Foto: Miguel Angel Alvarez/ML News
Por Elmer Palma
Yo celebro que Nayib Bukele gane la reelección en El Salvador. Yo celebro la esperanza perdida que ha resurgido en todo un pueblo sufrido.
Las historias se repiten cuando se olvidan y ahora es nuestro turno. Es hoy que nos toca a nosotros equivocarnos en grande como lo hicieron los alemanes en los años 30 con Hitler, como lo hicieron los cubanos con Fidel, como lo hicieron los venezolanos con Chávez, como lo hicieron los chilenos con Pinochet, como lo hicieron los nicaragüenses con Ortega.
Asimismo, como lo hicieron los franceses con María Antonieta, el rey Luis y después se reengancharon equivocándose con Bonaparte. Les siguieron el guion del libreto Sadam Husein en Iraq y Gadafi en el Libia. Y si los españoles se equivocaron con Franco y los italianos con Mussolini y después lloraron ¿Por qué nosotros no podríamos también ?.
Todos ellos fueron extremadamente populares y queridos en sus pueblos por las esperanzas que despertaban. El llanto y crujir de dientes vinieron después. Cuando ya era tarde.
Todos ellos hicieron cosas muy buenas para ganarse a la gente y luego se impusieron a la fuerza para quedarse y no dejar el poder.
Encarcelaron inocentes, mataron a miles, expulsaron para quitarse estorbos.
La técnica de fiesta, pan y vino siempre funciona.
Nosotros nos habíamos tardado, ya es tiempo que nos equivoquemos y nos tocó con Bukele. La esperanza ahora vive en nuestra gente.
Ya vino Miss Universo, ya vino Messi, ya vinieron los Juegos Centroamericanos. No hubo pan, pero vinieron.
La Constitución sigue diciendo que es ilegal la reelección en El Salvador y el desmantelamiento de las instituciones democráticas está en marcha. Tapémonos los ojos y pretendamos que estamos ciegos. Equivoquémonos como los grandes de la historia, al fin de cuenta, ni las hemos leído.
Tenemos el aval de Dios.
