones de un equipo que tendrá en frente a Cristiano Ronaldo y compañía.
Brecha de talento
En los últimos meses se ha enfatizado la brecha de talento entre los dos equipos. El Real Madrid ha añadido a su cartera de jugadores al jugador revelación del Mundial, el colombiano James Rodríguez.

Por su parte, el San Lorenzo ha perdido jugadores que fueron claves en la victoria de la Libertadores.
El prometedor delantero Ángel Correa fichó por el Atlético de Madrid, mientras que el centrocampista de ataque Ignacio Piatti se sumó a las filas del Montreal Impact.
El central Santiago Gentiletti también dejó el equipo aunque su lugar lo ocupó el veterano capitán de Colombia Mario Yepes.
Buffarini y Mas son una apuesta interesante para el ataque, Mercier y Ortigoza dan solidez al centro del campo y Gonzalo Verón y Barrientos son una amenaza en las bandas.
Pero el entrenador Edgardo Bauza estará al tanto de que puede ser difícil conseguir espacios con el Real Madrid.
De hecho, Bauza era entrenador del LDU de Ecuador cuando el equipo sudamericano perdió por un solo gol ante el Manchester United en la final de hace seis años y probablemente esta vez también tenga una estrategia cauta en mente.
¿Conseguirá la victoria este sábado?