Esperar al médico

Por Gustavo E. Etkin
Poco a poco, desde nenito, se fue dando cuenta de que lo más importante para él era ser esperado.
Por eso su tristeza cuando a veces el ómnibus de la escuela donde hacía el jardín de infantes lo dejaba en su casa y estaba solamente la mucama. No su madre esperándolo.
Entonces pisando fuerte iba entrando en los cuartos oscuros y vacíos cantando “estoy borido, estoy borido”, un juego de palabras que hacía con la palabra “aburrido”. Que era como llamaba la tristeza que entonces sentía.
Cuando volvía de la escuela primaria ser recibido con una sonrisa y un abrazo por su madre era el paraíso.
Después, cuando era adolescente y marcaba un encuentro con alguna mujer -aunque sin exagerar- siempre llegaba algo tarde.
Con la satisfacción de saber que había sido esperado.
Cuando empezó a pensar cual sería su profesión, a que facultad entraría, investigó, buscó cual era aquella en la que más alguien debería esperarlo. Y descubrió que era la de médico.
Porque averiguó que a los médicos les gusta ser esperados. Que casi siempre, salvo raras excepciones, les gusta hacer esperar. Es la certeza que tienen de que se necesita de ellos. De que son útiles, necesarios. Imprescindibles.
Y hacen esperar porque están atendiendo. Y claro, nunca se sabe el tiempo que puede llevar un atendimiento serio y eficaz.
Por eso, también pueden estar charlando con alguna enfermera, hablando por teléfono, leyendo una revista (médica, claro). Pero de una u otra forma, los pacientes deben ser pacientes. Tener paciencia y esperar al médico.
Comprobación empírica de que el médico es importante.
Gustavo E. Etkin escribe desde Bahía de San Salvador, Brasil.
Fuente: ARGENPRESS CULTURAL
 

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