El artista Nico López ha dedicado años de estudio al principal insumo de la acuarela: el agua.
Por Ángel Mendoza
El arte corre por sus venas, de sus manos fluyen oníricas imágenes entre pinceles, tintes y rociadas de agua y cual mago de las artes sus pinceladas van tomando vida y se van convirtiendo en espacios añorados que invitan al espectador adentrarse en este mundo de grises que se resume en una espectacular obra de arte de acuarela.
Hegel decía que “el joven está llamado a cambiar el mundo, a comerse, literalmente al mundo” y Nicolás López ha tomado en serio las palabras de este alemán y a sus 37 años ya lleva una treintena de países recorridos para mostrar su arte de la acuarela por la urbe.
Nico, como suelen llamarle sus críticos y admiradores, aún tiene frescos recuerdos de su alma máter el colegio Nacional del Comercio “Daniel Alcides Carrión”, de Cajas Chico en Huancayo, cuyas aulas le sirvieron de inspiración para ir bocetando los caminos de su vida en pequeñas hojas de cuaderno de dibujo que siempre le acompañaban.
Es el segundo de siete hermanos al que sus tíos apodaron como “el chueco” por ser el único zurdo y no tener antecedentes en la familia. En su seno familiar él siguió tejiendo en silencio sus ilusiones pese a las dificultades económicas no desmayó en alcanzar sus sueños.
Tímido, introvertido como él se califica, siempre se sentó al final del salón de clases, no acostumbraba salir a los recreos, siempre estaba jugando con el lápiz encerrado en su pequeño mundo de ilusiones y cavilaciones.
Sus recuerdos de colegio le despiertan una sonrisa cuando dice que le hacía los trabajos de arte a sus compañeros de aula y éstos le pagaban con un dulce o algún refresco a la salida.
Sus ganas de sobresalir y convertirse en un gran artista, le obligó a dejar su natal Huancayo para trasladarse a la ciudad andina de Ayacucho, cuna de la artesanía peruana, para inspirarse y nutrirse del arte popular andino.
Es así como inicia sus estudios de arte en la Escuela de Bellas Artes de Ayacucho y no satisfecho pese a cursar los 5 años académicos se fue a la ciudad de Arequipa para seguir estudios de artista profesional, fue en este lugar donde encontró la libertad para crear, para hacer fluir sus grandes sueños. Era literalmente, un pez en el agua.
Arequipa se había convertido en su centro de operaciones, desde donde inició sus primeros viajes para participar en concursos de acuarelas a nivel latinoamericano y haber encontrado en Argentina una legión de admiradores que se rindieron a su exquisita técnica. Por eso no dudó en representar a la Argentina en un festival de acuarela en Fabiano (Italia). Fue en Argentina donde fortaleció sus virtudes y cualidades de artista de la acuarela y Europa, la ventana al mundo.
Hoy sus años de sacrificio y constancia han ido dando frutos, Nico López exhibe sus obras en renombradas galerías de arte de España, Grecia, Francia, Italia, Serbia, Argentina, Brasil y el lejano oriente; recorre el mundo dirigiendo talleres y cursos de acuarelas, se ha convertido en un privilegiado embajador del arte peruano en el mundo.
Nico López, tiene una particularidad y un estilo único en la producción de sus obras que se muestran en blanco y negro, ese pequeño espacio de papel especial donde fluye su creatividad como el agua que rocía poco a poco va ganando un espacio y una admiración por los curadores y los críticos de arte que no dudan en invitarle para mostrar su arte.
Uno de esos eventos donde participará es el Festival Internacional Confluence, 2021, del 9 al 24 de octubre en Francia.
Este peruano de origen andino se ha ganado un espacio en el competitivo y difícil mundo de la acuarela y con mucha humildad no acepta que haya revolucionado la técnica de la acuarela en el Perú. Hoy es el peruano de moda que aparece en redes sociales certificando diferentes marcas de acuarelas, papeles, pinceles y marcos.
