Acos Vinchos, pueblo patriótico en los Andes peruanos 

Acos Vinchos y su iglesia tricentenaria restaurada. Foto cortesía

La comunidad de fieles católicos y voluntarios se sienten muy orgullosos por la reapertura de su histórica iglesia.

   

Por Roberto J. Bustamante F.

AYACUCHO.- El distrito de Acos Vinchos en el Departamento de Ayacucho reabrió su iglesia matriz, después de 3 años de intenso trabajo desarrollado por la propia comunidad, para devolver la fe a sus pobladores.

Situado en los Andes peruanos a 2,800 metros sobre el nivel del mar, tiene cerca de 4 mil 500 habitantes y está dedicada a la agricultura y ganadería. Su iglesia edificada hace más de 300 años por los españoles, lleva el nombre primigenio de la Virgen Santa Isabel.

Los comités de emergencia de la iglesia, constituidos en Lima y Acos Vinchos, se sienten inmensamente orgullosos y agradecidos por la colaboración voluntaria recibida para su restauración y mejoras del interior.

Después de más de 700 días de trabajo, que involucraron a 300 personas, cientos de horas de trabajo voluntario, 900 vigas de madera, cientos de alimentos preparados por las madres, cientos de adobes, tejas y bolsas de cemento, pintura y otros elementos utilizados en la restauración etc. La comunidad de fieles católicos y voluntarios de Acos Vinchos se sienten muy orgullosos por la reapertura de su histórica iglesia.

En esta oportunidad, publicamos para nuestros lectores un trabajo histórico acerca de Acos Vinchos, titulado “Los Acosvinchos, ¿Alarifes del Antiguo Perú?, escrito por el doctor Max Aguirre Cárdenas, reconocido intelectual y escritor peruano, nacido en la heroica  provincia de Santa Rosa en Cangallo, Ayacucho. Es autor de numerosos libros y artículos de investigación histórica. Su reciente libro “Héroes de la Revolución Independentista Huamanguina” (Lima-2024), contribuye con ampliar el conocimiento de varios héroes peruanos olvidados como: los Auqui, Ventura Qalamaki, los Bellido-Prado entre otros. Les recomendamos su lectura obligatoria.

 

Max Aguirre Cárdenas. Foto cortesía.

LOS ACOSVINCHOS, ¿ALARIFES DEL ANTIGUO PERÚ? 

POR MAX AGUIRRE CARDENAS.

Camayocc, era una voz quechua que en el antiguo Tahuantinsuyu y gran parte del período colonial designaba genéricamente a los individuos fabricantes de distintos bienes o a los que cumplían funciones específicas, simples o complejas, individual y colectivamente. En la notación moderna se escribe kamayoq. En el aimara de tiempos de Bertonio se los conocía como hathasitas, collathas, hapithas, o laicachatas. Por ejemplo, en runasimi, a los que fabricaban vasos de madera o de metal para beber se les denominaba kqero kamayoq, mientras que a los que hacían puentes (de mimbres, criznejas o cabuyas) se les decía chaka kamayoq; si de curación de enfermedades, se les llamaban qampi kamayoqlayqaswisas, etc.; o si de gobernantes, se les conocía, como chunka kamayoq, pachak kamayoq, waranqa kamayoq (gobernantes de 10, 100, 1000 individuos o ayllus), etc.

El término kamaq o kamayoq  se aplicaba para identificar a un hacedor, inventor, o  a uno que ejercía diferentes oficios y/o funciones que cumplían dentro de la sociedad andina, y su respetabilidad dependía de su ubicación en la pirámide social, a la etnia a la que pertenecía el funcionario, a la complejidad de rituales que ejecutaba, las pócimas que se preparaban para curar los males: abluciones con coca, cuy, hierbas diversas, tabaco, flores, hasta los adminículos que requerían las diversas funciones, escenarios, vestimentas, asientos calientes, etc.

¿Quienes era los Winchus?

Pero también existían comunidades de especialistas que ejercían funciones como el cargar a la familia imperial inka (los rukanas) o hacían obras arquitectónicas más complejas y eran asimismo encargados de su mantenimiento como los citados chaka camayoq. Ellos eran también conocidos como winchus en el quechua; que al castellanizarse se escribió: primero como uinchus, y finalmente como vinchus vinchos (con una simple letra uve y sin “h”, o doble uve). Los alarifes encargados de proveer arena o fabricar o construir algo con mezclas de ella (por ejemplo: el prensado de adobes), pensamos, se llamaban accos vinchos, simplificados por los españoles como acos vinchos; y, los que proveían cañas o construían con ellas canastas, paredes, techos, etc.: soqos vinchos, castellanizados como socos vinchos*. Estos especialistas se reunieron o se convirtieron con el correr de los años en pueblos con topónimos que los caracterizaban en razón a su ocupación; por ejemplo, los Acos Vinchos y los Socos Vinchos de la antigua Huamanga, este último separado, hoy, en dos distritos: Socos y Vinchos. Por estas razones, dudamos severamente o no compartimos con la traducción oficial que afirma que el topónimo Acos-vinchos referido al lugar, a la identidad de la etnia, o a la función social que ejercían, signifique “viento de arena”; de Acco-arena y vincho-viento, que, en el caso de los “socos vinchos” sería por analogía “vientos de cañas o soqos”. Topónimos quechuañoles vinculados al tema serían: Acostambo, Acomayo, Accomarca, y también antropónimos o apellidos como Acostupa, etc., porque como sabemos los Acos fueron una etnia cuzqueña, vecina de los canchis y los canas; y al ser trasplantados a otros ámbitos geográficos por los waris, incas y españoles, como los chillques, papres, huallas, quichuas y decenas de etnias, se convirtieron en mitmas y/o reducciones.

Contribución patriótica de Acos Vinchos

Debido a que el historiador Waldemar Espinoza Soriano, nos ha proporcionado ya las noticias históricas más densas sobre los Acos de Huamanga, basadas en cronistas como Sarmiento de Gamboa (Ver: https://www.researchgate.net y https//www.academia.edu), me limitaré a presentar solamente algunas noticias adicionales sobre la contribución acosvinchina a la causa independentistas, cuando el Ejército Unido Libertador se encaminaba hacia Quinua, y enfrentaba como los realistas dificultades en el acopio de alimentos, añadiendo incidentalmente algunos datos sobre su identidad étnica y quehacer histórico, en concomitancia con la efeméride patriótica del Bicentenario que acabamos de celebrar. Para ese momento, ya Sucre había recibido de Bolívar —a través de su edecán, el coronel Manuel Medina, asesinado después por los Huando— la orden para arriesgar la batalla final.

La contribución patriótica del pueblo de Acos Vinchos, se vincula principalmente a su accionar cuando se constituyó en la ruta obligatoria que condujo a los ejércitos patriota y realista al escenario donde se libró la gran batalla de Ayacucho: o sea a la  llanura de Choqepampa, conocida por los antiguos lugareños también como Qeñuapampa (castellanizada indebidamente como Quinua) y alberga el mítico rincón de muertos o Ayakuchu, donde presuntamente —según Garcilaso— se enfrentaron las fuerzas de Viracocha contra los indomables poc-ras o poq-ras. Y para historiar esta contribución, es obligatorio acudir como fuente primigenia a los escritos dejados por los testigos presenciales de la epopeya: en nuestro caso a las “Memorias” de Francisco Burdett O´Connor, Andrés García Camba, Daniel Florencio O´Leary, Manuel Antonio López, Guillermo Miller, a la “Historia del Perú” de Juan Basilio Cortegana, y alguno más si el espacio concedido nos alcanza. Añadiremos a éstas, los Partes de Guerra de José Antonio de Sucre, las Proclamas y muestras del epistolario del Libertador Simón Bolívar y algún otro documento más.

Para empezar, según Cortegana, el Ejército Unido Libertador llegó a Acos Vinchos el 5 de diciembre de 1824, después de un descanso en Huaychao hasta las dos de la tarde. Pasó la noche en esta localidad y reinició su marcha el 6 de diciembre de 1824, después del toque de diana y pasar lista. Los realistas lo hicieron por Tambillo y de allí —vía Ñeques— una misión jefaturada por Carratalá viró con 2,000 combatientes hacia Huamanga a conseguir vituallas y dinero para el pago de sueldos y gastos ordinarios.

Producida ya la gran batalla del 9 de diciembre, Antonio José de Sucre en su Informe al Ministro de la Guerra del Perú, desde el Cuartel General de Ayacucho, el 11 de diciembre de 1824, le dice:

“Creí, pues, necesario obrar sobre esta persuasión, y en la noche del 4 marchó el ejército al pueblo del Guaichao, pasando la quebrada de Acocro, y cambiando así nuestra dirección. El 5 en la tarde se continuó la marcha á Acos-Vinchos, y los enemigos á Tambillo, hallándose siempre á la vista». El 6 estuvimos en el pueblo de Quinua:

Reconocimiento del mismo General Sucre.

En una comunicación posterior al mismo Ministro de Guerra, enviada el 15 de diciembre de 1824, Sucre, desde su Cuartel General de Ayacucho, dispone que se dispense “a los pueblos de Quinua, Acosvinchos y Guaychao de estos tributos y al pueblo de Quinua de toda contribución porque nos trataron muy bien y sus vecinos dieron al ejército cuanto tenían” (sic) (Cavero, 2024: 115).

En otro oficio, pero dirigido al Prefecto del Departamento de Huamanga, reiteró su reconocimiento del siguiente modo:

“El patriotismo con que se han distinguido los Pueblos de Guaychao, Acosvinchos y Quinua á la llegada del Ejército Libertador á ellos, flanqueándole [¿franqueándole?] cuanto tenían para subsistencia de las tropas los hace acreedores á que se les mire con la mayor consideración y se les dispense las gracias que merecen tan buena corporación particularmente el de Quinua en que el Ejército acampó desde el 6 hasta el 10 sin mas recursos que los que prestaron sus habitantes con el mayor gusto. Usted pues tendrá presente el mérito contraído por dichos pueblos y hará se les exima de contribuciones e impuestos extraordinarios que se exijan á los demás Pueblos para la subsistencia del Ejército” (Cavero, 2024: 116).

Varias curas se opusieron a la independencia.

Los pueblos citados, especialmente Quinua, no siempre mostraron esta hidalguía, pues, pocos años antes, influidos por algunos de sus curas se opusieron a la causa patriótica. Ello debido a que el párroco de Quinua atendía también a Acos Vinchos y Huaychao.

Pasemos ahora a realizar una breve revista de los principales testimonios dejados por los autores citados anteriormente. El general O´Connor, por ejemplo, escribe:

“El día 2 de diciembre, la División de vanguardia, al mando del general María José de Córdova, pasó por la altura de Ucros y bajó a la pampa de Matara. Por la tarde el resto del ejército llegó al mismo punto, Inmediatamente el General en Jefe me mandó al reconocimiento del lugar á vanguardia. Seguí, pues, adelante sin perder un momento. Pasé la quebrada de Ccorpahuayco. Atravesé la hondísima quebrada de Acroco, llegué al pueblo de Huaicho, seguí por ese costado de la quebrada hasta Acosvinchos y persuadido y seguro de que todo el país presentaba posiciones imponentes, regresé de prisa al campamento, arreando un buey y una vaca gorda para la proveeduría”.  “Durante mi ausencia, el General en Jefe, contando con la probabilidad de un combate, había despachado, todos los bagajes en dirección del pueblo de Tambo, al Naciente de Acosvinchos“ (O´Connor, “Recuerdos”,1895:88).

Lo que escribió el español García Camba.

El día 4 por la noche los independientes, “… atravesaron la quebrada de Acroco, por cuyo fondo corre el río Pangora, con la buena suerte de que los españoles no apercibiesen tan arriesgado movimiento, con esa anchurosa y  escarpadísima barranca en medio marcharon el 5 los dos ejércitos casi paralelamente, el independiente por Huaichaco á Arcosvinchos, y el español-peruano á los campos de Tanvillo, adelantando la vanguardia á los altos Sur de Pacaicasa y dejando la ciudad de Huamanga como tres leguas a la izquierda” (García Camba, Tomo II, : 293).

Acos Vinchos, última escala del Ejército Libertador. Foto cortesía.

El general británico Guillermo Miller:

“A las ocho de la mañana del 5, llegaron al pueblecillo de Guanchao, y en la tarde del mismo día continuaron su marcha a Acos-Vinchos. Los realistas se pusieron en movimiento paralelamente hacia Huamanga, a distancia de dos leguas de los patriotas y siempre a la vista, pero separados por un valle profundo” (id.: 394).

El general colombiano Manuel Antonio López, siendo protagonista, no lo menciona siquiera.

La última batalla y el milagro de la Virgen.

Para concluir, anotamos la tradición difundida por el periodista de la revista “Caretas” Oscar Medrano (dinámico gestor de las obras de restauración actual  de la iglesia de Acosvinchos, templo tricentenario donde durmió parte de la tropa de Sucre y sirvió de hospital de emergencia después de la Gran Batalla), tradición vinculada a la narrada por Francis O´Connor:  que, al retornar a Acosvinchos, después de cumplir con su obligada misión de avanzada como sub-jefe de Estado Mayor, encontró él, en las afueras del pueblo, al ejército patriota en formación de combate, evento que felizmente eludieron los realistas, pese a las grandes ventajas de posición y recursos, pues, si aquellos se daban cuenta de la pésima posición de los patriotas, de seguro hubieran saboreado la victoria sin mucho esfuerzo. Los realistas, mejor ubicados, mejor armados y menos fatigados, no aceptaron combatir y cambiaron sorpresivamente de rumbo: Sucre, por el acaso, ya había ordenado trasladar los bagajes que les quedaba después del desastre sufrido en Qollpawayqo, a la localidad de Tambo. Medrano sintetiza el milagro de la virgen de la Natividad, patrona inicial de Quinua y Acosvinchos, como sigue:  “Que, cuando el ejército patriota comandado por el general venezolano José Antonio de Sucre, hizo un alto en Acosvinchos para encomendarse a la virgen y pedir su protección, todos tenían conciencia que de este último encuentro dependía la suerte de Hispanoamérica. Tanto habían sufrido en el camino, fatigados y faltos ya de recursos se encontraban, incluidos los guerreros campesinos que defendían obligados la bandera española, que estaban desesperados por terminar la guerra. No había salida para ellos: ¡Era el triunfo de la Patria o la muerte!, ¡el retorno de la esclavitud o la muerte! Por supuesto que rogaron arrodillados a la virgen, que empuñase la alfanje celestial y combatiese con ellos”. Y parece que la madonna Acos obró cariñosa el milagro.

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* Aunque hay también la posibilidad de que la fusión de las dos palabras quechuas aluda a la inclinación social por las bebidas alcohólicas. En Huamanga, el vulgo llama “soqoy” al acto de beber, y al aficionado inveterado al “trago”: chupaco (del verbo castellano chupar). En el quechua cuzqueño lo llaman “choqcho”. Pero también hay la posibilidad de que socos vinchos deriven del quechua soqos que significa canosos o de cabellos canos.  En tal caso el etnónimo significa alarifes canosos. Pero winchus podría también derivar de wincha, que era una cinta étnica distintiva atada a la cabeza o al sombrero, Era muy común, y hasta ahora lo es, mostrar la distinción étnica, ya sea apelando a la wincha, a la wara (pantalón o calzón), al chuku o roqo (sombrero) o una flor típica (wayta). Personalmente, me inclino por esta última interpretación de socos vinchos.

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