La paz que divide a Colombia

Por Arturo Wallace
La marea blanca que avanza por la Carrera Séptima, la avenida emblemática de Bogotá, al ritmo de tambores, cantos y consignas, se encarga de despejar las últimas dudas: la de este martes es, definitivamente, la mayor marcha política que he visto desde que llegué a Colombia hace ya casi dos años.
Varias decenas de miles de personas avanzan por la avenida exigiendo paz y para expresar su apoyo a las conversaciones con las que, desde noviembre pasado, el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC intentan poner fin a un conflicto que empezó prácticamente hace medio siglo.
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A varias cuadras de acá, siguiendo otra ruta, y acompañado por su equipo negociador, funcionarios públicos, representantes de partidos políticos y de los poderes del Estado, policías y militares, también se moviliza el presidente Juan Manuel Santos.
Y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro – un exguerrillero – también le ha sumado pueblo a la marcha.
A las calles, sin embargo, hoy no salió el único partido de izquierda con presencia en el congreso colombiano: el Polo Democrático.
Y, en el otro extremo del espectro político, el expresidente Álvaro Uribe y sus simpatizantes también están haciendo oír sus críticas a través de las redes sociales.
La posibilidad de paz – al menos la posibilidad a la que le apuesta el presidente Santos, la más clara en décadas, según algunos analistas, y probablemente la última oportunidad para la vía del diálogo – no parece bastar para unir a los colombianos.
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Tuits opositores
Miles de personas salieron a las calles en Colombia, pero no todos en el país apoyan el proceso de paz.
Los argumentos de los que desde el inicio se oponen al proceso de paz – y por consiguiente a la marcha – son de sobra conocidos.
Desde su perspectiva, el diálogo de La Habana le da legitimidad política a una guerrilla desprestigiada, para ellos poco más que un grupo «narco-terrorista».
Y las camisetas pidiendo una tregua bilateral que llevan algunos de los manifestantes de «La Marcha por la Paz» seguramente los reafirmaría en su convicción de que la guerrilla, militarmente muy debilitada, sólo quiere utilizar el proceso de paz para recuperarse (a pesar de que el gobierno ha insistido que sólo un acuerdo de paz definitivo conllevaría el cese de sus operaciones militares).
También se oponen a cualquier tipo de concesión política con los rebeldes, a los que consideran simples criminales.
«Nuestra oposición al proceso de paz, no es a la paz sino a la impunidad», se lee, por ejemplo, en un trino del expresidente Uribe que leo en plena marcha.
«SÍ a la Paz, NO a las FARC! Sí a la Paz Justa! NO a la impunidad! SÍ a la Paz Justa! NO a la elegibilidad de asesinos», agrega Rafael Guarín, uno de sus colaboradores más cercanos.
Y son varios los lectores que, también vía Twitter, se encargan de decirme cosas parecidas en respuesta a un trino que yo creía inocente: «Hoy en Colombia se marcha en apoyo al proceso de paz».
El debate, de hecho, está que arde en las redes sociales. A la etiqueta #MarchaPorLaPaz se le opone la de #MarchaDeLasFarc, #El9Sí combate contra #El9No, y #AhoraSíLaPaz se enfrenta con #MásInútilQueMarchaPorLaPaz, que aparece como primera en la lista de temas tendencia (trending topics) colombianos.
Es una prueba más de que la unidad que pidió anoche por cadena televisiva, y de nuevo hoy por la mañana el presidente Santos, todavía está lejos de alcanzarse.
Consideraciones políticas
En Bogotá muchos marcharon a ritmo de tambores, cantos y consignas.
La proximidad de una campaña electoral, en la que podría participar el presidente Santos, tampoco ayuda.
Esta es, de hecho la razón esgrimida por el partido Polo Democrático – que sí está a favor del proceso de paz de La Habana – para no sumarse a la marcha.
«El Polo apoya todas las iniciativas de paz que busquen reunir el respaldo de la ciudadanía a las negociaciones y a crear un ambiente propicio para la reconciliación nacional. (Pero) reiteramos nuestro rechazo a la pretensión del presidente Juan Manuel Santos de amarrar las negociaciones con las FARC a sus aspiraciones reeleccionistas», explicó la organización política en un comunicado.
Aquí en la calle, sin embargo, la marcha difícilmente podría confundirse con una actividad de campaña del mandatario.
Y es que, incluso al marchar, los diferentes grupos hacen esfuerzos por conservar su distancia.
Además de en las consignas, la diferencia también se hace evidente en los detalles con los que adornan las camisetas y banderas, predominantemente blancas.
Al mismo tiempo, sin embargo, es cierto que un proceso de paz exitoso prácticamente garantizaría la reelección de Santos. Y, aunque no lo digan en voz alta, esa seguramente también debe contarse entre las razones de varios de los opositores al diálogo de La Habana.
El fin del conflicto le quitaría además viabilidad política a ciertos discursos y supondría la entrada en la lid política de aquellos a los que violencia – a favor o en contra – ha tenido largamente marginados.
Y, en cierta forma, esta marcha da algunas esperanzas.
Pero también parece mostrar que en Colombia todavía hay mucho camino que recorrer en materia de tolerancia.
Contexto
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Fuente: BBC Mundo

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