“Ccalamaqui se talla para el tiempo, / Eterna, como símbolo de protesta inerme, / Con los brazos levantados, / La camisa andrajosa, / Bandera y flor de heroísmo”. (César O. Prado. 1960-Ayacucho-Perú)
Por Roberto J. Bustamante *
NUEVA YORK- Los peruanos en el exterior rendimos un justo homenaje a la legendaria heroína Ventura Ccalamaqui, al cumplirse 207 años del levantamiento histórico de las mujeres en Huamanga, Perú, en apoyo a la revolución popular y patriotismo independentista.
Ventura Ccalamaqui, es recordada cada 31 de agosto, al personificar a la mujer indígena aguerrida en las luchas por la independencia americana.
“Bandera y flor de heroísmo”, acentúa con elocuencia la última parte del verso en honor a nuestra heroína, dedicado hace 70 años por César Oswaldo Prado Paredes (1910-1994), al resaltar el sacrificio y entrega a la patria de la mujer indígena huamanguina.

También es importante rendir un justo homenaje a César O. Prado, escritor, promotor cultural, luchador social y visionario. Fue director del Museo Histórico de Ayacucho entre 1960 y 1980.Ha dejado muchos ensayos, poemas y escritos que no han sido editados y nos ocuparemos en otra oportunidad.
“Ccalamaqui, es la primera heroína de Huamanga en nuestra lucha por la independencia. Ayacucho tiene una deuda con ella, y debe perennizarla con un monumento en una plaza pública”, escribió Prado en uno de sus ensayos históricos acerca de Ccalamaqui, publicados en el Anuario del Museo Histórico de Ayacucho, cuando fue director del mencionado museo.
La histórica sublevación se produjo en la mañana del 31 de agosto de 1814. las mujeres llegaron al cuartel de Santa Catalina, en protesta multitudinaria para oponerse que los milicianos salgan a combatir a las fuerzas libertadoras que avanzaban desde Andahuaylas hacia Huamanga. La indomable Ventura Ccalamaqui, dirigía a las mujeres descalzas con sus vestidos autóctonos y portaban palos y piedras,
“La más altiva, la más resuelta, la más tonante, es Ventura Ccalamaqui. Ella centraliza el aliento rebelde de las huamanguinas en su máxima altitud. Se mueve aquí, se mueve allá, convertida en nervio candente. Su voz domina en todos los tímpanos, y es pólvora amarga que arroja granadas de rebeldía”, describió con locuacidad Prado, al referirse a esta heroica mujer.
“Por mi gente, por mi patria libre, debo enfrentar la muerte”, exclamó Ccalamaqui hablando en quechua, el idioma de los incas. No les temió a los cañones del enemigo y la espada desenvainada del temible capitán español de granaderos José Vicente de la Moya.
“Y ante la última conminación para el retiro, ella como bandera aturada de orgullo y rabia, se adelanta eléctrica a la boca del cañón, y con las manos en alto, en actitud de vuelo inmortal, con los senos levantados en majestad única, pide el disparo para morir”. Prado sigue narrando al referirse a coraje innato de la Ccalamaqui.
Carlos Pérez Sáez, nos habla en su reciente columna del castigo de cortar la lengua y privar a los rebeldes de comunicarse en el idioma quechua, tal como aconteció con el valeroso Túpac Amaru II, en 1780 al iniciar la primera gran revolución del proceso emancipador. Ccalamaqui pudo haber corrido la misma suerte.
Estando como director del Museo, César O. Prado, le encarga al artista ayacuchano, ya desaparecido, Alfredo Suarez Ñaña, pintar el famoso lienzo personificando a Ventura Ccalamaqui “con las manos en alto, el busto añorante de alas para el vuelo ante el canon frio”. La obra rescatada el año 2013, de un deposito local, mide 2.74 por 1.96 metros y se encuentra actualmente en la casa de la Cultura de Ayacucho. Es la única pieza histórica dedicada a Ventura y corresponde a la mitad del siglo XIX.

Según una reseña histórica del profesor universitario Elmer J. Aliaga, el escritor Prado, casi olvidado por propios y extraños, ha sido director del periódico “Pokra” y del semanario “Nosotros” a su vez integró el Centro Cultural Ayacucho y la revista Huamanga. Fue director del Museo Histórico de Ayacucho y dirigió “El Anuario”.
Mis honores para doña Ventura Ccalamaqui, figura continental, y César O. Prado, mi admiración profunda desde mis años de juventud cuando lo visitaba en el antiguo local del museo histórico, situado a un costado de la iglesia La Compañía en Ayacucho.
*Roberto Bustamente es periodista/científico social. [email protected]