Por Carlos Angulo Rivas
El funeral de estado en honor al ex primer ministro Ariel Sharon, convocado por el gobierno de Israel fue en la práctica un desafío a la comunidad internacional y una burla a las conversaciones de paz promovidas por Estados Unidos frente al conflicto Palestino-Israelí. A la ceremonia apenas asistieron veintidós representantes de los gobiernos de Europa, Estados Unidos-Canadá y Oceanía. Se puede decir que, con la excepción de Rusia y China, tan sólo la OTAN despidió con honores militares a un líder considerado, por los intelectuales del mundo, como un criminal de guerra, brutal asesino y genocida. Felizmente, en este inverosímil reconocimiento a un violador de los Derechos Humanos se observó la total ausencia de los países de América Latina y África, y de la mayoría de los estados representados en las Naciones Unidas.
Ayuda recordar que Ariel Sharon se convirtió en una de las figuras políticas más censuradas por sus crímenes a lo largo del conflicto palestino-israelí. Recordemos que tuvo una larga trayectoria como diputado, ministro y jefe de Gobierno, un camino que comenzó en 1974 al dejar el Ejército con el rango de general. Se le considera un expansionista belicoso y fundador agresivo de la usurpación de territorios palestinos; al mismo tiempo padre del movimiento de asentamientos humanos israelíes expulsando a las familias palestinas. Por otra parte, como ministro de defensa fue el artífice de la invasión del ejército israelí a Líbano y de las masacres de la población civil que mató a más de 20.000 palestinos y libaneses.
Noam Chomsky, intelectual crítico de renombre mundial, lingüista, escritor y profesor emérito del Instituto de Tecnología de Massachusetts, calificó al fallecido “carnicero de Beirut” con las siguientes palabras: «Sharon era un asesino brutal, tenía una idea fija en la mente, que fue la idea rectora de toda su vida: un Israel más grande, lo más potente posible, con el menor número posible de palestinos. Sin duda, mostró coraje y compromiso en la consecución de este ideal, lo que es algo espantoso y terrible.» Y agrega: “Uno de los episodios más impactantes en la carrera del fallecido ex primer ministro israelí Ariel Sharon fue, sin duda, la masacre de Sabra y Chatila. Cerca de 2.000 palestinos murieron entre el 16 y el 17 de septiembre de 1982, cuando el ejército israelí permitió que una milicia terrorista cristiana atacara un campamento de refugiados. El entonces ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, fue obligado a renunciar después de que una comisión investigadora especial israelí declaró que él era «personalmente responsable» de la masacre.
La provocación de Israel de convocar un funeral de estado para Ariel Sharon es evidente, puesto que el acto oficial realizado en el Parlamento, a pesar de la escasa presencia extranjera, ha tratado de glorificar la figura de un criminal de guerra sin el menor rubor. Tanto así que Sharon fue homenajeado por las principales autoridades de su país y por ex colaboradores de sus distintas etapas como militar y como político. «Fuiste el hombro sobre el que se apoyó la seguridad de nuestro pueblo», dijo Simón Peres al despedirle; el presidente israelí subrayó que «su vida está impregnada en la vida del Estado de Israel» y que «su huella está grabada en toda sus colinas y valles.» Por su parte, el actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, destacó que Sharon fue un «líder pragmático» y que «a pesar de no coincidir siempre con él», no puedo sino reconocer que «su pragmatismo está sembrado de amor a Israel y al pueblo judío».
Después de este acto controversial de reconocimiento a un líder contrario a la paz en el Medio Oriente, expansionista por excelencia y criminal de guerra, difícilmente Estados Unidos y Canadá podrán poner fin a una política de ocupación masiva por la fuerza de los territorios palestinos. La iniciativa de separar Gaza de Cisjordania y la propuesta de construir un «muro de separación» para aislar los asentamientos israelíes, no cuenta con el consenso internacional, ya que desconoce todos los acuerdos anteriores establecidos para delimitar las fronteras entre Palestina e Israel. La escopeta de dos cañones de Estados Unidos no debe continuar si se quiere alcanzar la paz; sin embargo, al parecer el respaldo permanente del gobierno de Barack Obama al estado judío de Israel no tiene visos de cambiar, menos cuando la delegación enviada al funeral de Sharon, encabezada por el vicepresidente del país, Joe Biden, ha sido la más destacada políticamente.
Peor todavía cuando Joe Biden en un exceso de elocuencia enaltece al criminal de guerra, sin recordar que más bien este general del ejército judío debió ser acusado ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. En representación del pueblo norteamericano Biden dijo sin moderación alguna: «Cuando un estado tan pequeño como Israel (…) pierde a un hombre como Sharon, es normal que sienta como si hubiera muerto alguno de la familia, y muchos de los estadounidenses aquí presentes hoy sienten lo mismo.»
En un breve repaso de la historia, las extremas simpatías de líderes como Obama, Biden, Tony Blair y Stephen Harper, por un régimen violador de las Derechos Humanos, y practicante de la discriminación y el racismo, en una nueva era del apartheid y el fascismo, nos coloca fuera de la agenda de la paz mundial y la reconciliación. Y en cuanto a Canadá esta conducta no nos llama a sorpresa, pues desde hace ocho años, el hoy gobierno conservador de mayoría parlamentaria pero de minoría popular, de Stephen Harper, brilla con luz propia como aliado incondicional de Israel, razón por la que por primera vez en la historia un primer ministro canadiense hablará como invitado especial en el Parlamento Israelí la próxima semana.
¿Ha cambiado la política oficial canadiense de censura a la ilegal ocupación del Este de Jerusalén? ¿Apoya Mr. Harper la usurpación de territorios palestinos por parte de Israel? La violación de los acuerdos de Oslo es flagrante, 650 mil asentamientos se han producido con la política expansionista tolerada por Estados Unidos-Canadá-Europa, siendo esta situación de abuso el principal obstáculo para la paz en el conflicto Palestino-Israelí.
Carlos Angulo Rivas es poeta y escritor peruano.
Fuente: ARGENPRESS.Info