Por Thomas Sparrow
50 años después de un discurso memorable frente a la estatua de Abraham Lincoln, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dispuso a honrar a un hombre que se atrevió a soñar en voz alta ante 250.000 personas: Martin Luther King.
Desde exactamente el mismo lugar en la explanada de Washington y también en un miércoles -aunque esta vez bajo la lluvia y con mucha menor afluencia de público- el mandatario recordó las palabras del reverendo que, en medio de un clima lleno de dificultades, apostó por un futuro donde no reinaran las divisiones raciales.
Contenido relacionado
Las inéditas imágenes del asesino de Martin Luther King
El hombre que ayudó a Martin Luther King a escribir «Yo tengo un sueño»
En fotos: Martin Luther King vive en los murales de EE.UU.
Hoy, los 17 minutos que habló King en esa tarde de 1963 se consideran una de las piezas de oratoria más magistrales de la historia estadounidense.
Pero también, desde entonces, esas cuatro sencillas palabras -yo tengo un sueño, I Have A Dream- se convirtieron en una hoja de ruta para muchos habitantes del país.
Utilizar un reproductor alternativo
Hasta cierto punto, el mismo Obama es un testimonio de ese sueño: un hombre afroamericano que fue elegido dos veces como presidente de Estados Unidos, la primera vez que eso ocurre en la historia del país y un hecho inimaginable para muchos de los que participaron en la Marcha en Washington por el Trabajo y la Libertad.
Y aunque los avances son notorios comparados con esa época violenta y divisiva del país, todavía queda mucho para la realización completa de ese sueño.
Así, por lo menos, quedó claro tras escuchar a los oradores de este miércoles y a las personas con las que BBC Mundo conversó en medio de la llovizna.
clic
Lea también: El hombre que ayudó a King a escribir «Yo tengo un sueño»
El sueño para los latinos
Las campanas resonaron este miércoles a las tres en punto de la tarde: un sonido repetitivo que conmemoró el momento exacto del discurso de King y la marca que dejó en la historia estadounidense.
Poco después de las tres y no por coincidencia, el hombre que comenzó a hablar fue Barack Obama: un mandatario negro que no ha querido que su gobierno sea definido por su raza, pero que en los últimos meses se ha visto abocado a ponerla varias veces en el primer plano.
Hace apenas unas semanas, Obama apareció ante las cámaras para dar un discurso con un tono personal que sorprendió a muchos: a raíz del caso judicial por el joven negro Trayvon Martin, Obama enumeró los casos de racismo diario a los que se enfrentan muchos afroestadounidenses. «Y eso me pasaba a mí», dijo. «Al menos antes de que fuera senador».
Y esta vez subió a ese estrado que hace 50 años estuvo marcado por la petición de que las personas fueran juzgadas por sus cualidades y no por el color de su piel.
Obama habló de la segregación y la violencia de esa época, de los sueños de los estadounidenses, de las oportunidades económicas. También destacó los cambios del país y los retos que quedan en temas como la desigualdad, el desempleo y la «sombra de la pobreza».
Y aunque muchos notaron las similitudes entre los dos discursos -dos figuras afroestadounidenses, dos oradores destacados, dos ganadores del premio Nobel de la Paz, dos discursos a la misma hora y en el mismo lugar- hubo también quienes destacaron las diferencias: «El presidente Obama no es la realización del sueño de Martin Luther King», dice por ejemplo un artículo que apareció en los últimos días en un medio local.
Cinco citas del discurso de Obama
«Estados Unidos cambió para usted y para mí. Y el mundo entero tomó fuerza de ese ejemplo».
«Rechazar la magnitud de ese progreso, sugerir, como hacen algunos, que poco ha cambiado, eso deshonra la valentía y el sacrificio de quienes pagaron el precio por marchar en esos años».
«Pero también deshonraríamos a esos héroes si sugiriéramos que el trabajo de esta nación está completo».
«Lo que King estaba describiendo era el sueño de todo estadounidense. Es lo que ha atraído durante siglos a nuevas personas a nuestras costas».
«La Marcha en Washington nos enseña que no estamos atrapados en los errores del pasado, que somos los maestros de nuestro destino».
Otros, especialmente a través de las redes sociales, también resaltaron que es paradójico que Obama haya honrado a un hombre que predicó la no violencia como forma política mientras discute si es pertinente intervenir militarmente en Siria.
Y, por supuesto, están las diferencias históricas: Estados Unidos no es el mismo país de hace 50 años. Eso fue algo que el mismo Obama notó en su discurso.
Para empezar, mientras Obama apareció ahora en el estrado, el mandatario de 1963, John F. Kennedy, estaba en la Casa Blanca, viendo a King por televisión y sorprendido por su oratoria. Todavía estaba en el aire la ansiedad oficial de que la manifestación terminara en violencia: «Todos mis amigos dicen que (incluso) las empleadas negras y los sirvientes se están volviendo antagonistas», le advirtió el fiscal general Robert Kennedy a su hermano mayor.
Así mismo, el público que atendió los dos discursos es distinto y no sólo en número. Una y otra vez, los oradores de los últimos días -y entre ellos el fiscal general, Eric Holder, el primer afroamericano en ocupar ese puesto- han dicho que el espíritu de 1963 ahora pide la igualdad para los homosexuales, los latinos, las mujeres y los discapacitados.
Obama también lo reconoció: «Porque ellos marcharon, Estados Unidos se volvió más libre y más justa, no sólo para los afroestadounidenses sino para las mujeres y los latinos, para los asiáticos y los indígenas, para los católicos, judíos y musulmanes, para los gays, para los estadounidenses con discapacidad».
clic
Lea también: Latinos marchan tras los pasos de Martin Luther King
El sueño continúa
Antes de Obama, el expresidente Bill Clinton también dio un discurso. Jimmy Carter completó la lista de mandatarios presentes.
Hasta cierto punto, Estados Unidos ha avanzado desde la época en que Martin Luther King hizo su discurso, un hecho que han resaltado medios de comunicación y entidades gubernamentales en el marco del aniversario 50 del discurso.
La oficina del censo, por ejemplo, resaltó que el ingreso promedio de los afroestadounidenses se ha duplicado, la pobreza ha caído en 14% y ha aumentado la participación educativa de esa población.
Pero los problemas persisten. El diario The Washington Post resaltó que en temas de riqueza e ingresos familiares, la brecha entre los negros y los blancos incluso ha aumentado entre 1963 y ahora.
Por eso, tanto los oradores como los espectadores de este miércoles están de acuerdo en que la lucha continúa, en que hay temas pendientes no sólo sobre raza, sino también sobre el control de armas, las oportunidades laborales o los derechos de voto.
La peruana Susana Quiñones, por ejemplo, llegó temprano al evento para asegurarse un puesto en la primera fila y dice que el sueño «no se ha terminado».
«Esta en proceso, empezó ahí y han pasado muchos años, pero todavía seguimos luchando por todas las ideas que King tenía», dice.
Una de esas ideas es precisamente esa mirada más allá de lo inmediato. El discurso del reverendo, no en vano, está escrito no en presente, sino en futuro. Pues como él mismo proclamó en su momento, «1963 no es un final, sino un comienzo».
Contexto
Contenido relacionado
Las inéditas imágenes del asesino de Martin Luther King05.04.13
El hombre que ayudó a Martin Luther King a escribir «Yo tengo un sueño»28.08.13
En fotos: Martin Luther King vive en los murales de EE.UU.28.08.13
Latinos marchan tras los pasos de Martin Luther King09.03.12
Fuente: BBC Mundo