Periodistas muertos y niños desaparecidos

Por Teresa Gurza

Recién pasó la fiesta de Navidad, especial sobre todo para los más chicos, por lo que no quiero terminar los artículos del año sin recordar a los alrededor de 400 mil niños, niñas y adolescentes mexicanos que no pudieron pasarla en familia a causa del crimen organizado; y son parte de los millones que el Papa Francisco acaba de decir, sufren alguna forma de violencia y esclavitud en el orbe.

Y también sirva este artículo para evocar a los 60 periodistas que murieron este año en todo el mundo, en incidentes relacionados con su trabajo.

Por fortuna ahora no es México como en otras ocasiones, el que encabeza la lista de 60 reporteros fallecidos difundida por el Comité para la Protección de los Periodistas; pero ni aquí ni en ningún país, debiera morir un solo periodista por motivos laborales.

Este Comité, cuya sede está en Nueva York, ha documentado las muertes de periodistas desde 1992; y considera que un fallecimiento está relacionado con el oficio de comunicador, cuando hay certeza razonable de que el deceso fue en represalia por lo que se escribió o trasmitió, o porque ocurrió en medio de incidentes de fuego cruzado o como consecuencia de realizar una tarea peligrosa en un ambiente hostil.

Y ha informado que a partir de que en el 2011 comenzaron en Siria los enfrentamientos, han sido asesinados ahí 79 periodistas.

Hace unos días, La Jornada, publicó la información correspondiente a este año 2014, en la que se precisa, que igual que en los dos años recién pasados, fue el Medio Oriente la región más letal para la prensa; que murieron allá 17 colegas y aún se está investigando la muerte de otros 18, para establecer las causas.

Según el CPJ, el 35 por ciento de los reporteros muertos este año, trabajaba en medios audiovisuales; y un 27 por ciento se desempeñaba como fotógrafos y camarógrafos.

Este año la mayoría de los muertos eran corresponsales acreditados por sus empresas en zonas de guerra; entre ellos Anja Niedringhaus, fotógrafa alemana de la agencia Associated Press, asesinada a balazos por un policía en Afganistán en abril, mientras cubría las elecciones; y dos reporteros, uno estadunidense y otro estadunidense-israelí, balaceados por milicianos del grupo extremista Estado Islámico, que controla extensas partes de Irak y Siria.

Otros periodistas murieron buscando dar información de primera mano sobre el virus del Ébola; como sucedió en Guinea, donde los cadáveres de un periodista radial y dos trabajadores de medios, fueron encontrados tirados en un alcantarillado de la municipalidad de Womé, a donde se habían trasladado para cubrir la campaña de concientización en salud pública.

En Paraguay, donde desde el 2007 no habían sido asesinados periodistas, este 2014 fueron balaceados tres reporteros de radio que denunciaban actividades criminales del narcotráfico y corrupción.

En Brasil cayeron dos colegas; uno de ellos camarógrafo de Bandeirantes filmaba un enfrentamiento entre la policía y manifestantes, cuando fue alcanzado en la cabeza por una bengala. Y el dueño de un semanario fue asesinado a balazos afuera de su hogar en el sur de Río de Janeiro, por denunciar la corrupción del gobierno local.

Y en México, fueron asesinados Gregorio Jiménez, en febrero pasado en Veracruz, donde cubría incidentes del crimen organizado y violencia contra inmigrantes; y Octavio Rojas Hernández, muerto en agosto frente a su casa en Oaxaca, tras una nota en la que relacionaba a un director de la policía municipal, con una banda de ladrones de gas.

Por lo que respecta a los niños y niñas desaparecidos, con base en datos que diversas ONGs dieron a La Jornada, Etcétera informó el 23 de diciembre que se desconoce el paradero de 400 mil y que sus desapariciones se atribuyen a acciones del crimen organizado.

Guillermo Gutiérrez Romero, de la Fundación Nacional de Investigadores de Niños Robados y Desaparecidos, señaló que el tráfico de niños y adolescentes genera a la delincuencia organizada más de 30 mil millones de dólares anuales; y destacó la urgencia de que partidos políticos, empresarios y sociedad civil atiendan el problema.

Para ello su organización y otras más, firmaron un acuerdo con César Camacho Quiroz, presidente nacional del PRI, que lo compromete a ayudar a buscarlos y a respaldar a los familiares de los pequeños desaparecidos para que puedan regresar a sus casas y se les haga justicia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos Relacionados

  • Las protestas estudiantiles en universidades de EE.UU., la libertad de prensa y Palestina

  • Una guerra de mentira, en El Salvador

  • Reescribiendo la historia