Totalmente de acuerdo, General… ¡Malditas guerras!

Dignificar a las víctimas de crímenes de lesa humanidad, garantizarles el derecho a la verdad, a la justicia y reparación, el derecho a que se les pida perdón y a perdonar no es una opción si en verdad queremos cerrar el capítulo de esta “guerra maldita” que a todos nos tocó vivir.

Por Celia Medrano*

Cierto. La guerra nubla las mentes de personas hasta no valorar la vida. Normalizamos la violencia como el cotidiano de nuestros días. Vivimos una guerra en “… la que todos fuimos injustos”, como lo reza el informe de la Comisión de la Verdad “De la locura a la esperanza” que usted, general Rafael Bustillo, esgrimió nuevamente en su declaración como imputado sobre la Masacre de “El Mozote”, ocurrida en diciembre de 1981, año en que fungía como Comandante de la Fuerza Aérea Salvadoreña.

Conforme sus palabras, el informe de la “Comisión de la Verdad” es un documento serio, hecho por “profesionales de las Naciones Unidas”. Usted no ha puesto en duda que la Masacre de El Mozote ocurrió y que esa “ingratitud” pudo haberla cometido el coronel Domingo Monterrosa en un “momento de locura”. Lástima, general, que su compañero de armas ya no puede defenderse.

Merece respeto, general, el que usted haya decidido declarar en el proceso y no se haya refugiado en el silencio. Merece respeto que aún en contra de sus propios abogados defensores que pretendían obviar que estábamos en una audiencia pública, usted no se haya opuesto a que su declaración fuese escuchada por los representantes de las víctimas de la masacre y los medios de comunicación.

Sus palabras y el tono de las mismas, general, nos evocan la crudeza de los crímenes cometidos durante el conflicto armado y todavía el dolor que arrastramos de ello. Se dirigió a las víctimas, esta vez sin la prepotencia con que las señaló con su índice acusador en la audiencia anterior en que fue intimado por el juez Jorge Alberto Guzmán, y les dijo que lamentaba lo sucedido.

Por un momento, en la pequeña sala de audiencias del Juzgado de Instrucción de San Francisco Gotera pareció asomarse la apertura suficiente del camino hacia el ineludible diálogo nacional sobre impunidad y justicia transicional, que los liderazgos políticos del país han sido incapaces de conducir.

Fue usted categórico al afirmar que “una orden legal se cumple. Una orden ilegal no se cumple”. Ya un pastor mártir había apelado a ello desde su fe al dirigirse al Ejército salvadoreño: “… Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla… ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la Ley de Dios que dice: NO MATAR…”.

Lo que no es cierto, general, es que pueda responsabilizarse de este crimen de guerra únicamente al coronel Domingo Monterrosa y los demás simplemente se laven las manos. En Derecho Internacional Humanitario, alegar obediencia debida o suponer ignorancia no exime de responsabilidad en niveles de mando institucional. En Derecho Internacional, los agentes del Estado tienen responsabilidad en violaciones a derechos humanos tanto por acción como por omisión.

Primero, la institucionalidad de la Fuerza Armada negó la masacre refiriéndose a ella como una leyenda. Ante la evidencia, hasta la fecha, se ha pretendido en el discurso oficial diluir el hecho como resultado de un enfrentamiento armado, cuestionando, incluso, la credibilidad del informe de la Comisión de la Verdad que ahora reivindica.

La ejecución de casi mil personas no pudo pasar inadvertida, ni tampoco un operativo de la dimensión “operación rescate”, que involucraba a uno de los cinco batallones élite de reacción inmediata financiados por el Gobierno de los Estados Unidos en ese entonces.

Celia Medrano. Foto: Archivo MLNews

¿En verdad se espera que pueda ser creíble que podría haberse realizado este operativo sin el aval y dirección al más alto nivel? Como usted afirmó en la audiencia, había protocolos, había procedimientos que debieron cumplirse. El juez aún espera el acceso a los archivos militares para conocer esos documentos.

Dignificar a las víctimas de crímenes de lesa humanidad, garantizarles el derecho a la verdad, a la justicia y reparación, el derecho a que se les pida perdón y a perdonar no es una opción si en verdad queremos cerrar el capítulo de esta “guerra maldita” que a todos nos tocó vivir.

Solo así, general, el hito que usted ha marcado puede ser semilla suficiente para no repetir el pasado y, por fin, nuestra consciencia, individual y colectiva, pueda estar en paz.

*Oficial de Programas de Cristosal

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