Por Lourdes Elena García Bereau
No se hablaba de integración en Latinoamérica por aquel entonces. Acababa de triunfar la Revolución Cubana y otros proyectos más inmediatos ocupaban el quehacer intelectual de los últimos años de la década del 50.
Sin embargo, pocos meses después de la victoria -el 28 de abril de 1959-, nació la institución, que tuvo un lugar de recepción a partir de julio de ese año, en la casona del Vedado que sigue siendo su actual sede; también un sitio para los diálogos y la reunión, en un clima de renovación y respeto a la identidad cultural del continente.
Casa de las Américas, cuna de grandes escritores y abrigo necesario para el devenir de la literatura más autóctona y profunda de estas tierras, surgió así, sin más preámbulos, encauzada en las manos de Haydée Santamaría, una de las heroínas del Moncada.
Los destinos de cada nación, contados a través de sus escritores, comenzaron a emerger de la soledad intelectual que azotaba a Latinoamérica por entonces. Ahí está parte de la obra imperecedera de la Casa.
Con los años creció y se consolidó como un espacio para todas las artes, un puente entre músicos, teatristas y artistas plásticos, dispersos alrededor del mundo e interesados en vincularse con una institución comprometida con la verdadera integración.
Desde su fundación, Haydée impregnó de su visión, talento y sensibilidad los primeros pasos de una “Casa” universal, que hoy convoca a uno de los certámenes más importantes de todo el continente.
El Premio Literario Casa…, hijo pródigo del centro cultural, permite la confluencia de nuevos textos y autores sobre temas como la literatura brasileña, los estudios de la mujer, el cuento, la novela y los estudios sobre las culturas originarias, entre otros apartados.
Con más de cinco decenios de vida, el concurso ha fungido como referencia obligatoria para los más de 25 mil autores que apostaron por él en su devenir.
No es casualidad entonces, que se erija como pilar fundamental de la producción artística en el continente y posea excelentes loas a su labor.
Tampoco es algo aleatorio que personalidades como la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, encontrara en él un espacio para la expansión de ideas nacidas de las voces más humildes de la región.
Sobre el galardón, Ticio Escobar, político uruguayo señaló: “(…) el Premio Literario ha logrado sortear las inclemencias de los tiempos globales sin renunciar a su compromiso ético con la imaginación y el discurso, “con las herramientas que renuevan nuestra visión y nuestra acción sobre la realidad complicada del continente…”.
Además de este lauro, otros espacios de intercambio se abrieron con el decursar del tiempo. Así aparecieron los premios de Musicología, de Ensayo Fotográfico y otros de carácter honorífico, vinculados con la literatura.
Refugio y fragua. Más allá de un punto geográfico, Casa de las Américas significa para toda la Patria Grande de Martí y Bolívar un nexo entre las almas de cada región, de cada ser.
“Acá, en esta Casa, nos hemos sentido protegidos en nuestras ideas y ficciones cuando las dictaduras militares buscaban aniquilar los sueños y, después -ahora, mientras la racionalidad acumulativa del mercado intenta aplanar los terrenos de la cultura o segmentarlos, según la pura lógica de targets”, señaló Escobar, ex ministro paraguayo de Cultura durante el mandato presidencial de Fernando Lugo.
Por eso, la “Casa”, significa un espacio de resistencia cultural único en nuestro continente, capaz de impulsar la producción de modelos propios de sensibilidad y pensamiento, finalizó.
Fuente: AIN/ARGEN[PRESS.Info