Por Néstor Ikeda
Excorresponsal de Associated Press en Washington, DC
YouTube es hoy no es solo una plataforma de videos: es la primera línea donde las noticias se crean, se comparten y, a veces, se distorsionan.
Hay un video casero de solo 19 segundos que muestra a un jovenzuelo informando que se encuentra en el zoológico y que los elefantes que se ven al fondo “tienen trompas largas”. El video ha registrado ya más de 17 millones de “likes”, el autor, Jawed Karim, casi 6 millones de subscriptores y ha sido visto hasta ahora por unos 400 millones de espectadores. Titulado “Me at the Zoo” (Yo en el zoológico), el video es histórico: fue el primero que se subió a YouTube, plataforma de la cual Karim fue su entusiasta cofundador el 23 de abril de 2005. Un año después, en 2006, Karim y sus socios — Steve Chen y Chad Hurley– se volvieron multimillonarios. El sitio fue vendido a Google por 1.650 millones de dólares y 20 años después, se ha convertido en una plataforma de comunicación que se conoce en todos los países del planeta, recibe unos 500 videos por minuto y genera miles de millones de dólares en ingresos.
Una revolución mundial
En las dos décadas transcurridas, YouTube ha evolucionado de ser un sitio para compartir videos de aficionados a convertirse en una de las fuentes de noticias e información más poderosas del mundo. Con más de 2.500 millones de usuarios activos, no solo refleja los cambios en los hábitos de las audiencias globales, sino que también está moldeando el futuro mismo del periodismo, en una verdadera revolución mundial.
El salto de los videos caseros a las noticias serias se aceleró con momentos emblemáticos: grabaciones ciudadanas durante la Primavera Árabe, imágenes de desastres naturales y protestas transmitidas en vivo consolidaron a YouTube como un cronista en tiempo real de la historia. Ante restricciones o zonas de peligro, las redacciones de todo el mundo recurrieron a YouTube para acceder a documentación de primera mano. De pronto, el público dejó de ser solo consumidor de noticias para convertirse en un proveedor principal de información.
Apuesta rentable
Cuando Google compró YouTube en 2006 por 1.650 millones de dólares, todo el mundo decía que era una jugada arriesgada. Hoy, aquella apuesta ha resultado ser enormemente rentable: en 2023, YouTube generó casi 40.000 millones de dólares en ingresos publicitarios, representando aproximadamente el 10 por ciento de los ingresos totales de Google. Además de la publicidad, la plataforma sostiene su motor financiero con suscripciones pagadas a YouTube Premium, ingresos de YouTube TV y herramientas de monetización para creadores como SuperChats y Membresías de Canal.
Sin embargo, para los creadores de contenido individuales, el panorama económico es mucho menos seguro. Aunque YouTube promete independencia financiera, solo una pequeña fracción de sus usuarios logra alcanzarla. Estudios indican que menos del 4 por ciento de los YouTubers ganan lo suficiente exclusivamente de los anuncios para sostenerse a tiempo completo. Con pagos de entre 1 y 5 dólares por cada mil vistas, los creadores necesitan lograr éxitos virales o complementar sus ingresos con patrocinios, venta de productos y proyectos externos.
Amenaza existencial para la TV
Mientras tanto, la industria tradicional de televisión abierta —que alguna vez fue la autoridad indiscutida del periodismo audiovisual— enfrenta una amenaza existencial. Las generaciones más jóvenes, especialmente millennials y Gen Z, prefieren abrumadoramente plataformas como YouTube para informarse y entretenerse. Según encuestas recientes, YouTube se ha convertido en la principal fuente de noticias para los estadounidenses menores de 35 años, superando a las cadenas de cable y los canales abiertos.
Parte del atractivo de YouTube radica en su inmediatez y personalización. Los usuarios ya no deben esperar un horario fijo de transmisión, por ejemplo, las Noticias de las 6 P.M. Con YouTube pueden acceder a noticias de última hora, análisis y opiniones adaptados a sus intereses en cualquier momento. Además, YouTube ofrece perspectivas diversas que a menudo están ausentes en la televisión tradicional, desde periodismo de investigación independiente hasta narrativas impulsadas por comunidades locales.
Riesgo de propagar desinformación
No obstante, esta democratización también trae riesgos. La misma apertura que impulsa el periodismo ciudadano facilita la propagación de desinformación, teorías conspirativas y propaganda. YouTube ha tomado medidas para promover fuentes verificadas mediante secciones de “Últimas Noticias” y ajustes en sus algoritmos, pero los críticos advierten que los desafíos, especialmente con la llegada de los deepfakes y el contenido generado por inteligencia artificial, siguen siendo enormes.
Al celebrar su vigésimo aniversario, YouTube se consolida como aliado y rival del periodismo. Ha amplificado millones de voces mientras desestabiliza los modelos económicos que históricamente sustentaban a las redacciones profesionales. Su papel futuro dependerá menos de innovaciones tecnológicas que de su capacidad —y la de los periodistas— para sostener los principios de veracidad, confianza y servicio público en un panorama mediático cada vez más fragmentado.
Una cosa, sin embargo, ya es innegable: la era en que la televisión reinaba sola ha terminado. En su lugar, emerge un nuevo poder mediático descentralizado, digital y construido sobre las olas pixeladas de una plataforma que, alguna vez, fue vista solo como un refugio para videos de gatos y bromas virales.
YouTube ya no es solo un sitio donde se comparte la noticia: es el escenario mismo donde la historia se desarrolla en tiempo real.