
Por Ramón Jiménez
“Nadie es profeta en su tierra…» dice en parte una sentencia bíblica que se aplica a la dramaturga y actriz salvadoreña Jorgelina Cerritos, quien a pesar de escribir siete libros y recibir numerosos reconocimientos a nivel nacional e internacional, era una desconocida prácticamente entre sus compatriotas.
Fue hasta que recibió el prestigioso Premio Literario Casa de las Américas en La Habana, Cuba en 2010 con su obra teatral “Al otro lado del mar” que su nombre saltó a la palestra, y en la actualidad hay más de un director de teatro interesado en montar alguno de sus dramas y llevarlo al escenario.
«Ahora estamos en un buen momento en el teatro salvadoreño a pesar de las limitaciones económicas y sociales», dijo.
Este año tres de sus obras: «Al otro lado del mar», «Respuestas para un menú» y «Una ronda para José» fueron publicadas por la Universidad Pedagógica de El Salvador. De igual manera la pieza de teatro para niños «El coleccionista» fue llevada a la imprenta por la Dirección de Publicaciones e Impresos de su país.
Además, la revista especializada de teatro latinoamericano de la Universidad de Connecticut publicó su libro «Vértigo 824», cuya trama se relaciona con un accidente aéreo. Cerritos visitó esa alta casa de estudios en su viaje a Estados Unidos, donde fue reconocida.

«Hasta que gané el premio con mí séptimo libro es que ahora tengo un lugar”, destacó la diminuta actriz, dramaturga durante un corto viaje a Washington, D.C. esta semana, que ya va por su décimo libro.
Después de ser una «desconocida» sus obras ya cruzaron las fronteras salvadoreñas, ya que El coleccionista; Respuestas para un menú; y al Otro lado del mar, fueron puestas en escenas en la República Dominicana y Guatemala, además de su país.
Cerritos, quien además es sicóloga, ha ejecutado proyectos de Fomento a la Lectura y Creación de Bibliotecas de Aula con el Ministerio de Educación, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) y la Secretaría de la Cultura, el Bibliobús, la Red de Casas de la Cultura y otros proyectos a nivel nacional.
El Premio Casa de las Américas —que es entregado desde la década de los años 60— es considerado de gran trascendencia a nivel latinoamericano. Hasta la fecha tres hombres y dos mujeres salvadoreños se han hecho acreedores de ese premio (Cerritos y Claribel Alegría en poesía) mientras que el primero en recibirlo fue el poeta Roque Dalton, quien fue asesinado en 1975. Mario Lungo (ya fallecido) recibió el premio en ensayo; y Manlio Argueta en novela.
Reconoció la actriz que fue la dramaturgia la que la llevó a escribir porque «el teatro dura lo que dura una presentación en el escenario», mientras que las obras escritas —citó el caso del dramaturgo inglés William Shakespeare— a quien los amantes de la literatura lo conocen desde hace siglos, más por sus obras escritas que por los personajes que usó como Romeo y Julieta.

La presentación de Cerritos en Washington y Connecticut contó con el apoyo del ex embajador de Estados Unidos en El Salvador, William Walker, quien reconoció que los países bien pueden usar la cultura como un trampolín para dar a conocer la parte positiva que poseen, y de esa forma los problemas sociales o económicos que puedan tener sean llevados a un segundo plano.
«Brasil es uno de esos casos, que en el mundo es más conocido por su grandioso carnaval, su música y otros aspectos, que por los graves problemas sociales [villas miseria o favelas, pandillas, muertes violentas, drogas, prostitución] que todavía enfrentan las autoridades de ese país», señaló.
Ahora Cerritos ya puede decir que es «un profeta en su tierra», aunque con algunas limitaciones.
«Me he tenido que obligar a sentirme optimista», apuntó la actriz, quien fue reconocida en Washington por la Embajada de su país ante la Casa Blanca y por el colectivo literario «A Altas Horas de la Noche» además de la Universidad de Connecticut.