Por El Lector Americano
Puerto Rico, 10 de agosto de 2023.- Es así, más allá de veranos y de vacaciones, aquí estamos otra vez. Y no es que estemos llegando. Porque nunca nos vamos del todo. Porque siempre permanecemos y ensayamos para quedarnos. Siempre desde la primera noche en San Juan y sin final a la vista. Y pienso en que es como si los taínos virtuales de esta isla atacasen ya en el principio de un relato prehispánico. Porque somos turistas en tránsito en que vive el 11% de la humanidad. Buscadores de esquinas, atardeceres y sonrisas eternas, en los recodos de una ciudadela como lo es El Viejo San Juan. O en una especie de invasión de móviles y de selfie sticks y de risas (recuerdo los tiempos en que los turistas querían no parecer turistas por pudor y por educación y porque iban a otra parte a integrarse a ella y no a desintegrarla), con el cuerpo resignado y vencido de una ciudad que no sabe muy bien qué hacer con ellos pero que los necesita, porque está en una nación que no acoge refugiados pero sí da la bienvenida a visitantes… Aquí vamos…

¿Cuántos turistas visitan realmente Puerto Rico? ¿Es cierto que es el tercero en el ranking de los estados o territorios norteamericanos que vienen y se van? No lo sé. Me da abulia buscar números turísticos si el tema es el placer. Pero sí sé que el volumen de visitantes se ha triplicado en los últimos seis años. Sobretodo desde Estados Unidos porque, luego del Huracán María, de escándalos políticos de “Roselló 2 Ándate”, se hizo una ley que favorece a los ciudadanos norteamericanos a comprar propiedades sin pagar impuestos de ningún tipo. Y así, el número de turistas Airbnb andan sueltos superando por mucho al turismo interno en la isla. Pero también hicieron crecer el precio de las propiedades costeras, y otras —con respecto al costo de vida los habitantes boricuas—, los cuales se sienten más y más como rehenes librados a la especulación inmobiliaria en un lugar donde Dios parece que nunca tuvo su residencia.
Como si los eslogan del neoliberalismo hayan plantado su bandera en esa entelequia público/privado, y dejase de ser un mal sueño, y pasase a una realidad cierta de portorros extraídos de la ciudad caribeña a costos impagables, aún más caras que Roma y Barcelona.
Pero convénganos en algo, dirá un memorioso del cambio de los tiempos y los aprietes, porque este movimiento de gentes por gente tiene un fundamento bibliográfico. De que hay una lista de especímenes y hombres que contaron otros desplazamientos en la historia y la ficción: Petrarca y Herodoto; y Marco Polo, Von Humboldt y Charles Darwin. También Robert L Stevenson y Charles Dickens y Henry James. O viajeros inamovibles como Emilio Salgari y Julio Verne. O un poco más acá, la Generación Perdida y los Beatniks. O Naipaul y el nunca bien ponderado Bruce Chatwin, de Patagonia forever. Oye, esa gente que viajaba para contar, y cuyos viajes nos sirven para buscarle la vuelta al tedio de los tours todo pago y fideos con tuco. O saber qué tan necesario eran esos ancestrales Tours de estudiantes europeos para conocer el mundo (viajes de estudios se llamaban), que eran el pretexto para aprender idiomas y “conocer” mapuches, aymaras, quechuas, porteños, cubanos socialistas re simpáticos, o gente que va y viene por allí, etc. O esas experiencias de chicas norteamericanas rubias, con culo de palo, pero con más dinero para enganchar europeos de dudosa calaña y decadentes, pero con título de nobleza de bajo coturno. No como los iletrados y rascas viajeros de bajo costo de hoy, que solo viajan por este mundo para beber y vomitar o mearse sobre estatuas, mientras emiten enseñan sus tetas a cambio de unos chupitos de ron en las Islas Baleares. Pues bien, todos esos (o cierta parte noble y digna del movimiento viajero que demuestra su cultura andando) sigue ahí, pero hay que buscarla, e incluso leerlo otra vez para vivir la aventura turística con donaire. Y de ser posible, ojalá, sin volar en líneas aéreas paranoicas de Low Cost que te dan una patada en el traste cuando bajas de sus naves con olor a perro mojado.

Como en casa
Viajar leyendo o como en casa, o en Airbnb, está… no sé cómo decirlo… bien. Pero la verdad es que solo conoces el costado de la ciudad elegida, o una esquina de ese mundo parisino, romano, madrileño o portorro, porque te niega ese lado de turista accidental de la experiencia no-ficción del clásico hotel. O esa realidad del desayuno hotelero que te entrega una postal certera del viajero posible. Y, por lo contrario, lo cierto es que los Airbnb te dan cuenta de la historia de inquilinos de toda la vida desahuciados para hacerte a ti como inquilino de todos los veranos (y todas las otras estaciones del año también), en departamentos alquilados por particulares que luego los realquilan a booking.com. Que junto a la fiebre de encuentros y congresos, hoy se llevan a cabo en sitios donde alguna vez hubo casas de gente del lugar, y hoy fueron desplazados a una hora de donde tú paras. “Viviendas turísticas” donde alguna vez se apretujó una familia de cinco miembros. Pero el mercadeo es así: te lo vende como el sueño turístico real realista pero parando donde otros vivían. ¿Turismo o invasión del “otro sobre nosotros”? Mmmm… lo cierto es que se dan cifras de millones de dólares, y personas que vienen y vienen y siguen viniendo a lo lugares antes no turísticos por cosas raras que pasan en París o en Londres, o en playas exóticas, y el nuevo turista termina quedándose en una barriada de gente como uno. Como ese viejo paseo de los pobres para ir al puerto a ver llegar a esos cruceros cada vez más parecidos a colosales naves del tipo Titanic, pero sin banda ni capitán hundido.
No todo lo que brilla es oro
Y en las paredes un día llegaron los grafitis escritos en inglés donde se leen leyendas/slogans como: “Todos los turistas son unos cerdos”, “Si es temporada turística, ¿por qué no dispararles?”, “Turista: usted es un okupa”, “Bienvenido a ultramar: ya puedes bajar la cortina” o el clásico “Turista, Go Home”. Eso se lee en algunas ciudades de Europa, Latinoamérica y aquí en el Caribe. Otros son más extendidos en sus demandas, y dicen: “Bienvenidos, Turistas: el alquiler temporario donde dormirá en este barrio destruyó la pertenencia, y promueve la especulación inmobiliaria de los vecinos, que están obligados a irse. Disfruten de su estadía”. Incluso lo están escribiendo en alemán como “Tourism Match Frei”. (Si alguien lo traduce, agradecido). Y hasta hay unos que buscan aterrorizar a los posibles visitantes con noticias de incendiarios y ataques de zombi y el asesinato de Ricardo Arjona, y al otro, el que no tiene pelo, el de Amazon.
Las autoridades están preocupadas, un poquito, un poquito no más… y los hoteleros se agarran las nalgas porque, como a los taxis, les salió un “Uber inmobiliario”, e incluso ya se ha anunciado la creación de “una comisión” para nunca saber cómo viene la mano en el futuro próximo. Pero lo cierto es, que los turistas adoran las grandes ciudades, tipo Madrid, Roma, París, Barcelona, San Juan de Puerto Rico, Buenos Aires o Renca City (le otorgan una nota global de 8,7), pero no pueden dejar de señalar que su mayor problema no es que no hayan llegado demasiados turistas… si no también han habido muchos emigrados o expulsados de las ciudades mencionadas.
Odio que me haces mal
Viendo YouTube y sobretodo el panorama de los “opinionator” en Instagram, me enteré que hay muchos ciudadanos de ciudades “re turísticas”, que “re rechazan” a los turistas. Son lugares de odiadores de turistas y allí aparecen Madrid, Barcelona junto a Venecia, Tailandia, Amsterdam y Santorini en Grecia, en algunos baños termales de Japón, París, Berlín y Arlington, Virginia. Dicen que en Renca y San Juan la cosa está tomando color de hormiga, pues al parecer los turistas accidentales son la principal preocupación de los que viven allí: tampoco el billete no alcanza. Pero un caso muy patético se está dando en Puerto Rico, pues las rentas e hipotecas se han disparado por las nubes porque los extranjeros se han comprado todo re fácil en Puerto Rico. Y mucha gente ya está mostrando los dientes. Simplemente están cansados del aumento de precios, de las veredas llenas de gente, de los ruidos nocturnos y —al mismo tiempo—, contradiciendo al alcalde de la ciudad, y al gobernador con 32% de votos de la isla, es que ese cierto crecimiento económico no es tal, porque los norteamericanos que se han comprado muchas casas, y edificios, han pagado cero de impuesto. Beneficio que el ciudadano puertorriqueño no tiene como beneficio si hiciera esa inversión. Y todo esto se acentúa mucho más cuando la isla está en crisis económica desde hace más de 10 años, y los dólares realmente no llegan a las arcas públicas. Y, pienso, por qué no cobrar impuestos a la renta a estos nuevos habitantes portátiles en la isla. Después de todo —como lo dijo el gobernador del país— los puertorriqueños dependen de ellos mismos.
Hazte fama y échate a dormir
Y entre las visitas célebres que se han instalado en la isla, está la del bloguero Logan Paul, un tipo gigante y melancólico que se instaló aquí para contar todo lo que sufre por contarlo todo. Lo suyo es una lucha, sí, y —cuando algún funcionario de Puerto Rico se emocionaba pensando en la figuración de la Isla del Encanto en las noticias de mañana— Logan Paul informó a la muy concurrida concurrencia de su rueda de prensa, que ya tiene terminada una idea “sobre las cosas que tenía en un radio de no más de 10 metros de él mismo”. Dicen que prometió revelar allí muchos detalles sobre sus sobacos y alcanzar, por fin, el núcleo absoluto de su aporte a la comunicación social de las metáforas directas: describir sus nalgas peludas y mostrar su ombligo casto.

Ahora, —y esto lo adelantó como panorama cultural—, que quienes deseen tramas más movidas y panorámicas del mundo trashumante, ya se anunció para el próximo octubre de un nuevo aporte musical de Bad Bunny llamado ForresGumpamelo, que tendrá, quizás, a Logan Paul corriendo y atropellando gente por el Balneario del Escámbron descifrando códigos y símbolos en Costco Carolina, allí, en la 65 de Infantería. Lo que, seguro, devendrá en nuevos tours temáticos y en la alegría del gobernador Pierluisi por un nuevo éxito de la Marca Puerto Rico por sus cojones. Un rally turístico que transcurrirá también en Humacao y Ponce y Aibonito, porque hay que contentar a todos los viajeros y anfitriones y —según una histérica y orgásmica nota de prensa—, esto supondrá una respuesta a las dos preguntas que han obsesionado a la humanidad desde el principio de los tiempos: ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos?”.
En fin, se me vienen varias preguntas turísticas a la cabeza, mientras bebo una fría, y me como un bacalaíto a 40 grados Celcius de calor (unos 104 grados Fahrenheit) en Piñones. Y las respuestas son me dicen, vendan todo, que al final un lindo tsunami nivelará todo haciendo glú glú en el Caribe porque la calle está dura y seca…