Por Ramón Jiménez
Ya es una tradición entre los católicos de los países latinoamericanos, en especial entre mexicanos y centroamericanos —incluyendo la región metropolitana de Washington— celebrar cada 3 de mayo el Día de la Cruz. Este año no fue posible debido a la pandemia.
Hay algunas variantes en la forma como decoran los altares en cada país latino y en España. Son altares especiales donde siempre abundan los coloridos adornos y una variedad de frutas, que son colocadas alrededor de la Santa Cruz, hecha de madera o de cualquier otro material, incluyendo el tallo de una planta de banano o plátano.
En los países centroamericanos se cree que adornar la cruz con muchas frutas, augura un buen invierno con abundantes cosechas para alimentar a las familias. Es una festividad que data de los tiempos de la colonia y forma parte de la cultura latinoamericana. La estación lluviosa en esa región da inicio en el mes de mayo y finaliza en octubre, aunque últimamente, por el cambio climático, todavía llueve en noviembre y algunas veces hasta diciembre.
Origen
La fiesta de la Cruz de Mayo tiene sus antecedentes en la celebración precristiana conocida como Festividad de los Mayos (o Palo de Mayo o May Pole en inglés), en la que se conmemoraba el tiempo medio de la primavera rindiendo cultos a la naturaleza.
En especial, se festejaba adornando un árbol o erigiendo un tronco o tótem al que se le ponían adornos o flores, mientras se hacían danzas rituales y se cantaban o hacían recitaciones.
Con la llegada del cristianismo, esta fiesta fue adaptada a la nueva fe, reemplazándose el tótem por la cruz cristiana. En algunos países se mantienen en forma paralela las festividades de la Cruz de Mayo y del Palo de Mayo.
Países donde todavía se celebra
Chile, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Venezuela, Trinidad y Tobago.