Pablo Neruda

Oda a la alcachofa

 

La alcachofa

de tierno corazón

se vistió de guerrero,

erecta, construyó

una pequeña cúpula,

se mantuvo

impermeable

bajo

sus escamas,

a su lado

los vegetales locos

se encresparon,

se hicieron

zarcillos, espadañas,

bulbos conmovedores,

en el subsuelo

durmió la zanahoria

de bigotes rojos,

la viña

resecó los sarmientos

por donde sube el vino,

la col

se dedicó

a probarse faldas,

el orégano

a perfumar el mundo,

y la dulce

alcachofa

allí en el huerto,

vestida de guerrero,

bruñida

como una granada,

orgullosa,

y un día

una con otra

en grandes cestos

de mimbre, caminó

por el mercado

a realizar su sueño:

la milicia.

 

Oda a la cebolla

 

Cebolla

luminosa redoma,

pétalo a pétalo

se formó tu hermosura,

escamas de cristal te acrecentaron

y en el secreto de la tierra oscura

se redondeó tu vientre de rocío.

Bajo la tierra

fue el milagro

y cuando apareció

tu torpe tallo verde,

y nacieron

tus hojas como espadas en el huerto,

la tierra acumuló su poderío

mostrando tu desnuda transparencia,

y como en Afrodita el mar remoto

duplicó la magnolia

levantando sus senos,

la tierra

así te hizo,

cebolla,

clara como un planeta,

y destinada

a relucir,

constelación constante,

redonda rosa de agua,

sobre

 

AREGNPRESS.Cultural

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos Relacionados