Trump termina con las políticas de diversidad laboral

Foto: Lenin Nolly/Metro Latino USA

Los más perjudicados son hispanos y negros

Por Néstor Ikeda – excorresponsal de The Associated Press en Washington, DC

Raúl de Molina sostiene que cuando visitaba New Orleans hace un tiempo, hablaba con su esposa mientras esperaban el desayuno en un hotel de la culturalmente rica ciudad. El conductor de programas de televisión en español de origen cubano relata que, de pronto, dos personas mayores de una mesa contigua se pararon, los miraron con desprecio y se marcharon diciéndoles: “No vamos a estar en este lugar mientras ustedes sigan hablando español”.

Curiosamente, el hecho ocurrió en una ciudad que tiene como lema Laissez les bons temps rouler, una frase franco-cajun que se escucha a menudo en el Mardi Grass y que literalmente significa: “Aquí se disfruta mejor el tiempo”. Es un eslogan que se ve a menudo en camisetas y se interpreta en el sentido de tolerancia, mentalidad abierta y olvido de las diferencias.

En New Orleans y en otras muchas ciudades de los Estados Unidos, la diversidad cultural no solo es disimuladamente intolerable, sino abiertamente rechazada. En ciertos casos este comportamiento no solo llega a palabras vulgares contra las minorías, sino a la violencia generada por el odio.

Se activa la política DEI

Como medio de dar participación formal a las minorías en la fuerza laboral, se activó hace décadas en la nación una iniciativa conocida como Diversity, Equity, and Inclusion (DEI) o Diversidad, Igualdad e Inclusión.

Las políticas DEI empezaron a ganar prominencia en los años 60 y 70 en el mundo corporativo estadounidense debido a la influencia de corrientes como el movimiento por los derechos civiles, la acción afirmativa, el activismo por los derechos de la mujer y, más tarde, la globalización. La Ley de los derechos civiles de 1964 prohibió la discriminación en el centro laboral basada en la raza, color, religión, sexo u origen de los trabajadores. A fines de los 60, las regulaciones alentaron a empleadores a diversificar su fuerza laboral mediante programas de la llamada acción afirmativa. En 1963, se activó la Ley de igualdad salarial. Y, finalmente, la globalización de los años 80 y 90 permitió reconocer el valor de la diversidad en los equipos de trabajo para navegar exitosamente en los mercados globales.

Un poderoso se siente incómodo

Pero, hay alguien con autoridad y poder que se siente incómodo con la diversidad laboral: el presidente Donald Trump.

Trump ha retornado a la Casa Blanca para consolidar su imagen de político fuerte y sin contradicciones. Pero, sin quererlo está pisando terrenos contradictorios.

En su primer día en la Casa Blanca, el 21 de enero pasado, ha firmado una orden ejecutiva para eliminar las políticas DEI. Ha dicho que la diversidad laboral ha abierto la contratación de empleados con bajas calificaciones para puestos importantes y propuso que se contrate solo a individuos inteligentes y preparados.

Trump tiene 5 miembros en su gabinete provenientes de minorías. Ellos son el secretario de estado Marco Rubio, el primer latino designado para ese cargo; el secretario de vivienda Scott Turner, que es el único secretario negro en el gabinete; la nominada para directora para el servicio de inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, descendiente de inmigrantes de las Islas Samoa; el secretario del Tesoro, Scott Bessent, la primera persona abiertamente gay en ocupar ese puesto; y la nominada para dirigir el FBI, Kash Patel, de ascendencia india.

Millones de hispanos perjudicados

Aun cuando estos 5 nombramientos importantes se hacen con individuos de diversos antecedentes, el gabinete de Trump no es diversificadamente amplio comparado con los de administraciones previas, incluso el de su predecesor, Joe Biden, que, con 10 nombramientos, fue el presidente con mayor diversidad en su gabinete. Y tampoco significa que Trump haya cambiado de parecer. El 29 de enero, el mismo día del choque de un helicóptero militar con un avión comercial en Washington, D.C., Trump atribuyó rápidamente la responsabilidad del accidente a la política de diversidad en el trabajo porque, dijo, había permitido contratar personal de baja capacidad intelectual para puestos de alta responsabilidad, como el de controlar el tráfico aéreo.

Las reacciones fueron mixtas: algunos estuvieron de acuerdo, pero otros han visto sus comentarios como un intento de politizar una tragedia sin suficiente evidencia.

El fin de la iniciativa DEI va a perjudicar directamente a unos 102 millones de personas de los segmentos latino (que según el Census Bureau son 62.1 millones) y negro (46.9 millones). Latinos y negros han sido las canteras del protagonismo de grandes figuras que han promovido no solo la imagen, sino el progreso de Estados Unidos en las últimas seis décadas.

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