Por Guillermo Henao
Estuve, pues, entre éstas mis seis paredes,
con mis hechos familiares y mis aparatos,
el tintero, los caleidoscópicos vidrios de colores
en el prisma que me hizo mi hermano,
los zapatos vacíos, el secante de qué,
el teléfono plástico, el caballito-escoba,
el maromero de madera que me compró mi madre,
la cámara de cine de cartón.
Atareado ahora cuando re-cién despierto
con estos viejos obstáculos.
Hasta el pedacito de paño deshilachado
que empaña mi empeño,
o quizás revivo otros tantos nuevos problemas y me siento culpable;
pero llaman a la mesa y sigo pre-ocupado.
Estás delante de mí, me aprisiono en tus miradas y en esta silla incómoda,
y saltas sobre madera hasta en la puerta de tu re-trato,
o en el tablero, sobre la caja de la que salgo somnoliento
y en este avión de mil alas con el que en mis libros me separo de tu olvido.
Pensándolo bien, estas seis paredes familiares me son tan extrañas como mí mismo.
O como tú, con todos tus semblantes y actitudes
cuando eres labios o manos apretantes,
cuando eres nariz, una mirada más por qué,
un muerto ramo de hierba resecada.
Guillermo Henao escribe desde Medellín, Colombia.
Fuente: ARGENPRESS CULTURAL