Declaración de CAP sobre estrategia de Obama en Afganistán

Luego de meses de deliberación internacional, la administración Obama delineó su estrategia para Afganistán en un discurso a la nación desde West Point. El Presidente Barack Obama aumentó y profundizó el compromiso estadounidense con Afganistán y trazó una estrategia para “interrumpir, desmantelar, y vencer a Al Qaeda y sus aliados extremistas y prevenir su regreso a Afganistán y Pakistán”.

Ahora que el presidente ha expuesto sus argumentos para seguir adelante, líderes del Congreso y políticos deben seguir presionando a la administración y a las agencias gubernamentales responsables de realizar esta tarea de que provean detalles adicionales sobre cómo piensan operar esta estrategia. Como hemos propuesto en una declaración previa, antes que el Congreso apruebe un financiamiento adicional debería solicitar a la administración Obama que defina una clara lista de objetivos con medidas acompañantes y una estrategia de implementación que cumpla con lo siguiente:

• Establecer un margen de tiempo flexible para el retiro de soldados estadounidenses.

• Asegurar que la misión sea una colaboración con nuestros aliados internacionales.

• Presionar a Pakistán para enfrentar a los extremistas dentro de sus fronteras.

• Requerir buena gobernabilidad y reformas internas en Afganistán.

• Realizar planes sobre cómo la guerra será financiada.

Adicionalmente, el Congreso debería formular preguntas claves sobre la estrategia. Estas incluyen:

El estado de la misión de capacitación: El Congreso debería presionar a la administración sobre cómo planea mejorar la notable baja tasa de retención y ausencia del Ejercito y Fuerzas Policiales Afganas. Un componente clave de la meta del presidente es el traslado de las responsabilidades de seguridad hacia las fuerzas afganas, empezando tan pronto como el 2011. Según se informa, el Pentágono todavía no ha determinado la combinación exacta de capacitadores y tropas de combate que serán desplegadas como parte de la cifra de 30,000 autorizada por el presidente.

El consistente déficit de capacitadores para la policía y ejercito afgano han debilitado nuestros esfuerzos de capacitación. El establecimiento de una nueva directiva de capacitación de la OTAN bajo el Teniente General William Caldwell señala la nueva prioridad que la coalición piensa dar a la capacitación, pero una prudente supervisión del proceso por el Congreso será necesario para asegurar que las fuerzas de seguridad mejoren en calidad al igual que en cantidad, y que se mantenga una institución multiétnica representante de todo Afganistán.

Más aun, la administración y sus aliados de la OTAN deberían ser presionados a desarrollar planes más claros sobre como el gobierno afgano eventualmente tomará la responsabilidad de los costos de sus fuerzas de seguridad, las cuales actualmente dependen del apoyo de donantes internacionales para sostener sus niveles actuales. El Congreso también debería sugerir pautas que se usarán para decidir si las tropas pueden ser retiradas en 18 meses.

Relaciones con funcionarios a nivel local e iniciativas de seguridad locales: La administración se ha referido pública y privadamente a planes para esquivar el gobierno central y tratar más directamente con funcionarios provinciales o locales que ha determinado pueden cumplir con resultados. Pero ha dado pocos indicios sobre qué pautas usará para establecer estas relaciones o cómo serán dirigidas. Mientras que el proceso Bonn del 2001 forjó una constitución para Afganistán que fue altamente centralizada en la oficina de la presidencia, hay un grave riesgo de empeorar la fragmentación del país si los Estados Unidos perpetúa la estrategia de empoderar a lideres fuertes locales vistos como capaces de cumplir con nuestras necesidades de seguridad a corto plazo, lo que en gran medida se ha hecho en el país hasta la fecha.

Estudios adicionales han indicado que la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad de la OTAN, con algún grado de asociación con el ministro del interior afgano, planea instituir una “iniciativa para el desarrollo comunitario” que pagaría a grupos de milicia locales para resistir al Talibán. Pero poca información está disponible sobre cómo estos grupos serán constituidos, supervisados, financiados, o integrados hacia los actuales servicios de seguridad.

Corrupción, justicia, y la reforma política: El Presidente Obama identificó la corrupción y la responsabilidad como temas claves, pero dijo poco sobre la provisión de justicia y la resolución de disputas a nivel local o provincial en Afganistán, ya que la ausencia de esto ha impulsado la insurgencia del Talibán. El fin a los “cheques en blanco” para el Presidente Hamid Karzai es un comienzo necesario para tratar con la corrupción, pero las condiciones en las cuales los Estados Unidos estaría listo para retirar su ayuda al gobierno y los pasos siguientes que se deberían tomar después todavía no han sido claramente establecidas.

Relaciones con Pakistán: El presidente estaba en lo correcto en enfatizar los esfuerzos para colaborar ampliamente con Pakistán para formar una relación “construida en el interés mutuo, respeto mutuo, y confianza mutua” y aportar recursos a fin de apoyar su democracia y desarrollo. Pero eludió la pregunta sobre que constituiría este apoyo y cuales serian los próximos pasos, en los talones de las visitas de la secretaria de estado y la reciente aprobación de legislación sobre un aumento de asistencia.

El presidente tampoco identificó una clara distinción entre los diversos grupos militantes operando en Pakistán, confluyendo el Talibán afgano con el Talibán pakistaní. Mientras los otros grupos se enfocan en atacar a Pakistán, el Talibán afgano y otros militantes como Lashkar-e-Taiba operan con el apoyo tácito de Pakistán. Diferencias subyacentes continúan entre las concepciones estratégicas pakistaní y estadounidenses sobre las amenazas que representan estas milicias violentas. La administración debería dar más detalles sobre qué iniciativas diplomáticas o de asistencia planea usar para cambiar la calculación que existe en el establecimiento pakistaní con respecto a India y Afganistán.

Costo de la Guerra: El presidente reconoció el costo de la guerra—estimado a llegar a $30 mil millones en operaciones militares anuales— por encima de los $60 mil millones ya adjudicados para la misión para el año fiscal 2010, después el envío de tropas adicionales. Pero Obama todavía no ha dado detalles específicos sobre cómo estos costos pueden ser pagados. Se debe presionar a la administración a buscar compensación dentro del presupuesto de base del departamento de defensa para financiar la guerra.

El Center for American Progress ha identificado nueve de estas compensaciones en “Building a Military for the 21st Century,” difundido el diciembre pasado. Reduciendo o eliminando estos programas proveería suficientes ahorros para pagar las 30.000 tropas adicionales y para mantener nuestra solvencia fiscal, además de permitir un enfoque en lo que el presidente ha referido como “re-construcción de una nación en casa (nation building at home)”. Estos pasos podrían disciplinar nuestro proceso de financiación de defensa para que el dinero de los contribuyentes estadounidenses sea usado sólo para los programas vitales de la defensa nacional de nuestro país.

CAPCAP

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