¿Qué esconden?

Por Teresa Gurza

El que sigue y otros anuncios similares salen casi todos los días en varios diarios, yo los he visto en Reforma, y decenas de ellos llegan a cada rato a mi correo electrónico de parte de tres o cuatro portales de empleos; entre ellos, Trovit y Todoclasificados.

Y dicen; “Contrataciones inmediatas junio y julio de 2016 a amas de casa, pensionados, estudiantes, jubilados y cualquier persona desempleada sin discapacidades motoras de 18 a 55 años hombres y mujeres; éstas siempre y cuando no estén embarazadas ni tengan hijos pequeños”.

Agregan que no se necesita experiencia; garantizan trabajo durante todo el año e informan que atienden únicamente tras concertar una cita por teléfono a los números 5572194460, 5567129816, 5568751969, 5573265474, 5547860870, 5574005566 y 5574593336. o enviando whatsapp a 5520106855 5572194460.

Todos tienen el mismo texto; pero cambian los teléfonos y los nombres de las personas “que invitan”, generalmente mujeres que supuestamente serán las empleadoras:
Sonia Mejía, Luna Gaytán, Adriana Bautista, Adriana López, Silvia López, Michelle Castillo, Camila Ortiz, Silvia Velázquez, Paola Ramos, o el licenciado en Recursos Humanos Raúl Luyando.

Cambian también, los productos a empacar; que pueden ser entre muchos más, cotones, llaveros coleccionables, cosméticos varios, tenis, lencería fina, camisetas deportivas, servilletas, gomas, lápices de colores, carritos de colección, pulseras, artículos escolares, juguetitos para bebés, canicas, o globos.

Ofrecen ganancias de mínimo tres mil pesos semanales; y advierten que como pagan por pieza, el pago va en dependencia de lo que cada persona quiera o pueda hacer.

Prometen entregar y recoger los materiales en las casas de quienes los van a empacar, totalmente gratis, sin inversión y sin tener que pagar depósito o fianza; y advierten que tienen vacantes en Ciudad de México y en todos los municipios de los estados de México, Hidalgo, Querétaro, Puebla, Tlaxcala y Morelos; “hay tres mil para cada municipio o delegación”.

Intrigada por esa aparentemente tan fácil y conveniente forma de ganar dinero, les llamé.

Contestó quien dijo llamarse Angélica Flores; muy amable me preguntó si contaba con un área de unos dos metros y una mesa grande, y me citó para dos días después; a mis preguntas respondió, que el trámite duraría en total unas tres horas y luego se salía ya con el contrato firmado y que por supuesto no era engaño ni se trataba de vender nada; y que debía acudir a Bolívar 120 segundo piso, en el centro de la Ciudad de México.

Por aquello del requisito de la edad, que yo no cumplía, le pedí a una muchacha hacer ella el trámite; le dije que yo la acompañaría y nos fuimos al antiguo DF.

Llegamos al edificio y entramos a una oficina medio destartalada y con solo sillas y dos mesitas; ocho empleados, ellas con ropa escotada y como de fiesta y ellos trajeados, atendían a 42 personas de diferentes estratos; pero todas con caras expectantes y semblantes ilusionados.

Después de cerca de hora y media, pasaron a mi amiga y dos solicitantes más, a un cubículo para la entrevista “personal”; que no duró más de cinco minutos para los tres; porque el hombre que la hizo, no les preguntó nada; solo les pidió mostrar la credencial de elector.

Tras eso le dieron a ella un papel sin membrete y con el número 24 en una esquina, que dice “PASE DE ACCESO A EVALUACION, invitada por Silvia Morales; asesoró Juan y un apellido ilegible; favor de acudir presentable y con puntualidad”.

Al reclamar la razón por la que nos aseguraron que el trámite duraría un día; respondieron que lo hacían para que no fuéramos a descorazonarnos y perder la oportunidad, al saber que serían tres.

El primero servía, dijeron, para que la empresa conociera a las personas; el segundo los interesados irían a la fábrica, inexistente según me consta, y el tercero, enseñarían el método de empaque.
Pregunté cual método, porque no es lo mismo empacar canicas, que sostenes; no respondieron.

De vuelta en casa, vi en Internet denuncias de quienes buscando trabajar desde casa acudieron a varias citas, para finalmente tener que pagar varios miles de pesos a cambio de perfumes, que “como muestra de lealtad a la empresa”, debían vender en la Zona Rosa.

Pero, todo es raro y debe haber algo más de fondo; porque nadie paga anuncios diarios sin obtener beneficios y a nosotras, ni nos pidieron dinero ni nos dieron productos.

¿Qué esconden y por qué las autoridades no han investigado?

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