Si apoyamos a Trump, destruimos a Estados Unidos

Foto: occupydemocrats.com

Desde Washington D.C., elecciones 2024.

 

Por Walter Monge-Cruz

¡Es divertido seguir a Trump, es inofensivo!, ¡El Estado Profundo lo persigue, es falso que haya cometido un crimen! Ese es el mensaje que la inconsciencia política de la mitad de los votantes estadounidenses infiere en las encuestas para la Presidencia a seis meses de las elecciones.

Para este grupo de ciudadanos, no importa que la historia de la República definirá para la eternidad que Trump intentó robar las elecciones pasadas con una absurda mentira, la cual aún promulga, e incitó el ataque más oneroso, al más sagrado templo de la democracia en el mundo, incluso promoviendo el asesinato de su propio vicepresidente.

¿Es algo así divertido o falso?

Dentro de esos seguidores del culto de Trump, la mayoría se definen como cristianos con profundas raíces evangélicas e intachable moralidad como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson; sin embargo, la inmoralidad de Trump de serle infiel a su esposa Melania con una prostituta como Stormy Daniels y tratar de callarla con $150 mil dólares para interferir electoralmente a su favor en la opinión pública de la elección de 2016 que lo llevó a la Presidencia —por lo que está siendo juzgado en Nueva York—, deja al descubierto la falaz hipocresía de este grupo, que incluye al 99% de congresistas y senadores, que ha aceptado tal infamia moral como conducta normal en un presidente conservador y que sus hijos deben seguir.

¿No es esto acaso un completo torcimiento moral y mental en este grupo?

En cada rally de Trump se puede observar en la audiencia detrás de él, el fervor que les enardece el “payaso del circo”, al celebrar sus mentiras, ataques a la democracia, ley y orden con su falsa acusación que es un perseguido político en una cacería de brujas del Estado Profundo, pero, lo más incomprensible es el desfile de los más poderosos líderes políticos del GOP como Mike Johnson, acudiendo a la corte en Manhattan para defenderle y apoyar tal falacia conspirativa y además, celebran su racismo contra la clase latinoamericana inmigrante, porque la frontera sur es su más fuerte tema para ganar la Presidencia, acusando a estos recién llegados de todos los crímenes y desgracias que ocurren en Nueva York y el país, pero a la vez, callando cuando se les pregunta que el mismo Mike Johnson y Mitch McConnell, por orden explícita de Trump detuvieron una iniciativa de ley bipartidista, que fortalece la seguridad y modera el flujo inmigrante.

Asalto al Capitolio de EE.UU. el 6 de enero de 2021 por simpatizantes de Trump. Foto Yahoo.

¿Acaso no es esto puro racismo, demagogia e hipocresía trumpista?

Trump no puede atacar la economía, porque es mejor que cuando él fue presidente, nunca existió una recesión económica como predijo. Biden devolvió los trabajos perdidos por Covid y ha creado millones de nuevos empleos, la Bolsa de Valores ha roto récords sobrepasando los 40 mil puntos. Biden firmó el paquete legislativo de infraestructura más importante en la historia, que Trump no pudo; y que además, le brinda empleo en la construcción a la mayoría de trumpistas en las áreas rurales del país.  A sus seguidores se les ha olvidado que la incompetencia de Trump para enfrentar Covid 19, les dejó sin empleo a casi todos y sin hogar a muchísimos. Trump dejó al país en un caos financiero y político profundo, sin igual.

Existen dos razones por las cuales Trump busca ser presidente nuevamente, la más importante es obtener impunidad criminal y evitar ir a la cárcel por el intento de robo de las elecciones de 2020, por el ataque al Capitolio con intento de asesinar a Mike Pence, por la retención ilegal de documentos secretos y obstrucción de la justicia; la segunda es la más brillante malversidad, clásica de Trump, evitar gastar dinero de sus bolsillos y cometer fraude, usando las donaciones de sus seguidores para pagar los millones de dólares por servicios legales que se le acumulan, al defenderse por toda la criminalidad hecha como presidente.

¿Cómo es posible que cuerdamente estos millones de personas consideren regresar a la Casa Blanca a un político caído en desgracia como Trump? Quien en sus discursos promete ser un dictador; buscar revancha política contra quienes se han atrevido a seguir fielmente las leyes del país, demostrando que nadie, incluyéndole a él, está sobre la ley; reelegirse infinitamente hasta que muera; perdonar a los traidores de la democracia que asaltaron el Capitolio por su mentira electoral e intentaron asesinar a su vicepresidente; usar el Departamento de Justicia con un títere para que los graves casos judiciales en su contra no continúen.

Foto Yahoo.

Estos inconscientes seguidores de Trump quieren imponer en Estados Unidos a un Hugo Chávez, Daniel Ortega. Donald Trump no es Ronald Reagan como él les hace referencia, es simplemente, otro payaso en el circo político de admiradores de Vladimir Putin, que busca el poder presidencial sin término, sacrificando y destruyendo la democracia.

Son cuatro décadas en las cuales he disfrutado los privilegios y altibajos de la democracia en Washington DC, los cuatro años de Trump fueron los peores, el caos de su Presidencia es algo que no debe repetirse. La democracia nos rescató con la decisiva victoria de Joe Biden en 2020, pero todo seguidor de Putin como lo es Trump, la ha usado para eventualmente destruirla. Toda persona de mi generación que creció en Latinoamérica lo sabe y conoce las consecuencias trágicas de cultos políticos como el trumpismo. La mayoría de trumpistas desconocen lo que están creando, porque para ellos es divertido oírle y verle actuar como lo hace irresponsablemente y sin censura, son incapaces de creer que un día pueden perder las libertades y progreso con el que han crecido y disfrutan.

Las altas ofensas y traiciones de Trump contra la democracia y la constitución del país deben ser cobradas, no premiadas. El cobro debe ser infligirle una derrota electoral decisiva como en 2020 en noviembre. Enardecerse, reír y aplaudir por las abominables torpezas del payaso debe terminar. La libertad democrática y fibra humana que define a esta nación debe ser defendida con firmeza derrotando a Trump, no puede ser cubierta por la carpa llena de falacias, caos e irrealidades que promulga el peligroso circo trumpista.

 

 

 

 

 

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