El moño rosado

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Por Teresa Gurza
A estas alturas ya todos sabemos que el color de rosa que aparece en octubre en edificios, corbatas y moñitos, es para recordarnos que el cáncer de mama es curable y para eso, debe detectarse cuando aún no es palpable ni tiene manifestaciones clínicas.
Como este cáncer se ha convertido en un problema de salud pública, la Organización Mundial de la Salud decidió dedicar este mes, a sensibilizar a gobiernos y mujeres sobre la importancia de la detección temprana.
Y el rosa, tradicionalmente ligado a lo femenino, es hoy símbolo internacional de personas, Estados, compañías y organizaciones, comprometidas a prevenir este cáncer y apoyar a las mujeres que lo padecen.
Se usó la primera vez en Nueva York en 1991, cuando se regalaron listoncitos rosados a los participantes en una carrera organizada por la Fundación Susan G. Komen, fundada en 1982 por Nancy Brinker en memoria de su hermana muerta por cáncer de mama a los 36 años; y que hoy tiene 75 mil voluntarios.
Y desde entonces se organizan maratones, se iluminan de rosa calles y construcciones, y se hacen simposios médicos para analizar los avances en el tratamiento.
Datos del Instituto Nacional de Cancerología indican que el cáncer de mama, se ha incrementado en México en un 28 por ciento en los últimos seis años; que anualmente se registran 20 mil nuevos casos y que mueren 16 mujeres cada día.
Las mexicanas estamos más expuestas a padecer este cáncer en edades tempranas, porque iniciamos la menstruación más pequeñas.
Y como aún no se conocen las causas que lo detonan, detectarlo lo antes posible sigue siendo la herramienta más importante para curarlo.
Entre las estrategias recomendadas por la OMS, tienen prioridad la autoexploración y la mastografía; y aunque los expertos advierten que uno de los principales factores de riesgo es la edad y que lo óptimo es descubrir el tumor por exámenes imagenológicos, el IMSS parece no entenderlo porque los niega a las derechohabientes mayores de 69 años; aún y cuando tengan además de la edad, otros factores de riesgo.
El cáncer de mama no es frecuente antes de los 30 años; pero cuando ocurre, es más agresivo y requiere de tratamientos más invasivos; y antes de iniciarlos, el médico debe saber si la paciente es portadora de una mutación genética que puede transmitirse de generación en generación; porque aunque en el 70 por ciento de las mujeres que lo contraen no fue por herencia, hay mayor peligro si lo tuvieron la madre o las hermanas.
También los hombres también pueden desarrollar y heredar a su descendencia el cáncer de mama; y en ellos es menos probable la curación, porque como no se hacen controles mamográficos de rutina la enfermedad suele detectarse en etapas más tardías.
Pero, independientemente de la edad y el sexo, el pronóstico es mejor si la enfermedad es tratada en sus inicios; antes de que haya ganglios axilares comprometidos y metástasis.
Hay que tener en cuenta que si se tuvo cáncer en una de las mamas, es muy probable que se presente en la otra; que el uso de anticonceptivos no aumenta el riesgo de tenerlo; que no es recomendable embarazarse después de haberlo padecido; y que la ingesta excesiva de alcohol, el no haber tenido hijos o si los tuvo no haber amamantado y la exposición prolongada a altas dosis de estrógenos, son factores de riesgo.
Son en cambio factores protectores, consumir poco alcohol y carnes rojas, hacer ejercicio periódicamente, no fumar y tener peso adecuado.
Los síntomas que pueden alertarnos son: la retracción de la piel, sangramiento por el pezón, tumor palpable y dolor mamario.
Actualmente el cáncer de mama se puede tratar con cirugía, radioterapia, quimioterapia y fármacos; y se aplican una o todas estas terapias de acuerdo al paciente, porque cada uno reacciona distinto.
Pero en términos generales y en personas con enfermedad hasta la etapa II, la curación es superior al 90 por ciento.
Y al revés de lo que sucede en México, datos publicados este junio en Estados Unidos por la Sociedad Americana del Cáncer, indica que las tasas de mortalidad por esta patología han ido allá disminuyendo desde 1989; y que la baja en las muertes es resultado, de las campañas de prevención principalmente en mujeres menores de 50 años, que llevaron a la detección temprana; de mayor acceso de las mujeres a la información y de más investigación y mejores tratamientos.

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