Por Juan Francisco Coloane
La idea de derrocar militarmente al presidente Basher el- Assad cuenta con el apoyo de tres miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) – Estados Unidos, Francia, Reino Unido.
El borrador de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU S/2012/538 del 19 de julio, propuesta por Estados Unidos y miembros de la Comunidad Europea ilustra magníficamente la situación. Es el ahora o nunca como la expresión de una Alianza Occidental orientada a recuperar el tiempo perdido desde el desplome soviético y posicionarse estratégicamente con devastador poderío en una zona que históricamente le ha sido muy esquiva.
Cualquier persona con un conocimiento básico en este tipo de resoluciones que son públicas, podría concluir que consistía en un instrumento facilitador para derrocar el gobierno de Assad por medio de la intervención militar y hacer aparecer a los rebeldes como conquistando el poder después de una intervención humanitaria.
La incoherencia de este proyecto de resolución consiste en que existe solo un escenario en Siria: Un gobierno represor con un formidable ejército que asesina a civiles sin piedad y que los 17 o 18 mil muertos en 16 meses de conflicto es obra exclusivamente de una de las partes en el conflicto. Los rebeldes surgieron y se armaron por generación espontánea.
En el proyecto de resolución, se hizo evidente evitar a toda costa un texto simple para extender el mandato de la Misión de Paz de la ONU y aumentar las facultades del enviado especial Kofi Annan.
En la actual composición del CSONU con sus 10 países miembros no permanentes, predomina el neoconservadurismo y la conforman países de fuertes vínculos con los tres miembros que han incitado al derrocamiento de Assad y manifestado de diversas formas el estar apoyando al ejército rebelde como son Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.
Guatemala y Colombia forman parte de la zona de influencia de Estados Unidos y tienen gobiernos neoconservadores y exhiben un tipo de anticomunismo influenciado por la guerra fría. Países como Togo, Sudáfrica, India, Marruecos, Portugal se ubican bajo la influencia de la Comunidad Europea donde imperan ideas neoconservadoras. También operan lazos coloniales como es el caso de India y Sudáfrica. Alemania es un enemigo confeso de Siria y Azerbaiyán postula a ser miembro de la OTAN.
Se trata de un Consejo de Seguridad que no asegura neutralidad, con una mayoría de países acoplados a los objetivos de la Alianza Occidental para derrocar a Assad.
Frente a esta nueva ofensiva neoconservadora y el silencio de la comunidad internacional, la pregunta primaria es directa: ¿Es que la suerte de Assad está echada y los aleteos de rusos y chinos han aparecido demasiado tarde? Si fuera así sería como ponerle fin al multilateralismo como plataforma de debate y encuentro de fórmulas para resolver conflictos de esta magnitud.
¿El tema de Irán será abordado con la misma metodología de derribar regímenes armando rebeldes y con la anuencia del sistema multilateral manejado por las potencias coloniales que dominan el actual Consejo de Seguridad de la ONU?
El derrocamiento del Gobierno Sirio por la vía militar, podría inscribirse como un nuevo paradigma de la política internacional. Este nuevo paradigma, – el anterior fue la invasión a Irak en 2003 – es la consolidación del asalto neoconservador a la política mundial, que comienza a adquirir cuerpo a partir del atentado a las Torres Gemelas en 2001 y la “guerra internacional contra el terrorismo” como operación política. El mundo comenzó a girar en torno a dos ejes: Seguridad y Finanzas.
Esta guerra parte con amplio apoyo de la ONU sin medir las implicancias políticas a largo plazo por el hecho de colocar el sistema multilateral al servicio de los objetivos políticos de una nación, como se ha comprobado en el tiempo. Surge la invasión a Afganistán en el mismo año y dos años más tarde la de Irak. Estados Unidos promovió bien la idea de que todas las naciones estaban amenazadas por el terrorismo internacional como una forma de reeditar una nueva guerra fría, o no tan fría, porque de allí surgieron dos invasiones mayores.
Con Irak 2003 y la invasión rechazada por el Consejo de Seguridad, la ONU con su multilateralismo se desprestigió aunque no se vino abajo. La estrategia neoconservadora de desafiar el multilateralismo continuó y con la posible intervención militar en Siria aspira a consolidarse.
La política mundial, concebida como la expansión para proteger intereses estratégicos genera anarquía como se está viendo en Siria, Irak y Afganistán. Su naturaleza se hace imprevisible y los límites estructurales del multilateralismo se hacen más frágiles. Lo que está en juego son las bases racionales para comprender la génesis y la evolución de las relaciones internacionales para poder administrar la distorsionada interdependencia.
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