Drogba y Anelka ponen el fútbol chino en el mapa

Por Sam Sheringham
 
Si alguna vez se le ocurre ver un video del momento en que el futbolista Didier Drogba llegó a China, asegúrese de bajar el volumen.
En escenas que recuerdan la «beatlemanía» en su mejor momento, el ex jugador del Chelsea inglés emerge de las puertas corredizas del aeropuerto de Shanghai para ser recibido por gritos ensordecedores.
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A continuación es escoltado a través de una vasta multitud de fans del Shanghai Shenhua que corean su nombre, ondean la bandera del equipo y se pelean por ubicarse en un buen punto para tomarle una foto a su héroe.
Drogba claramente se ve sorprendido ante una multitud que crece y crece afuera del terminal aeroportuario antes de que guardias de seguridad lo metan en un automóvil.
Los 16 equipos de la Superliga de China para la temporada 2013 tienen sus bases en el populoso oriente del país.
Y la lista de futbolistas estrella que China está intentando pescar para sus equipos parece incrementarse cada día, gracias al poder económico de los dueños de clubes.
Ayegbeni Yakubu y Fredi Kanoute ya han sido tentados, mientras que David Beckham y Frank Lampard podrían unírseles.
«La Superliga china – o al menos, un puñado de equipos – nada en dinero proveniente de los dueños de clubes, que frecuentemente están vinculados con la enorme burbuja de la propiedad», le dijo a la BBC James Porteous, un reportero especializado en materia deportiva de la publicación South China Morning Post.
«El grupo inmobiliario Evergrande Real Estate Group, cuyo presidente Xu Jiayin es el hombre más rico de China, es dueño del Guangzhou Evergrande. Por qué estos hombres quieren gastar su dinero en fútbol es otro asunto», señaló Porteous.
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Hay mucho dinero pero no mucha organización, lo cual sale a relucir en el terreno de juego. Es fútbol libre, pero sin estructura. La mayoría de los jugadores no saben lo básico»
Chris Killen, internacional neozelandés
 
«En parte, sin duda, aman el fútbol y quieren aparecer asociados a un equipo exitoso. Pero algunos creen que los dueños también están tratando de anotarse puntos con el gobierno. Lograr prestigio mundial para sus equipos puede favorecer a los dueños a los ojos de los poderosos», agregó.
El costo
Pero cortejar políticos tiene un precio. Informes señalan que Drogba gana unos US$300.000 a la semana y Anelka unos US$250.000. Por contraste, su compañero de equipo Fen Renliag, un lateral que juega para la selección nacional china, ganaba unos US$100.000 al año antes de unirse a los campeones de Guangzhou en diciembre.
Con todo, mientras que Drogba y Anelka han contribuido a elevar el perfil del fútbol nacional en un país obsesionado con la Premier League inglesa, también han puesto de manifiesto algunos de los problemas que pueden hacer que otros se lo piensen dos veces antes de embarcarse camino a oriente.
Durante una tumultuosa primera temporada, el entrenador del Shenhua, Jean Tigana, se presentó a un partido sólo para ser informado que ya no se requerían sus servicios. Como su personal había sido despedido la semana anterior, el equipo se vio forzado a salir al terreno con una banqueta virtualmente vacía.
El célebremente introvertido Anelka tuvo una experiencia desastrosa como jugador-entrenador antes de que se le entregaran las riendas de su equipo al ex seleccionador argentino Sergio Batista contra la voluntad del futbolista francés.
El club, propiedad del magnate de internet Zhu Jun, terminó en un decepcionante noveno lugar (en una liga de 16 clubes) en medio de informaciones que señalaban que Anelka y Drogba se encontraban en disputa con el equipo por salarios impagados, tras una pelea entre accionistas del club.
Infraestructura caótica
Según el ex delantero del Manchester City y del Celtic Chris Killen, quien ha estado jugando en China desde julio de 2010, estas experiencias son típicas de una infraestructura futbolística inestable y caótica.
 
Anelka y Drogba supuestamente sostuvieron una disputa con los dueños del Shanghai Shenhua por salarios impagados.
 
«Un equipo puede cambiar de manos, cambiar de dueño o cambiar de nombre en mitad de la temporada», le dijo a la BBC el internacional neozelandés.
Esto puede afectarlo todo: desde el destino de los jugadores hasta su rutina de entrenamiento.
«Hay mucho dinero pero no mucha organización, lo cual sale a relucir en el terreno de juego. Es fútbol libre, pero sin estructura. La mayoría de los jugadores no saben lo básico», explicó.
La primera liga profesional de fútbol en China fue fundada en 1994 y captó audiencias de más de 20.000 fanáticos en los estadios durante las primeras temporadas. Cuando fue reemplazada por la Superliga en 2004, los escándalos de arreglo de juegos y apuestas decepcionaron a muchos seguidores, que cayeron a un promedio de 10.000 por cotejo.
En 2009 las autoridades chinas lanzaron una campaña para reformar el deporte, que condujo al arresto de decenas de árbitros, jugadores, oficiales y entrenadores. El árbitro más exitoso del país, Lu Jun, fue sentenciado a cinco años y medio de prisión por arreglar partidos, mientras que dos exjefes de la liga pagan penas de diez años y medio por corrupción.
Lucha internacional
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Debido a las presiones sociales y económicas, muchos padres chinos esperan que sus hijos se pasen las tardes y los fines de semana haciendo tareas para destacarse en la escuela y hacerse con los escasos cupos universitarios y eventuales empleos bien pagados para mantenerlos más adelante (en vez de practicar deportes, como el fútbol)»
Cameron Wilson, editor y fundador del Wild East Football
 
Hay signos de que las medidas anticorrupción y la llegada de estrellas internacionales están teniendo el efecto deseado, como lo evidencia un incremento del 6% en la concurrencia a los estadios en la última temporada.
«Recuperar la confianza de los fanáticos ha tomado mucho tiempo», dijo Killen.
«No he jugado ningún partido en el que haya visto dinero cambiar de manos. Las penas son tan duras que la gente ya no toma los riesgos que solía tomar», señaló.
La transformación de la imagen del fútbol chino también haciendo que la publicidad regrese. La compañía de medios global IMG, que rompió lazos con la Superliga en 2004 debido a los escándalos de corrupción, firmó un contrato de 10 años para ayudar a mejorar el manejo de los clubes, desarrollar programas de entrenamiento y atraer nuevos socios corporativos.
Mientras tanto, la firma Toshiba le ha puesto su nombre a la Copa china, y el gigante de ropa deportiva Nike es proveedor de todos los clubes.
Sin embargo, sólo el dinero de poderosos benefactores podría garantizar la continuidad en la importación de más jugadores de alto calado, dice Porteus.
Según el comentarista, los cambios en el clima económico podrían afectar la estrategia. «Hay signos de que la economía china está comenzando a bajar la velocidad. El negocio de la propiedad y desarrollo inmobiliario podrían resultar seriamente afectados», indicó.
«¿Por cuánto tiempo seguirán esas compañías dispuestas a seguir derrochando el dinero si enfrentan dificultades en su negocio principal?».
Fuente: BBC Mundo

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