Las dos chicharras en el proceso de fecundación. Foto: Ramón Jiménez
Por Ramón Jiménez
Pocas veces se puede ver a la chicharra macho con la hembra “muy ocupados” en un apareamiento sexual, a plena luz del día y en medio de la acera donde cualquiera las puede aplastar.
Eso ocurrió este jueves al mediodía en un vecindario del condado de Montgomery, Maryland donde la pareja de insectos inofensivos —si no es por el ruido ensordecedor que hacen los machos para atraer a las hembras— se encontraban muy tranquilos disfrutando de su momento único en la vida de las hembras, ya que el macho puede repetir el acto las veces que pueda antes de morir.
Las expectativas de vida de la chicharras, cigarras o cicadas —como se les conoce en Estados Unidos— es muy corta, a lo sumo viven un mes a pesar de que tardan 17 años para que los huevos fecundados en sus apareamientos vuelvan a nacer. Durante todo ese tiempo se alimentan de la savia de los árboles y al pasar ese largo tiempo poco a poco van saliendo del subsuelo. Primero emergen los machos, los cuales dejan un pequeño agujero en el suelo que se ve a simple vista.
Es un fenómeno que se da especialmente en la Costa Este de Estados Unidos, desde Florida hasta los estados de Nueva Inglaterra pasando por Georgia, las Carolinas, Virginia, el Distrito de Columbia, Maryland, Delaware, Pensilvania y Nueva York, que suman más de quince estados que “disfrutan” o quizás “odian” ese interminable «concierto» día y noche por más de un mes. La última vez que se dio ese fenómeno fue en el año 1996.
Al ver las chicharras de cerca no son muy atractivas, ya que tienen unos ojos rojos saltados y muy grandes, pero no muerden ni pican como otros insectos. Según expertos, los esqueletos que dejan las larvas diseminados por miles de millones, sirven para abonar los árboles donde han permanecido o como alimento para otros animales.
La próxima cita de las chicharras sería en el año 2038, donde miles de personas que esta vez experimentaron el fenómeno natural, seguramente ya no estarán en este plano físico, y serán sus descendientes los que tendrán que hacerse todas las interrogantes para descifrar el misterio de las famosas chicharras.