Los medios que antes calumniaron a Romero hoy lo quieren convertir en un “santo de palo”

La semana pasada se publicó el libro “Monseñor Óscar Romero y los medios de comunicación”, parte de una trilogía que devela una faceta poco conocida del próximo santo salvadoreño y donde Héctor Dada Hirezi, una de las fuentes del libro y comentarista, afirmó que “Monseñor Romero como Arzobispo tuvo mala prensa”, que lo calumnió, difamó, pero ahora lo vende como un “Santo de Palo” del que hay que ocultar su mensaje de denuncia social.

Para el exmiembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno de finales de los 70s y exministro de Economía en el anterior gobierno de Mauricio Funes, Héctor Dada Hirezi, hablar de Romero no es fácil, porque “como todo profeta es una persona que genera conflictos cuando busca la paz. En su caso tenemos a un profeta aterrizado en una realidad brutalmente conflictiva”.

Para Dada Hirezi hubo una cita de Monseñor Romero que marcó su misión como comunicador desde su apostolado: “Gracias a Dios que la iglesia de El Salvador todavía puede hablar, (…) si habla tiene que decir la verdad y si no mejor no hablar”, aseguró el Arzobispo en su homilía del 16/07/1978. Según el economista, estas palabras fueron más exigentes y comprometedoras en la iglesia salvadoreña de su tiempo.

“Romero fue un gran comunicador, mostró a plenitud la capacidad de expresar la palabra de Dios y la doctrina de la iglesia de forma que llegara a los fieles más sencillos e interpretar los sentimientos y las esperanzas de los descartados, como llama a los pobres el papa Francisco”, señaló Dada Hirezi.

Asegura también que las situaciones que le tocó vivir en la Arquidiócesis y su decisión de leer la realidad desde la visión de Jesús de Nazareth, le dieron el contexto para poner al servicio de su misión pastoral su enorme capacidad de utilizar los medios de comunicación y teniendo presente la obligación de decir siempre la verdad, respetando los marcos éticos.

Según el economista, “como comunicador no encontró acogida en los grandes medios de comunicación, más bien se vio confrontado a una oposición férrea llena de campañas de desprestigio y de informaciones tendenciosas”.

Añadió que cuando fue nombrado como Arzobispo “tuvo muy buena prensa, porque parecía que iba a acabar con el izquierdismo de Monseñor Chávez, pero ya como Arzobispo tuvo muy mala prensa, y tuvo que recordarles la responsabilidad de acuerdo a normas elementales de la ética y de respeto a la verdad”.

Según el comentarista, Romero tuvo que hacer aterrizar la palabra del dios hombre en la realidad concreta que vivía el país y hacer entender a grupos sociales que se podían expresar a través de los grandes medios su abandono a la fe en Jesús por defender privilegios injustos y su obligación de dar noticias verdaderas.

Hirezi explicó que las acusaciones de izquierdista no nacieron con Monseñor Romero, sino con Monseñor Luis Chávez y González, incluso “nombrado por la CIA como enemigo de los intereses de los Estados Unidos en los años 60. Él fue también quien abrió la brecha comunicacional en la iglesia comprando la frecuencia de la YSAX y fundando el periódico Orientación”.

Según las conclusiones de Hirezi, no es extraño en los profetas denunciar la injusticia social y Romero siguió esa tradición ante la falta de justicia en la sociedad salvadoreña y la falta de espacios para ejercer los derechos fundamentales, que conducía hacia confrontaciones más violentas con una represión endurecida y el inicio de resistencias armadas.

“Los mismos que ayer lo denunciaban como enemigo de la fe y de la sociedad, ahora lo presentan como un Beato al que hay que referenciar, siempre y cuando ocultemos el contenido evangélico de su predicación frente a nuestra horrorosa realidad”, afirmó Dada.

Los mismos medios de comunicación que en vida llegaron hasta calumniarlo hoy hacen un esfuerzo para convertirlo en lo que Hirezi llama un «santo de palo”.

El libro cuenta además de los testimonios de Héctor Dada, con los del Cardenal Rosa Chávez y de Monseñor Ricardo Urioste, estrecho colaborador de Romero.

Uno de los escritores, Héctor Grenni, confirmó la evidente relación conflictiva de la prensa con Romero, prácticamente desde que llegó a San Salvador y a raíz de sus protestas por la muerte del sacerdote jesuita Rutilio Grande.

“A partir de ese momento, ya sea para denigrarlo o elogiarlo hubo que voltear los ojos hacia Monseñor Romero”, afirmó Grenni.

A la vez que crecía la conflictividad de los medios con el Arzobispo Romero también se pone en evidencia su capacidad de usar los pocos y pequeños medios de comunicación de los que disponía para llevar a cabo su misión profética de denuncia.

El 7 de mayo de 1978 Romero se dirigió a los periodistas de la radio y de los periódicos diciéndoles en su homilía: “lástima tantas plumas vendidas, tantas lenguas que a través de la radio tienen que comer y se alimentan de la calumnia porque es la que produce. La verdad muchas veces no produce dinero sino que amarguras, pero vale más ser libre en la verdad que tener mucho dinero en la mentira”.

La trayectoria editorial de Monseñor Romero

Romero escribió desde los años 50. Empezó dirigiendo y escribiendo en el semanario Chaparrastique [en San Miguel] al regresar de Roma en 1945, tres años y medio después escribió para el Diario de Oriente [también en San Miguel], en 1969 empezó a escribir en La Prensa Gráfica hasta que fue censurado en 1979. En Santiago de María fundó el semanario El Apóstol, tuvo intervenciones dominicales en la radio YSAX y también irrumpió en la prensa internacional.

El periodista Roberto Damas, otro de los escritores del libro publicado por la Universidad Don Bosco, señala que cuando fue la Conferencia Episcopal de Latinoamérica celebrada en Puebla, México en 1979, Romero tuvo un lobby de un centenar de periodistas extranjeros con quienes empezó una alianza estratégica, “ya que la prensa internacional se dio cuenta de que la postura oficial mentía y que la comunicación oficial ocultaba mucha información. Sus homilías se volvieron un referente para conocer la realidad de El Salvador en esos días”, aseguró Damas.

Añade que detrás de las homilías se podía observar el trabajo de todo un equipo editorial con el que se consultaba aspectos técnicos para que fuera efectivo el mensaje. Con esto le devuelve el papel y una figura al comunicador y a los medios de comunicación que debe ser serio y no superficial, que debe estar al servicio de las personas”, comentó Damas.

Mientras tenía una relación bastante dura con los medios locales tuvo una relación muy cercana con la prensa internacional, que pedían su opinión y para los que era un referente sobre los problemas del país.

Damas concluye señalando que su denuncia trascendió las fronteras y refiere que en el National Catholic Reporter del 9 de abril de 1980 se registra que las amenazas de Monseñor Romero llegaron hasta el Vaticano y el padre franciscano Alan McCcoy, comentó que supo del envío de una nota preventiva del Departamento de Estado de Estados Unidos al Vaticano «sugiriendo que Romero debía modificar su posición», 6 meses antes que lo asesinaran.

Para Damas, Monseñor Romero terminó enseñando que en el periodismo si hay una excepción para parcializarse debe ser a favor de los que sufren y no tienen voz, por eso logró hacer los días domingo una popular cadena nacional sin precedentes, ya que era común caminar por las calles de El Salvador, en caseríos, colonias y cantones y oír la homilía desde catedral.

Fuente: Transparencia Activa

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