Los buenos, los malos y la silla

Uno de los discursos más memorables del show en que se han convertido las convenciones de los dos principales partidos políticos de Estados Unidos es el del veterano actor Clint Eastwood, protagonista de la famosa película Elbueno, el malo y el feo.

Y no fue precisamente por su contenido vácuo, que tampoco tiene mucho de extraño en los discursos partidistas, sino porque el también conocido como “Harry el sucio” se dirigió a una silla vacía que simbolizaba el presidente Barack Obama, pero no creó el efecto deseado entre su audiencia aparte de un chorro de reacciones jocosas en las redes sociales.

Al final, los “buenos” de las convenciones fueron el republicano Marco Rubio y el demócrata Julián Castro, rostros jóvenes que los partidos, con sus respectivas ideologías, mostraron para captar al creciente electorado de origen hispano o latino que refleja la diversidad de Estados Unidos, donde las minorías étnicas y raciales ya superan a la mayoría caucásica en varios estados y ciudades.

Los “malos” de la película fueron indudablemente “la bruja y el arpío”, como llamó un columnista a la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, y el sheriff del condado de Maricopa, Joe Arpaio, que se han “ganado” el aborrecimiento de grupos defensores de los inmigrantes y de los derechos humanos por su lucha implacable, cuasi racista, contra los inmigrantes indocumentados, incluyendo incluso a los tenaces jóvenes “soñadores” que llegaron de niños a Estados Unidos, país fundado por inmigrantes al que veneran como su patria.

Sin mencionar a los “feos”, que abundan detrás de las sonrientes caretas, la silla vacía representa el estancamiento en que se encuentra el sistema político estadounidense, manchado de divisionismos en el Congreso e incluso con tintes racistas producto de un país que busca sacudirse de los remanentes de la recesión de 2008 al tiempo que busca afianzar su hegemonía ante las potencias emergentes y donde el rostro ajado de Clint Eastwood contrasta con el de los Obama, los Rubio y los Castro.

 

–  Santiago David Távara

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