
Fueron más de 17 horas horas intensas en el tradicionalmente apacible y concurrido centro financiero de la ciudad australiana de Sidney.
Las alarmas saltaron el lunes a las 9.45 de la mañana hora local.
Mientras Europa dormía y América aún disfrutaba de las últimas horas del domingo, para las personas que estaban en la cafetería Lindt de la Plaza Martin en Sidney a la hora del desayuno – varias decenas, entre empleados y clientes- empezaba el que probablemente sea uno de los capítulos más atroces de su vida.
Un gran operativo policial rodeó el local.
Cuando los canales de televisión australianos comenzaron a retransmitir el suceso en directo, las versiones de robo armado ya se habían descartado, y se hablaba de toma de rehenes por al menos un sujeto.
Las cámaras consiguieron captar las imágenes de algunas personas en el interior de la cafetería con las manos en alto apoyadas en las vitrinas sobre las que se veía una bandera negra con letras árabes.
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Según el corresponsal de Seguridad de la BBC, Frank Gardner, la inscripción que se podía leer en la bandera era una shahada, la «profesión de fe islámica» o declaración de fe en un único Dios, algo así como «Alá es el único Dios y Mahoma es su profeta».
En algún momento también se pudo ver a un individuo -supuestamente el pistolero- ataviado con una bandana.
«Un incidente muy estremecedor»
Para entonces, el suceso ya era noticia internacional y el mundo estaba pendiente de lo que pasaba en Australia.

Mientras la policía rodeaba el local y comenzaba a acordonar el centro financiero de Sidney, el primer ministro australiano Tony Abbott hizo una declaración retransmitida en la televisión nacional en la que promió una repuesta contundente al «muy estremecedor» incidente provocado «por una persona armada que decía tener motivaciones políticas».
Horas más tarde, tres hombres y dos mujeres lograron huir de la cafetería por la salida de emergencia.

Poco después la policía confirmó que las negociaciones con el hombre que mantenía a las personas secuestradas estaban en marcha.
Entrada la noche en Sidney, cuando el sitio a la cafetería ya llevaba más de 15 horas y varios rehenes más habían conseguido escapar, los agentes especiales irrumpieron en el local.
Para entonces, ya habían divulgado la identidad del pistolero: Man Haron Monis, un clérigo de origen iraní de 49 años que estaba en libertad bajo fianza condenado por varios delitos, entre ellos por enviar cartas ofensivas a familiares de soldados australianos que murieron mientras servían en el exterior.
El sitio a la cafetería duró más de 17 horas.
También se le acusaba de estar involucrado en la muerte de su exmujer y de numerosas denuncias por abusos sexuales.
Cuando comenzó el operativo policial eran las 2.20 de la mañana. Comandos armados con rifles de asalto protegidos con cascos irrumpieron en la cafetería y abrieron fuego.
Se escucharon fuertes explosiones y disparos mientras algunas de las personas retenidas salían con las manos en alto.
28 minutos más tarde, la policía confirmó el fin del sitio a la cafetería, mientras las televisiones retransmitían imágenes de equipos de emergencia sacando a heridos.
Tres muertos y cuatro heridos
Las autoridades confirmarían más tarde que en el asalto murieron tres personas, entre ellas el sujeto armado.
De origen iraní Man Haron Monis permanecía en libertad condicional tras ser acusado de numerosos delitos.
El comisionado Andrew P. Scipione, de la policía de Nueva Gales del Sur, indicó que cuatro personas resultaron heridas y que un agente policial también resultó lesionado en el rostro con perdigones.
Scipione aseguró a la prensa que el «despiadado y horrendo ataque» fue un incidente aislado que involucró al asaltante,
Dramáticas tomas de la televisión en vivo mostraron a policías fuertemente armados en la escena del incidente y a varios rehenes saliendo del lugar, algunos en camilla.
Algunos rehenes lograron salir antes de que comenzara el operativo policial de rescate.
Los paramédicos entraron posteriormente en la cafetería y asistieron de emergencia a varios de los rehenes que permanecieron retenidos en el lugar por más de 17 horas.
Por otra parte, varios grupos de musulmanes australianos condenaron los hechos en un comunicado conjunto y dijeron que la inscripción de la bandera negra era una «prueba de fe mal apropriada por los individuos equivocados».
Tras la irrupción de la policía, equipos médicos evacuaron a los heridos.
Como muestra de solidaridad, muchos australianos se ofrecieron en la red social Twitter a acompañar a los musulmanes que tuvieran miedo a sufrir represalias.
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