Los niños de las manos rojas

Por Juan Carlos Díaz Guerrero

Más de 300 mil niños en casi un centenar de países participan hoy en conflictos armados, de los cuales el 40 por ciento corresponden al sexo femenino: las niñas soldados.

El reclutamiento de menores en las conflagraciones no es asunto nuevo en la historia de la humanidad, y mucho menos las funciones de placer y servilismo a las que han sido obligadas las infantes alistadas en los ejércitos regulares e irregulares en el mundo.

Los infantes desde los siete años son reclutados, amenazados, abusados y drogados para combatir en conflictos étnicos, religiosos, entre narcotraficantes o contra gobiernos, estima un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

La interpretación del término «uso de niños soldados en conflicto» incluye las múltiples misiones que los infantes desarrollan dentro del grupo armado, y en especial, los actos de violencia sexual contra las niñas», afirma Radhika Coomaraswamy, representante especial de la ONU para las cuestiones de los niños y los conflictos.

Con tan solo ocho años la niña ugandesa China Keitetsi fue reclutada por el Ejército Nacional de Resistencia y 10 años después, luego de escapar, narró ante la prensa las trágicas vicisitudes que tuvo que enfrentar.

«Para una niña era todavía más difícil. En tanto que varón, tú también eras un objetivo. A los 15 años era incapaz de recordar cuántos hombres habían abusado de mí», contó la hoy madre de dos hijos.

Keitetsi describió que eran como piedras porque «teníamos mucho miedo pero teníamos que dar miedo. Ni siquiera hablaba con las niñas», acotó.

Al principio no sabía lo que me estaba pasando, porque nunca nadie te había «hablado de eso», comentó en alusión a los sistemáticos y continuados abusos sexuales a los que fue sometida durante su infancia.

Otra joven, de nacionalidad zimbabwense, relató también su terrible experiencia al describir que «los hombres y jóvenes venían a nuestro dormitorio cuando estaba oscuro y, simplemente, nos violaban. Te encontrabas con un hombre encima de ti y ni siquiera sabías quién era. La niña más joven de nuestro grupo tenía 11 años y la habían violado repetidamente en la base, indicó.

Estas historias relatadas por sus protagonistas laceran todo sentimiento si se tiene en cuenta que además de ser esclavas sexuales de sus similares y comandantes, las niñas soldados ejercen labores de combatientes, cocineras, limpiadoras, informantes y guardaespaldas.

Para la oficial de protección de niños de la misión de las Naciones Unidas en la República del Congo, Kristine Peduto, la situación de las niñas en los campos de entrenamiento es más preocupante que la de los varones.

La autoridad, que entrevistó a muchas de las menores, apuntó que el estado «físico y psicológico de estas niñas era catastrófico», y eran expulsadas de los campamentos cuando quedaban embarazadas porque «ya no eran útiles para el combate».

Expertos consideran que los nuevos instrumentos y escenarios de guerra, además del uso de nuevas tecnologías y la ausencia de campos de combate y adversarios identificables, suponen un mayor riesgo para los niños en las operaciones militares.

 

Las manos ensangrentadas de los niños soldados

Según los Principios de Ciudad del Cabo un niño soldado es toda persona menor de 18 años que forma parte de cualquier fuerza armada regular o irregular, incluido el reclutamiento de las niñas con fines sexuales o forzadas al matrimonio.

En esa reunión, celebrada en 1997 en Suráfrica, se recomendó que los gobiernos y las comunidades de los países afectados con la participación de menores en conflictos armados adoptaran las medidas adecuadas para terminar con esa forma de violación de los derechos de la infancia.

Cada 12 de febrero se celebra el Día Mundial contra la Utilización de Niños y Niñas Soldado, un paso importante establecido para crear conciencia y evitar la utilización de menores, de un modo u otro, en conflictos armados.

 

La ONU propuso en 2002, a modo de denuncia, denominarlo Día de las Manos Rojas.

Este día de recordación pretende terminar con el problema de los niños soldados y alcanzar su reinserción en la sociedad mediante programas de ayudas, que incluyen la reunificación familiar, asesoramiento social, educación y formación profesional.

Los esfuerzos de la comunidad internacional permitieron que en el 2011 más de 11 mil niños soldados fueran liberados y rehabilitados en países como Sudán, República Democrática de Congo (RDC), Chad, Costa de Marfil y Myanmar, entre otros.

Según los datos, hasta el presente 142 países han ratificado el Protocolo facultativo de las Naciones Unidas sobre la participación de menores en conflictos armados.

Esa herramienta está considerada como el instrumento jurídico más importante para los menores obligados a participar en conflictos armados.

El texto obliga a los Estados signatarios a priorizar la promoción de los derechos humanos y la protección de los grupos más vulnerables, como el de los menores de edad.

Asimismo, exhorta a tener en una dimensión fundamental para luchar contra esta realidad la rehabilitación y la reinserción de los niños y niñas soldados, además de la prevención y desmovilización.

 

La ONU mantiene su objetivo de lograr en 2015 que los Estados limpien sus ejércitos de niños.

Los expertos consideran que las secuelas síquicas y físicas sufridas por esos infantes impactan tanto en su futuro personal como en sus comunidades y lastran sus posibilidades de desarrollo.

María Calderón, exresponsable de un centro de rehabilitación de menores soldados en la RDC, declaró a la prensa que el trabajo para luchar contra el uso de menores en los conflictos armados es a largo plazo y depende de recursos.

Los programas deben de ponerse en marcha sin esperar el fin del conflicto, además de promover el apoyo familiar y comunitario a los niños soldados para que vuelvan a formar parte de la sociedad de la que fueron desarraigados a través de su reclutamiento, opinó.

De su lado, Yolanda Román, responsable de Incidencia Política de Save the Children, refirió que es «necesario poner en práctica políticas y procedimientos concretos con el fin de garantizar que se cumpla el derecho internacional y prevenir violaciones de los derechos de los niños».

Pese a los esfuerzos por erradicar el reclutamiento de menores aún persisten denuncias como la de la portavoz de Unicef en Malí, Marixie Mercado, quien denunció que en los últimos meses al menos 175 niños de entre 12 y 18 años fueron reclutados en el norte del país africano.

Según Mercado, todos los grupos armados involucrados en los enfrentamientos están reclutando niños soldados.

 

La condena del señor de la guerra Thomas Lubanga

Como paso importante en la lucha contra el reclutamiento de niños en los conflictos armados fue la sentencia dictada en junio contra el congoleño Thomas Lubanga.

Este crimen «está ahora grabado en piedra, nadie podrá decir que lo desconocía», declaró a la prensa Radhika Coomaraswamy, y calificó la decisión de «histórica».

Para el representante especial de la ONU, Lubanga es el clásico caso de la guerra del Congo de los años 90 que «básicamente consistía en el secuestro de menores, uso de drogas y utilización de niños como soldados».

Coomaraswamy afirmó que la comunidad internacional sólo ha sido consciente de esta práctica en las últimas dos décadas. «Ahora creo que estamos en el buen camino para que en 2015 no tengamos ningún ejército nacional que reclute niños», expresó y se mostró confiado en que la RDC y Sudán sigan el ejemplo de Somalia y el Chad de limpiar sus filas de niños soldados.

El exjefe de milicia congoleño fue condenado a 14 años de cárcel por la Corte Penal Internacional, acusado de crímenes de guerra y de haber usado niños menores de 15 años durante la guerra civil en el noreste de su país entre 2002 y 2003.

A principios de junio la fiscalía había solicitado la pena de 30 años, pero los jueces atenuaron la pena al considerar su cooperación permanente durante todo el proceso.

El excomandante de las Fuerzas Patrióticas para la Liberación del Congo se declaró inocente durante el juicio iniciado en enero del 2009 y finalizado en agosto del 2011, pero todas las evidencias apuntaron a que contribuyó a ensangrentar manos que sólo deberían saber de juguetes, lápices y cuadernos escolares.

Fuente: Prensa Latina/ARGENPRESS.Info

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