Por Guillermo Henao
¿Por qué este deseo de ex-presarse?
¿este deseo reiterante de gozar?
¿esta necesidad de placer?
Además, ¿cuál es tu
ademán inicial?
O tú, señalado como hacedor de cosas (es decir, todos),
si dejas de ignorar
que ya han descubierto tus descubrimientos,
¿para qué vivirías?
¡Para actuar! ¡Para actuar!
“Pero nosotros continuaremos con nuestra fata morgana”
-dicen ellos-,
“con nuestra isla de ensueños”.
Mas no queremos éticas y verdades universales.
No es nuestro único propósito el pensar,
ni el pensar en el actuar,
ni sólo pensar en el pensar.
Como dijo un barrendero:
“quien no actúa como piensa
termina pensando cómo actúa.”
Porque, ¿de qué nos sirve la retrospectiva?
Nos ponemos a comparar: librosylibrosylibros,
escuelas tras escuelas, tendencias y tendencias.
Y encontramos un pasado que luego fue futuro y de nuevo pasado.
Y después lo nuevo, que casi siempre ya era viejo, aunque ahora es nuevonuevo
y pronto será superado y rechazado para ser viejo otra vez.
Buscamos rebuscamos rebujamos qué va reblujamos
deslindamos clasificamos reclasificamos sistematizamos
detenemos la tómbola que nos ha tumbado todo
para reempezar, para incluir ahora nuevos matices
no tenido antes en cuenta,
y eso es todo. Nada más podemos hacer, dicen algunos.
A lo sumo, mi tratado de historia,
“mi original nueva visión de los fenómenos”,
un otro más de los miles de libros
¡”para las oscuras e insondables cavernas del olvido”!
“Nada más puedo hacer ciertamente
pues la historia es la ciencia del futuro”.
Entre tanto, te burlas de mis esfuerzos
y, agitando tu melena, me gritas:
“Basta de charlatanerías.
¿De qué me sirve la retrospectiva?
¡Quiero la ley del futuro!”
Guillermo Henao escribe desde Medellín, Colombia.
Fuente: ARGENPRESS CULTURAL