Situaciones ambivalentes en el fútbol salvadoreño

Niños y jóvenes escuchan a su instructor sentados en una cancha que no es de lo mejor para practicar deporte. Foto cortesía.

Por Gerardo Chicas

SAN MIGUEL, El Salvador.- Hablar de fútbol en nuestro país es referirse primero a la carencia de recursos de los clubes y la escasez de talento en nuestros jugadores.

Referirse al fútbol infantil es ver una lucha diaria de altruistas entregados y también oportunistas que quieren sobrevivir de este medio, ligas infantiles donde no está claro en la mente de nadie qué es el fútbol formativo.

Entrenadores que se capacitan por cuestión de ego y no por aprendizaje y posterior enseñanza, voluntarios que forman jugadores de manera empírica, más apegados a la realidad del fútbol o asemejando la formación integral de los niños.

Lamentable no tener la verdadera idea por qué se tiene que realizar esa labor; ligas que no tienen el más mínimo apoyo de empresas privadas, ni gubernamentales. Y es ahí donde la ayuda requiere un apoyo de implementos deportivos, indumentaria, capacitación y hasta de infraestructura.

Algunos pensarán que «donar» o aportar un par de trofeos es una labor completa o quizás en su idea compensa el más mínimo de los esfuerzos de los equipos participantes, donde se realizan gastos semanales y hasta financiar su propia preparación técnica.

Foto cortesía.

Las ligas infanto-juveniles es el punto donde los niños deberían de tener todo a disposición, para poder desarrollarse.

Y en todos los niveles infantiles surge este fenómeno: falta de apoyo o nula inversión de ningún sector y en algunos casos pequeños emprendedores o comerciantes en pequeño hacen esta labor.

El siguiente paso del juvenil podría ser llegar a ligas medias o Primera División federada de ADFAS, categoría que cuenta con una población grande de equipos, financiados por compatriotas en el exterior o algunos empresarios de clase media, que apoyan equipos de sus respectivos municipios y cantones, donde alguna vez tuvieron la oportunidad de jugar al fútbol.

Equipos qué no tienen nada de relación con la formación de infantiles, y donde los atletas juveniles son un compromiso o requisito a cumplir, en contra de la voluntad de los propietarios o administradores de los equipos antes mencionados.

Foto cortesía.

Desde las primera categorías federadas o afiliadas a la Federación de Fútbol de El Salvador, se nota el poco interés de mejorar nuestro fútbol; acciones discriminativas que van desde actuar contra un niño ante la falta de talento, y llegar al sector más sucio de corrupción en los entes que rigen nuestro fútbol, que empaña el funcionamiento de competiciones en nuestro país.

Organizaciones que sirven de escaños para personas que no tienen la más mínima idea de fútbol, o administración organizativa de torneos o manejo de reglamentos y/o bases de competencias.

Talvez sean líderes con astucia de involucrarse en este medio, hasta lograr posiciones donde puedan desarrollar sus intereses personales.

De eso y más está esclavo nuestro pobre fútbol, dar un paso a la Liga de Plata es encontrarse con carencias de pagos y viáticos acordados a los jugadores.

Ligas que cada vez se vuelven más difícil para los equipos, donde los requisitos impuestos aprietan más el bolsillo de los propietarios.

Una liga más que se ve afectada ante la falta de apoyo del sector privado; y que requiere de muchas aportaciones de diferentes miembros para sobrevivir.

Por si esto fuera poco, la difícil tarea de ascender donde se encuentra todo tipo de tropiezos, hasta de la misma organización o ente administrador, esto se puede observar desde primera amateur, que contempla lo que sería 4a división de nuestro país, hasta la Liga Mayor profesional de nuestro fútbol; donde el equipo con mayores posibilidades económicas siempre tendrá todo a favor.

Adentrarse en el fútbol salvadoreño es encontrar una diversidad de problemas increíbles del que nadie gusta mencionar, y testigos que viven ese día a día sin poder exponer dichas situaciones.

Podríamos enumerar situaciones como clubes grandes, que tienen la posibilidad de tener casa club o algo parecido a un mesón, o algunos alquilan casas en residenciales o colonias, para albergar a extranjeros sin dietas alimenticias establecidas, y clubes que no cuentan con chequeos médicos para sus atletas.

Técnicos que viajan en buses interdepartamentales con un gran esfuerzo. Y a los que en algunas ocasiones su posibilidad les permite disfrutar un café y una “cora” de pan, para empezar el día, porque el club les adeuda parte del mes anterior.

Jugadores juveniles a los que se les niega una oportunidad, porque en nuestro fútbol ya no hay competición leal, y la selección de jugadores se maneja con aquella frase: “talento no compite con cuello”.

En muchas ocasiones y por años, jugadores en el oriente del país realizaban viajes desde cantones aledaños a las faldas del volcán, para poder jugar con una reserva de los dos equipos migueleños, haciendo su máximo esfuerzo, hasta pidiendo un aventón en camiones o algún buen amigo que les pudiera acortar el viaje.

Mencionar el tema de jugadores juveniles es triste; ver como talentosos jóvenes se quedan sin oportunidad de cumplir sus sueños.

Quizás lo más lamentable es la falta de apoyo hasta de los equipos profesionales como se les llama. Juveniles a los que se les ofrece viáticos pero no les cumplen esa promesa. En ocasiones viajan a otros departamentos y no les brindan ni el almuerzo respectivo del día.

Así permanecen los jóvenes prestando sus servicios en las reservas, con el sueño vigente de un día tener la oportunidad.

Con esa promesa y dejando atrás otras oportunidades (estudios), los mantienen cumpliendo sus obligaciones que la Liga Mayor les pide a los clubes, mantener la categoría de reservas.

Isaac Garmendia (a la derecha). Foto cortesía.

Cierro la nota con el caso de un jugador migueleño (Isaac Garmendia), que en su paso debutó en la Liga Mayor en Pasaquina, equipo descendido administrativamente, y este joven jugador talentoso en su posición de volante de contención, nunca más encontró una oportunidad en otro equipo, ni en Segunda División profesional.

Así de escasas son las oportunidades en nuestro fútbol. Hasta que un día regresó a una reserva, donde en algún momento le ofrecieron $50.00 en concepto de viáticos y nunca le cumplieron; es ahí donde decide retirarse del fútbol antes de jugar una semifinal, empezar a laborar y tomar un curso de barbería donde hoy desarrolla su talentosa mano izquierda.

Garmendia es un jugador completo que podría desempeñar su potencial en cualquier equipo de la Liga Mayor actualmente.

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