María de los Ángeles Fornero en la Feria Internacional del libro en Ayacucho, Perú

María de los Ángeles Fornero. Foto: cortesía Democracy Now!

Expondrá el rol de las mujeres andinas en la independencia del Perú.

 

Por Roberto J. Bustamante (*)

-PRIMERA PARTE-

Nueva York.- Por segunda vez, La escritora María de los Ángeles Fornero, nacida en Córdoba, Argentina, viajará al Perú para luego recorrer varias ciudades andinas en la región de Ayacucho, donde participará como invitada especial en la Feria Internacional del libro (FILAY-2024) en el mes de octubre.

Su primera novela fue “Viajes entre dos orillas” (Alción, 2019), reeditada por Mesa Redonda (Perú, 2022) y presentada en la Feria del Libro Ricardo Palma en la ciudad de Lima. En este libro, la escritora argentina, trabajó un capítulo enteramente dedicado a la ciudad andina de Ayacucho y sus mujeres, especialmente  Ventura Ccalamaqui, heroína indígena muy poco conocida en la Argentina y en general en América Latina.

Autora de varias novelas y trabajos literarios, María de los Ángeles, es psicóloga social y profesora de Lengua y Literatura. Tiene diferentes escritos de militancia y ha recibido premios en poesía y narrativa, que luego se publicaron como Antologías.

Esta es la entrevista con la destacada escritora nacida en Córdoba, Argentina:

—¿Nos puede comentar de su presencia el próximo mes de octubre en la Feria Internacional de Libro en Ayacucho, Perú (FILAY)?

—Sí, claro. Estaré en Ayacucho en octubre. Se trata de una invitación que me llegó a partir de haber enviado un trabajo ensayístico al Congreso Internacional de Historia. Ese ensayo fue elegido para ser expuesto en ese Congreso que trataba de las independencias americanas. El Congreso se hizo en agosto y no pude asistir. Me quedó un sabor amargo porque era un gran esfuerzo el trabajo presentado y por el significado de la celebración del bicentenario de la batalla, que cerró el ciclo de la colonización española de América. Fue entonces que me conecté con los organizadores de la Feria del Libro para ofrecer la presentación de ese trabajo. Como el eje de la FILAY 2024 es EL BICENTENARIO. LAS INDEPENDENCIAS, inmediatamente fue tenido en cuenta y me llegó la invitación de la Cámara Peruana del Libro. Ser parte de quienes ofrezcamos nuestra admiración a los y las héroes de Ayacucho, de Junín, de Cangallo en el Bicentenario es un gran honor para mí, sobre todo en estos momentos tan complejos para nuestros pueblos.

Ventura Ccalamaqui, heroína de raíces indígenas. Foto cortesía.

—¿Puede usted explicarnos acerca del interesante ensayo de su autoría seleccionado en el Congreso Internacional de Historia sobre las Independencias Americanas convocado por la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga?

—El ensayo se presentó dentro del eje Antropología del género y trabaja tres aspectos. El primero es el debate sobre la perspectiva de género con la cual debemos, en éste momento histórico, mirar los documentos, los archivos, las búsquedas de información. Y allí ponemos algunos ejemplos muy interesantes sobre el trabajo de dos historiadores que dan cuenta de ésta nueva visión de la historia. El trabajo del historiador peruano Luis Miguel Glave (que usted mismo, Roberto Bustamante, toma en su libro “Ventura Ccalamaqui ¡Rebeldía y libertad!”) y la socióloga argentina Berta Wexler. Ellos se detienen en un análisis con perspectiva de género en los documentos ya estudiados, y encuentran nuevos elementos que amplían el panorama e inclusive, clarifican cuestiones desconocidas. El segundo aspecto que trabajamos es la idea de que nuestras heroínas, las mujeres que descollaron en los combates o la militancia libertadora no fueron sólo mujeres sobresalientes. Sí, lo fueron, desde ya. Pero, además, se trató de un emergente de lo que subyacía: una enorme necesidad de las mujeres como conjunto social de la liberación de la opresión que significaba vivir bajo el yugo del poder imperial español. No era, lejos, un problema de varones. Analizamos que todos los tipos de opresión y abusos que cayeron sobre los varones, fueron superiores y escalofriantes cuando cayeron sobre las mujeres. Por eso ellas, cómo género, no como excepciones, tomaron parte activa y apasionada de esas batallas. Sufrían doble o triple opresión y eso está en la base de tanto heroísmo. Y, el tercero, plantea que este incorporarse a las luchas independentistas, como el caso de las mujeres que guerrearon al lado de los Morochucos, por poner uno de los ejemplos más sobresalientes o el ejército de amazonas que organizó Juana Azurduy fue una continuidad de lo que eran sus vidas diarias de mujeres incluidas en la producción en las comunidades andinas y de las regiones, las indias y negras, mulatas, criollas artesanas, chicheras, panaderas, vivanderas y que por eso hicieron lo que sus necesidades urgentes y sus capacidades les habilitaban: participaron desde sus puestos de trabajo, desde sus lugares de producción, desde sus condiciones históricas concretas en las luchas por la independencia, un lugar que se ganaron sin pedir permiso. Eso, desde el ejercicio de la memoria, nos demuestra a las mujeres del Siglo XXI que también podemos hacernos cargo de cambiar lo que nos daña.

La actriz peruana Carmen Aroni Salazar, personifica a Ccalamaqui. Foto cortesía Oscar Medrano Pérez.

—El ensayo trabajaba el rol de las mujeres como colectivo social en las guerras de la independencia. Plantea una relación dialéctica entre la existencia de las heroínas y las mujeres del pueblo.

—Claro, es eso que describe más arriba. Por ejemplo, se conoce insuficientemente el hecho de que los pueblos de indios entre Tucumán y Potosí durante todo el siglo XVII y XVIII terminaban siendo pueblos de indias, porque los hombres eran forzados a ir a las minas y quedaban en las comunidades las mujeres y los niños. De hecho, el sustento diario, la defensa, la economía y la dirección de la producción y la vida social quedaba en manos de las mujeres. Felipe Pigna, en su libro “Mujeres tenían que ser” toma esto para mostrar que, de allí a construir armas, acopiarlas y/o tomarlas para incorporarse a un ejército más o menos regular, la mayoría de las veces irregular, claramente era una cuestión de tiempos y momentos. Era casi una obligación hacerlo para garantizar la continuidad de la vida. O sea que si bien el frente anti-español fue enorme y muy rico para el análisis político, ideológico y filosófico (pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad una gesta como la libertad de América), el principal peso recayó en los pueblos indígenas y en las clases populares, y dentro de esas clases y castas, las mujeres eran lo más sumergido de lo sumergido. Muchísimas del común se ganaron estar en la primera línea.

(También se recomienda leer la Segunda Parte de esta entrevista)

(*) Roberto J. Bustamante, es periodista y científico social

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