Por Teresa Gurza
Muchísimos años usé zapatos de tacón muy alto aunque no llegaban a la altura de los actuales, y ahora estoy pagando las consecuencias.
Y las pagarán por desgracia, muchas mujeres que tampoco hicieron caso a las advertencias de los médicos sobre el mal que causan.
Entre ellas las novias rusas, que cuando a principios de los 80s viví en Moscú pasaban taconeando por la Plaza Roja, dominando a la perfección y hasta con gracia zapatillas de tacones elevadísimos en las que se subían para llevar sus ramos de novias al Mausoleo de Lenin o al monumento al Soldado Desconocido, que está ahí abajito; tal como hacen muchas novias católicas, en los altares de la virgen de su devoción.
Esos tacones de muchos centímetros que parecían ser exclusivos de las jóvenes del socialismo real, y que muchas veces les quedaban grandes porque no siempre había en las tiendas del número que se quería, son ahora más que comunes en todos lados.
Y pese a que los especialistas llevan años advirtiendo contra su uso, por los daños que ocasionan en los huesos del pie y en la columna vertebral, se siguen calzando.
Pero ahora resulta que también los zapatos completamente bajos, esas ballerinas que sentía uno que descansaban los pies y que tan de moda están, son perjudiciales; porque hacen que el pie se estire demasiado, provocando la dolorosa fascitis plantar.
Algunas amigas y yo la hemos sufrido y puedo constatar el horrible dolor que se siente sobre todo en el talón; y sólo se alivia tras semanas de tratamiento que incluye el uso de zapatos de tacón mediano, o de plantillas especiales en los bajos.
Es por eso que me interesó el artículo que sobre este tema publicó en diciembre pasado, la edición virtual de El Mercurio de Chile; en el que se afirma, que las ballerinas pueden causar tantos o más problemas, que los criticados tacones altos.
Y que la situación empeora, si se pasa de un tirón, como yo hice, de tacones muy altos a zapatos de piso; porque entonces, hay una descompensación que provoca fuertes dolores.
“Se produce un desbarajuste general en los huesos”, afirma el doctor Fernando Larraguibel, traumatólogo especialista en columna vertebral.
Añade que el mayor inconveniente de los zapatos planos, reside en el poco o nulo soporte que dan al arco del pie; lo que ocasiona que su estiramiento, provocando fascitis plantar; principal causa de dolor en la planta de los pies.
Su nombre deriva de la membrana que cubre los músculos de la planta de los pies que se llama fascia plantar y que al inflamarse se contrae y acorta, dando origen a ese dolor que cuando se instala es difícil de eliminar.
El diagnóstico por el contrario es fácil; pero para mayor seguridad, —y gastos— los médicos piden una ecotomografía que muestre las partes blandas del pie -fascia, tendones y músculos-, y una radiografía.
Y el tratamiento consiste en tomar antiinflamatorios, reposar, hacer ejercicios de estiramiento de preferencia en el agua, y ultrasonido.
Lo bueno dice el doctor Larraguibel, es que con estas medidas y un poco de paciencia, se puede controlar y aliviar al 90 por ciento de las pacientes.
Además de lo ya dicho, los zapatos planos pueden ocasionar dolor de espalda; porque al bajar el talón, se modifica el trabajo de los músculos de la pierna; lo que tiene efectos en la pelvis y en la columna.
Y como la experiencia ha mostrado que por mucho daño que causen, las mujeres jóvenes no han dejado de usar los tacones altos, los especialistas piensan que tampoco se olvidarán de los bajos; y recomiendan que por lo menos se hagan los cambios de altos a bajos, o al revés, en forma paulatina; a fin de que el organismo pueda irse acostumbrando y no se estire la fascia de un momento a otro.
Es también aconsejable elongar la planta del pie y fortalecer los músculos llevándolo hacia atrás, con lo que se evitará que la fascia se acorte.
Y se sugiere usar algún tipo de plantilla de silicona para dar soporte al arco y reducir la presión en las áreas sensibles; amortiguando así, los impactos que sufre el cuerpo.