Coches viejos de La Habana: rutas peligrosas

Los factores de riesgo de los viejos automóviles que rodan en La Habana, y las fallas mecánicas y la defectuosa conservación de las rutas y calles, hacen del transito cubano una aventura de riesgo.

"Almendrones". Varios automóviles cubanos de los años 50 estacionados en una calle de La Habana (EFE).

Caminando por los estacionamietos habaneros, puedes ver convertido en chatarra, un destartalado Moskvitch ruso que circula por La Habana. Como este vehículo, se calcula que un tercio de los autos que rueda en Cuba lo hace con fallas mecánicas y vías destrozadas. Es decir, una mezcla peligrosa de fuego y gasolina que hasta noviembre cobró más de 10.000 accidentes de tránsito que dejaron 688 fallecidos y más de 7.000 heridos en una isla de 11,1 millones de habitantes.

La nación caribeña registra una baja tasa de mortalidad vial (7,8 por 100.000 habitantes), la mitad del promedio mundial (17,4) e incluso menor que la cifra para Europa (9,3), según datos de 2013 de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, pocos países como Cuba incluyen entre los principales factores de riesgo la falta de mantenimiento de vehículos.

El hecho es una consecuencia del mantenimiento del embargo de EE.UU a la isla que ya dura 50 años, pese al deshielo entre los dos países, concretado en 2015. El embargo ha derivado en la imposibilidad de conseguir repuestos por la vía legal, y de un modo fluido, o renovar el anticuado parque automotor.

Los carros (automóviles) viven en una dramática situación técnica… POr eso los carros rusos en otro país hubiera terminado hace tiempo como chatarra, pero en Cuba, donde un automóvil cuesta cuatro veces más que en otra parte, pero aqui un Moskvitch de los años 70 ha siempre rueda por La Habana.

La isla, que lleva más de cinco décadas bajo el azote del embargo estadounidense, tiene un limitado y envejecido parque automotor, compuesto en gran parte por vehículos de la era soviética, como el Lada y el Moskvitch. Los cubanos conocen al Moskvitch como «monstrokovitch» por su diseño poco atractivo, casi “monstruoso”, y los arreglos improvisados a los que son sometidos esos vehículos por la falta de repuestos.

Atracción para los turistas, también circulan los clásicos estadounidenses de los años 50, llamados popularmente «almendrones», muchos de los cuales sirven de taxis colectivos en La Habana. Ante la ausencia de piezas y repuestos, los mecánicos cubanos, que cobran caro por su «know-how», se las han ingeniado para hacer adaptaciones. El resultado: verdaderos Frankensteins rodantes. Muchos «almendrones», por ejemplo, ocultan debajo de su carrocería potentes motores Mercedes Benz o Hyundai.

«Remotorizarlos» puede costar solo en mano de obra hasta 1.000 dólares, un lujo que muy pocos se pueden dar en una isla donde el salario promedio ronda los 20 dólares al mes. En una cadena estatal de tiendas, generalmente desabastecidas, los cubanos deben pagar una fortuna por los repuestos.

En la agencia Fiat, de La Habana, un motor cuesta entre 4.000 y 8.000 dólares, el triple de su valor promedio en otro país latinoamericano. Los que tienen dinero, y paciencia para completar los largos trámites, importan las piezas, pero el mercado negro sigue siendo el principal proveedor.

Pero para los conductores y peatones hay todavía un mal mayor en el tránsito poco congestionado de la isla: los baches sin rellenar por años. Los huecos «forman parte del patrimonio nacional», bromean algunos isleños. Según datos oficiales, el 76% de la infraestructura vial del país está en «regular o mal» estado debido a la falta de recursos para su mantenimiento.

Pero los accidentes también son provocados por la ausencia de señales del tránsito, deterioradas o robadas, y sustituidas por otras rústicas apenas visibles en calles, por lo común mal iluminadas.

Como es el caso del turista austriaco que embistió a un motociclista con el vehículo que había alquilado en Santiago de Cuba, 900 km al este de La Habana. El hombre, que enfrentó un proceso legal, alegó que nunca vio la señal de pare porque estaba pintada en la pared de un edificio. «La realidad es que no vi la señal», admitió el turista de 72 años, que pidió no revelar su identidad y quien aseguró que fue su primer accidente en 40 años de conductor.

La prensa estadounidense informó en pasados días sobre la intención de Hollywood de filmar en Cuba otra entrega de la saga «Rápido y Furioso», famosa por sus coches de lujo, en perfecto estado, devorando carreteras impecables, la otra cara de la isla.

 

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