Foto: cortesía Democracy Now!
Por Amy Goodman y Denis Moynihan
Los tiroteos en escuelas son manifestaciones recurrentes de una patología social: la normalización y aceptación de actos de violencia y muerte sin sentido.
En un nuevo caso de esta enfermedad, que parece estar en constante propagación, dos estudiantes de 14 años y dos docentes murieron y otras nueve personas resultaron heridas en un tiroteo masivo ocurrido en la escuela secundaria Apalachee, ubicada en la ciudad de Winder, en el estado de Georgia.
Colt Gray, un estudiante de noveno grado de 14 años, utilizó en el tiroteo “un arma del tipo AR”, el popular rifle semiautomático que está ampliamente disponible a la venta en Estados Unidos, con cientos de variaciones y accesorios modulares que inundan el multimillonario mercado de las armas.
Un comunicado del FBI emitido el miércoles revela que el adolescente sospechoso del tiroteo vivía en una casa en la que había armas. En un fragmento del comunicado, la agencia señala:
“En mayo de 2023, el FBI […] recibió varias denuncias anónimas de amenazas hechas a través de internet sobre un posible tiroteo en una escuela, en un lugar y en una hora no identificados. Los mensajes con estas amenazas incluían fotos de armas. En un plazo de 24 horas, el FBI determinó que la publicación en línea se había originado en Georgia. La oficina del FBI en la ciudad de Atlanta remitió la información a la Oficina del Sheriff del Condado de Jackson para que tomara medidas. La Oficina del Sheriff del Condado de Jackson localizó a un posible sospechoso, un varón de 13 años, al que interrogaron junto con su padre. El padre declaró que tenía armas de caza en la vivienda, pero que su hijo no tenía acceso a ellas sin supervisión. El [adolescente] sospechoso negó haber hecho las amenazas en internet. El condado de Jackson alertó a las escuelas locales para que mantuvieran un monitoreo del sospechoso […] pero [en ese momento] no existían motivos fundados para llevar a cabo una acción policial adicional”.
Las autoridades habían sido advertidas con más de un año de antelación. Según se informa, la escuela Apalachee recibió una amenaza telefónica en la mañana del tiroteo en la que se advertía que cinco instituciones educativas serían atacadas y que Apalachee iba a ser la primera en la lista.
Los rifles del tipo “AR” se han convertido en el arma preferida de los perpetradores de tiroteos masivos. En el tiroteo ocurrido el 24 de mayo de 2022 en la escuela de Uvalde, en el estado de Texas, el atacante adolescente mató a 21 personas, dejó heridas a otras 21 y logró mantener paralizados a 400 agentes del orden, mientras masacraba a los escolares, uno por uno, durante más de una hora. La capacidad letal del rifle de plataforma AR intimidó de tal manera a esos cientos de agentes fuertemente armados, que intervinieron demasiado tarde.
En 2019, como precandidata demócrata a la presidencia, Kamala Harris, que en ese entonces se desempeñaba como senadora por el estado de California, hizo de la renovación de la prohibición de armas de asalto un eje central de su campaña. Harris abogó también por la prohibición de los rifles de asalto en diciembre de 2023, cuando aún era simplemente la compañera de fórmula de Joe Biden.
Sin embargo, en la actual reñida contienda presidencial contra Donald Trump, Harris ha adoptado una postura más mesurada al respecto. Cuando se conoció la noticia del tiroteo en la escuela de Apalachee, Harris estaba en medio de un acto de campaña en Nuevo Hampshire y se refirió al hecho en su discurso:
“Nuestros corazones están con todos los estudiantes, los docentes y sus familias, por supuesto, y les agradecemos a los miembros del servicio de emergencias y a las fuerzas del orden que acudieron al lugar de los hechos. Pero esta no es más que una tragedia sin sentido que se suma a otras tantas tragedias sin sentido. Tenemos que acabar con esta epidemia de violencia armada en nuestro país, de una vez por todas. […] Esto no puede seguir así”.
Kris Brown es presidenta de Brady, una organización que trabaja para la prevención de la violencia con armas de fuego y que lleva el nombre de James Brady, secretario de prensa del expresidente estadounidense Ronald Reagan. Brady, quien recibió un disparo en la cabeza durante el intento de asesinato que sufrió Reagan en 1981, sobrevivió al incidente y se convirtió, junto a su esposa Sarah, en un destacado defensor del control de armas de fuego.
En conversación con Democracy Now! tras el tiroteo en la escuela Apalachee, Kris Brown expresó: “Jim y Sarah Brady fueron los impulsores de la Prohibición Federal de Armas de Asalto, que entró en vigencia un año después de la aprobación de la Ley Brady en 1993. En los diez años que duró la prohibición sobre las armas de asalto, se observó un notable descenso en los tiroteos masivos cometidos con esas armas, en comparación con el período anterior”.
Brown es optimista en cuanto a la posibilidad de que ocurra un cambio positivo en el país, a pesar del arraigado poder del lobby de la industria de las armas:
“Hay un creciente anhelo por prohibir las armas de asalto en el país, incluso entre los republicanos y los propietarios de armas. Así que, si Harris gana las elecciones, exigiremos que este tema sea una de las prioridades de su Gobierno”.
Estas armas de guerra, que se ofertan en Estados Unidos como unos simples e inofensivos “rifles deportivos modernos”, deben ser prohibidas.
Las prohibiciones de las armas de asalto funcionan. En 1996, Australia sufrió un tiroteo masivo que dejó 35 personas muertas y 23 heridas. Casi inmediatamente después de la masacre, ese país de amantes de las armas aprobó una prohibición total de las armas de asalto y adoptó un programa de recompra de armas semiautomáticas por parte del Gobierno, de carácter obligatorio para la población civil del país. Desde entonces no se ha vuelto a producir en Australia un tiroteo de esa magnitud.
El éxito que se logró en el país oceánico no será tan rápido de alcanzar en Estados Unidos, un país donde hay en circulación cientos de millones de armas de fuego. Aún así, la prohibición de los rifles de asalto debería ser un tema central en la campaña de Harris-Walz para las elecciones de noviembre. Las vidas de los niños y niñas de Estados Unidos dependen de ello.