Almedalen: un modelo que Estados Unidos podría importar de Suecia

Por Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moinyhan

Visby, Suecia— A 95 km de la costa de Suecia, en el Mar Báltico, se encuentra la isla de Gotland. Todos los veranos, decenas de miles de personas vienen aquí durante una semana para participar en un singular acontecimiento público conocido como Almedalen. El evento lleva el nombre de un parque de la principal ciudad de Gotland, Visby, donde en 1968 el ministro de Educación sueco de aquel entonces, Olof Palme, pronunció uno de los conmovedores discursos políticos por los que se hizo conocido, parado en la parte trasera de un camión. Palme se convertiría en uno de los Primeros Ministros de Suecia que realizó más transformaciones, hasta que fue asesinado en las calles de Estocolmo en 1986. El discurso pronunciado por Palme en Visby sembró la semilla de lo que hoy en día es Almedalen: un encuentro vibrante, festivo, abierto y distendido de una semana de duración, lleno de debates y diálogos, manifestaciones y disensos. Una dosis de esto no le vendría nada mal a la debilitada y estancada clase política estadounidense.

Suecia es una democracia parlamentaria, liderada por un gobierno de coalición. Los partidos minoritarios desempeñan un papel importante aquí gracias al sistema electoral de representación proporcional, que asegura que todo partido que obtenga al menos un 4% de los votos a nivel nacional tendrá representantes en el Parlamento. Los partidos que logren crear una coalición que incluya a más del 50% de los miembros del Parlamento serán los que gobiernen y decidirán entre ellos quién será el Primer Ministro, el ministro de Asuntos Exteriores, etc. Es un sistema de gobierno que recompensa a quienes logran acuerdos. Comparemos este sistema con el Gobierno de Estados Unidos, elegido sobre la base del principio de que “el ganador se lleva todo”, que margina a los pequeños partidos y refuerza nuestro disfuncional y polarizado sistema bipartidista.

Los principales partidos políticos de Suecia vienen a presentar sus ideas a Almedalen. A cada partido le corresponde presentar sus propuestas un día diferente de la semana. La mañana en que llegamos a Gotland, era el turno del Partido Verde, que tiene como principal prioridad los asuntos ambientales. Una multitud se reunió alrededor de una tienda de venta de café de comercio justo, donde Per Bolund, miembro del Parlamento por el Partido Verde, interrogaba a varios directores de grandes empresas acerca de las reglamentaciones ambientales que quisieran que se aplicaran. Increíblemente, los altos ejecutivos respondían. ¿Difícil de creer?

El Primer Ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, de la coalición de centro-derecha que está en el poder, encabezó un mitín en las cercanías junto a unos 50 seguidores jóvenes vestidos con camisetas de color naranja. Las encuestas indican que en las elecciones de septiembre su partido perderá frente a la alianza “rojiverde”, integrada por el Partido Socialdemócrata, el Partido Verde, el Partido de Izquierda y el nuevo partido Iniciativa Feminista. Según los datos, Iniciativa Feminista ha obtenido gran apoyo recientemente y se prevé que logrará que por primera vez una feminista radical ocupe una banca en el Parlamento.

Muchas personas en Almedalen están ejerciendo presión desde fuera de los partidos políticos. Le pregunté a la primera mujer arzobispo de la Iglesia de Suecia, Antje Jackelen, cuánto tiempo llevó que una mujer pudiera ocupar ese cargo. Jackelen sonrió y respondió: “850 años”. Ahora encabeza una importante lucha en la iglesia para combatir el cambio climático. Una de las estrategias que defiende es “reducir las emisiones, por supuesto, y dejar de invertir en la industria de los combustibles fósiles”. Sin embargo, no solo se trata de economía, ciencia y tecnología. Según sostuvo, todo se reduce a la siguiente pregunta: “¿Cuál es el papel del ser humano en el mundo? De modo que se trata de una cuestión absolutamente existencial y religiosa y deberíamos abordarla como gente de fe que somos.”

Cuando llegó a puerto uno de los grandes ferrys que transportan pasajeros desde y hacia la isla de Gotlan, manifestantes contra la guerra lo recibieron disfrazados de una de las armas que fabrica Suecia. Los manifestantes, organizados por Amnistía Internacional, denunciaron el papel que desempeña la exportación de armas en la economía sueca. Si bien Suecia es el país donde nació Alfred Nobel, el fundador del Premio Nobel de la Paz, también es uno de los principales exportadores de armas del planeta.

Otro de los participantes del Almedalen esta semana es Martin Smedjeback. Martin fue enviado a prisión tres veces por ingresar a plantas de fabricación de armas y destruir las armas que estaban destinadas a la exportación. “De hecho, la mayoría de las personas quiere que se ponga fin la exportación de armas, que es por lejos la exportación más importante de la empresa Saab”, me dijo. Sostuvo que la fábrica de automóviles “es responsable de más del 50% del total de las exportaciones de armas de Suecia en la actualidad”. Mientras la gente descendía del ferry, le pregunté a Smedjeback durante cuánto tiempo estaba dispuesto a manifestarse: “No tengo problema en dejar de hacerlo si ellos dejan de vender armas a la gente y dejan de utilizarlas en las guerras…Este es el motivo por el que estoy aquí, en el encuentro Almedalen”.

La democracia requiere un debate animado, una ciudadanía informada y comprometida y diversidad de partidos y de posturas políticas. Mientras Estados Unidos conmemora el Día de su Independencia, es preciso cuestionar la fortaleza y la vitalidad de nuestro sistema y pensar en las lecciones que podríamos aprender de Olof Palme y de Almedalen.

 

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