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Por Teresa Gurza
Cuando este jueves 8 salió humo blanco de la chimenea colocada en la Capilla Sixtina indicando que había nuevo PAPA, muchos se preguntaban cuánto habría costado ese cónclave de poco más de 24 horas.
Diversos medios han calculado que viajes, viáticos, alojamiento, comida, lavandería, logística y seguridad de los 133 cardenales que participaron en la elección de Robert Prevost Martínez, ascendieron a más de 20 millones de euros.
Casi como quitarle un pelo a un gato, si se toma en cuenta la inmensa fortuna de la Iglesia Católica.
Sin embargo, las finanzas del Vaticano son complicadas y tienen déficit.
Un artículo de la BBC escrito por Débora Crivellaro y publicado este 11 de mayo, explica que es imposible saber el monto total de la riqueza de la Iglesia Católica; uno de los mayores terratenientes del mundo.

El Instituto de Estudios de las Religiones Laicidad (IREL), con sede en París, estima tiene entre 71 y 81 millones de hectáreas en iglesias, escuelas, hospitales, monasterios, tiendas y hasta restaurantes.
El Papa Francisco, fallecido el 21 de abril, se esforzó desde el inicio de su pontificado en transparentar las cuentas.
En 2014, creó el Secretariado para la Economía bajo la jefatura del jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves y en 2021, ordenó hacer públicos los balances financieros de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa).
Cuyo último informe de 2023, divulgado en 2024, indica que asciende a casi mil millones de dólares; sin contar más de mil edificios y terrenos que alquila, generando beneficios netos de casi 40 millones de dólares al año.
Las ganancias, donaciones y recursos del turismo, porque sus museos reciben millones de visitantes que pagan su entrada, las maneja el Instituto para las Obras de Religión (IOR) conocido como Banco del Vaticano.
La Iglesia comenzó a acumular riquezas con el emperador Constantino (272-337 d.C.) que convirtió el catolicismo en la religión oficial del Imperio romano, con lo que los destinos temporales y espirituales se entrelazaron y con el tiempo, los excesos llegaron hasta la venta de indulgencias y llevaron a la reforma protestante.
Pero gran parte de su riqueza no viene de tan atrás, sino de los mil 750 millones de liras italianas pagadas por el dictador italiano Benito Mussolini como parte de los Tratados de Letrán, firmados en 1929, para compensarle por la pérdida de los Estados Pontificios incorporados en 1870 al Estado italiano.

Y que permitieron establecer la soberanía de la Santa Sede sobre la Ciudad del Vaticano y fomentar el turismo religioso, fuente importante de ingresos para Italia.
Aproximadamente una cuarta parte de esta cantidad fue utilizada por el Papa Pío II, para estructurar el Estado Vaticano, construir los edificios de la Santa Sede y viviendas para sus empleados.
Y el resto se invirtió en activos y propiedades en Gran Bretaña, Francia y Suiza.
La Iglesia Católica tiene 2 mil 895 diócesis en todo el mundo, 643 son arquidiócesis, que gestionan sus dineros con bastante independencia y envían parte al Vaticano.
Las de Alemania son favorecidas por un impuesto eclesiástico, kirchensteuer, que en 2023 les redituó 7 mil 400 millones de dólares y en 2024 bajó el 7 por ciento, por el éxodo de creyentes, motivado en parte por los escandalosos gastos del obispo de Limburgo, Franz-Peter Tebartz van Elst y del poderoso arzobispo de Múnich, cardenal Reinhard Marx, en sus palacios episcopales.
Tras la presión de la prensa, la mitad de las 27 diócesis alemanas debieron hacer públicos sus bienes, incrementando el enojo de la feligresía porque la de Colonia, por ejemplo, los estimó en 2023, en casi cinco mil millones de dólares.
Al respecto, el padre Antonio Lisboa Lustosa, profesor de teología y especialista en ciencias religiosas, reconoció que hay prácticas de lujo, orgullo y ostentación no acordes con los principios del cristianismo.
En las que estoy segura entrarían, las del cardenal mexicano Norberto Aguirre Rivera, tapadera de pederastas y que en 2024 se compró en la ciudad de México, dos departamentos de 10 millones cada uno; por los que no quiere pagar impuestos.
Otras diócesis que hacen grandes aportes pecuniarios al Vaticano son las estadounidenses, dueñas de hospitales y universidades como Notre Dame, en Indiana, con ingresos de mil 760 millones de dólares y Georgetown, en Washington, con mil 920 millones.
Las diócesis brasileñas concentran el mayor número de católicos del mundo, están legalmente exentas de pagar impuestos, tienen universidades, escuelas, hospitales, parroquias y el más grande y segundo templo mariano más visitado del mundo, el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Aparecida, en São Paulo.
En Francia, solo el 29 por ciento de su población se declaró católica este año, hace diez eran el 70; pero la Catedral de Notre Dame, recibe poco más de 13 y medio de millones de visitantes al año.

En México, la Iglesia ocupa alrededor de 7 mil templos, que gracias a las Leyes de Reforma son propiedad de la Nación.
Por lo que se mantiene de limosnas y donativos, sobre todo de los 40 millones de creyentes y turistas que al año visitan la Basílica de Guadalupe, el santuario más visitado del mundo.
Y la Catedral Metropolitana, primera en América Latina y cuya primera piedra fue colocada por Hernán Cortés en 1573 sobre un pequeño altar dedicado a Quetzalcóatl y junto al Templo Mayor, el sitio religioso más importante de Tenochtitlán.