Rogelio Guerra

Rogelio Guerra. Foto archivo.
Rogelio Guerra. Foto archivo.

Por Teresa Gurza

Hace ya 40 años, 20 de enero de 1977, que enviada a Washington por el periódico El Día, cubrí la ceremonia de asunción de James Carter; con su cauda de bailes inaugurales de boletos carísimos para reponer en algo, lo gastado en la campaña; y a los que el nuevo presidente y su esposa Rosalyn, llegaron elegantísimos y en medio de nevadas preciosas, para solo bailar unos minutos e irse al festejo siguiente.

Así se usaba en esos años que eran más amables y sin tanta violencia.

Y ahora no quiero escribir sobre cuestiones que no conozco bien, como la intrigante entrega del Chapo a Estados Unidos horas antes de la toma de posesión de Trump; lo que le puede indicar que el nuestro es un gobierno agachón, regido por el miedo a su látigo.

Y para olvidar por un rato las balaceras en Cancún, la tragedia en el colegio de Monterrey y la poca solidaridad de políticos como el titular de la Comisión de Derechos Humanos, Luis Raúl Gutiérrez, que cuando le preguntan si le parece justo su bono navideño de 500 mil pesos, huye de la prensa mascullando “lo aprobó el Congreso”, escribiré sobre el actor Rogelio Guerra, porque inspira su fortaleza tras una lesión cerebral que no le deja hablar y moverse, pero que según dijo su esposa Maribel Robles “no le impide sonreír y disfrutar el día a día”.

Junto a Verónica, hija de Valentín Pimstein inventor de las telenovelas, lo entrevisté hace poco más de un año para un libro que finalmente no se concretó.

Y en esa entrevista nos contó, que Pimstein captó su potencial como actor, al verlo en una película, porque estaba vetado por Televisa para hacer telenovelas; veto que terminó en 1974, cuando lo llamó para un papel secundario en Ha Llegado una Intrusa.

«Me fue acolchonando hasta finalmente darme el protagónico de Los Ricos también lloran”, sin duda la más vista y emblemática de las telenovelas producidas por Pimstein.

Guapo y alto, hacía con Verónica Castro una linda pareja; pero nadie imaginó el éxito que alcanzaría esa telenovela; con la que además de fama, Televisa ganó muchísimo dinero, porque la vendió a 150 países y se tradujo a 28 idiomas, entre ellos el ruso.

Verónica y Rogelio fueron convirtiéndose en ídolos en los lugares donde la telenovela pasaba, sobre todo en Rusia; donde fue vista por 200 millones de personas y tuvo tanto impacto, que mientras estaba al aire se suspendían los balazos entre Georgia y Rusia, que entonces estaban en guerra.

Y sin saber bien la fama alcanzada, Rogelio aceptó en 1992 el ofrecimiento del gobierno ruso para hacer una gira por 14 ciudades de ese país.

La invitación precisaba que debía presentarse en salones y firmar autógrafos, pero Rogelio quiso hacerlo bien y llegó con un show completo que incluía música y videos de su vida como actor; “con fotografías de diferentes edades para irlos acostumbrando a verme, porque en esa fecha ya yo tenía el pelo cano”.

Fue el acabose; la gente lo ovacionaba y el escenario se llenaba de flores y obsequios; en Moscú, abrieron especialmente para su esposa, el museo de huevos Fabergé; los sentaron en el antiguo palco real del Teatro Bolshoi; y soldados les hacían valla dondequiera.

Y muchas veces Rogelio interpretó su papel como Luis Alberto el galán de Los Ricos, acompañado de muchachas del público que repitieron en ruso y de memoria, los parlamentos de Verónica Castro.

Pero todo poco, para lo que después sucedería; porque una consulta a la población acerca de si el saludo de Año Nuevo a la nación, lo debía dar él o el presidente Yeltsin, la ganó Rogelio; quien vestido de smoking, a las doce de la noche del 31 de diciembre de 1992 se comió las 12 uvas y deseó a toda Rusia, oficialmente y en cadena nacional, un feliz 1993.

Y repitió el numerito el 7 de enero, día del Año Nuevo Ortodoxo.

“Después de lo que viví en Rusia, me puedo ya morir tranquilo”, nos dijo.

Televisa no aquilató la importancia publicitaria de lo sucedido y cuando Rogelio le mandó al entonces director del noticiero principal Guillermo Ortega Ruíz el video de la gira, le fue devuelto con una tarjetita y las palabras: ‘muy interesante tu material; muchas gracias’.

Cualquiera diría que con tanta fama, Rogelio es millonario; pero en 34 años de regalías por su actuación en Los Ricos, ha recibido solamente NUEVE MIL DOLARES.

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